Puerta blindada en el antiguo narcopiso del segundo piso / METRÓPOLI

Puerta blindada en el antiguo narcopiso del segundo piso / METRÓPOLI

Ciutat vella

Una finca del Raval celebra la marcha de un 'narco': "Ha sido un calvario"

Vecinos de la calle de l'Est aplauden el fin del infierno vivido durante dos años por culpa de un narcopiso

5 febrero, 2022 00:00

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Una explosión sorprendió la tarde del domingo 30 de enero a los vecinos de un edificio de la calle de l'Est del Raval. La batería de un patinete eléctrico localizado en el balcón del piso 2º 2ª –un conocido narcopiso– había estallado en mil pedazos. Fue una deflagración pequeña, pero suficiente para asustar a los residentes del número 5. Los pisos superiores se llenaron de humo y los vecinos del bloque salieron a toda prisa a la calle. 

En este estrecha vía, mientras llegaban los bomberos, los inquilinos coincidieron con el ocupante del piso incendiado, un camello que durante los últimos dos años ha atraído a numerosos drogodependientes que consumen el apartamento, el rellano y la escalera. "Hemos vivido un calvario", contaba este viernes una mujer.

Como suele ocurrir, la droga atrajo peleas, gritos y una sensación permanente de inseguridad, un escenario que fue degradando el edificio. El jueves, sin embargo, el hombre que ocupaba ilegalmente una vivienda de la Sareb (el banco malo) abandonó el piso. Una puerta antiokupa certifica el fin de una negra etapa y a preguntas de Métropoli los vecinos celebraban su marcha. El hombre vivía en este apartamento desde 2016.

"PARECE MENTIRA QUE HAYA TERMINADO"

"No sé si creérmelo. Parece mentira que esto haya acabado", se decía a si misma con una risa nerviosa otra vecina. Ninguno de los tres residentes consultados quiere dar su nombre por miedo a represalias. Tal es el miedo que infundía sobre los residentes. El domingo, tras el petardazo y el fuego en el balcón, nadie osó fotografiar el balcón en llamas.

Al principio el hombre trapicheaba en la calle. Con el estado de alarma aprobado en marzo de 2020 siguió vendiendo desde el interior de la vivienda y los problemas se multiplicaron. Los compradores silbaban y gritaban desde la calle después de quemar el interfono de tanto usarlo. Provocaban destrozos en la escalera, se meaban y cagaban en ella. El portal –aun a día de hoy– está siempre abierto. "Arreglábamos la cerradura mil veces, pero la reventaban mil veces más", recuerda un vecino.

EL PROBLEMA LLEGA AL DISTRITO DE CIUTAT VELLA

El 15 de abril de 2021, el hartazgo llevó a un residente a trasladar el tormentoso relato del inmueble al regidor del distrito, Jordi Rabassa, y al resto de consellers del distrito en una audiencia pública, un punto de encuentro entre los responsables políticos del Ayuntamiento y los vecinos. "Rabassa se portó perfectamente con nosotros. Las instituciones nos apoyaron, pero sabíamos que el problema era difícil de resolver porque Sareb casi nunca responde. Éramos nosotros, los vecinos, contra el monstruo", relata otro vecino.

Escalera comunitaria del número 5 de la calle de l'Est del Raval / METRÓPOLI

Escalera comunitaria del número 5 de la calle de l'Est del Raval / METRÓPOLI

 

Los residentes nunca vieron la droga, pero se hartaron de presenciar los paseíllos protagonizados por adictos a la heroína, anfetamina y marihuana en su bloque. "En verano de 2021 la cosa se calmó hasta que empezó un negocio montando un taller de patinetes eléctricos. Sospechamos que los usaba para transportar la droga. Entraban pocas personas con un patinete y salían con otro", sigue. Fuentes de Junts per Catalunya también confirman la existencia la manipulación de patinetes. Ese mismo verano de 2021 un incendio provocado por la "sobrecarga en la red por tener tantos patinetes enchufados" fue "el primer aviso". El domingo, medio año más tarde, la explosión de una batería provocó otro fuego, esta vez de mayor envergadura.

EL RECUERDO DE NOU DE LA RAMBLA

Los vecinos de la calle de l'Est revivieron con espanto otro incendio, este más grave, ocurrido el 30 de diciembre en el número 39 de Nou de la Rambla. Ambos portales se miran frente a frente. El fuego en un cuadro de luces que afectó a toda la instalación obligó al desalojo de decenas de vecinos, la mayoría de edad avanzada. Un mes después no pueden regresar a sus casas y la reparación se podría alargar dos o tres meses más. Los pinchazos de luz de algunos okupas están detrás del fuego, según relatan vecinos conocedores del siniestro. También en este bloque había, al menos, un punto de venta de droga, ahora inexistente también a causa de un incendio.

Como hicieron un mes atrás, los bomberos también desalojaron a los asustados inquilinos de la calle de l'Est. En su caso pudieron regresar al cabo de pocos minutos. El Ayuntamiento confirma el origen del fuego que se originó "cuando una persona manipulaba una batería". Una ambulancia atendió por inhalación de humo al traficante.

CHANTAJE RECHAZADO

En un bar de Nou de la Rambla, una mujer que se presenta como la pareja de este hombre, niega rotundamente que el piso fuera un narcopiso. Explica que su chico es "adicto" a su nueva afición, el arreglo de patinetes, y admite las molestias que este "trabajo" podía causar a los vecinos. También añade que el hombre tenía un contrato de alquiler social con el Consorci d'Habitatge y dice que pueden entrar en el piso cuando quieran a recoger el resto de sus pertenencias. Fuentes municipales rechazan esta afirmación y subrayan e insisten que el hombre ocupaba ilegalmente el piso. Aseguran que existen denuncias contra él desde 2019.

Hasta el último momento, el hombre ha querido sacar dinero a los vecinos a cambio de marcharse. El jueves hubo conversaciones con algunos de ellos, pero todos se negaron a su chantaje. Finalmente, decidió marcharse por su propio pie. "Nos hemos quitado un buen peso de encima", comenta un residente que lleva un año en el bloque.