Los vecinos de un piso tutelado por el Ayuntamiento de Barcelona denuncian el secreto a voces que llevan una década sufriendo: aseguran que en el bloque de viviendas para gente mayor Reina Amalia II hay dos okupas y una tercera persona que vende drogas, provocando múltiples problemas de convivencia en este edificio público. Se trata del mismo lugar en el que a principios de abril un joven agredió brutalmente a una anciana durante un robo con violencia.
Los hechos ocurrieron el pasado 2 de abril y la víctima es una mujer de 76 años en silla de ruedas y con pocos recursos económicos. El ladrón entró en su casa, la agredió y la retuvo durante una hora y media hasta que consiguió quedarse con su móvil, dinero y joyas. Después de dos semanas de investigación, lo detuvieron y ha ingresado a prisión provisional. Es un hombre conocido por la policía, ya que acumula nueve antecedentes por hechos similares.
OKUPACIÓN Y NARCOTRÁFICO
Este suceso ha abierto la caja de pandora y ha salido a la luz el calvario que viven algunos de los residentes de la calle Lleialtat número 7. Metrópoli ha podido hablar con sus vecinos, que han explicado detalladamente los delitos que, supuestamente, tienen lugar en el piso tutelado bajo el beneplácito del consistorio: la okupación y el tráfico de drogas están a la orden del día.
"Yo no te puedo decir nada por qué me puedo meter en un marrón, aquí dentro pasan muchas cosas que no deberían pasar. Si hablas con los residentes, ellos te lo explicarán todo", dice una de las trabajadoras. Según confirman fuentes vecinales a este medio: dentro del bloque tienen problemas de convivencia por culpa de tres personas en concreto, dos okupas y un vendedor de droga a domicilio.
REINA AMALIA II
Andrés, un nombre inventado para preservar su anonimato, es argentino y aterrizó en Barcelona hace más de dos décadas. Desde hace años, es vecino del Reina Amalia II y es testimonio directo de lo que pasa en el interior del edificio. En su misma planta vive uno de los okupas: "Es un argelino de unos 45 años que se instaló aquí hace unos seis meses. El Ayuntamiento está al tanto de la situación, pero dicen que no pueden hacer nada. No puedo entender cómo esto puede pasar en un país del primer mundo", lamenta.
Este hombre no es el único que, presuntamente, vive de manera ilegal en el edificio del Raval. Tal como explica el argentino y otra de sus vecinas, desde hace una década, hay otro piso en el que viven familiares del antiguo usufructuario, que falleció. Fue entonces cuando aprovecharon para entrar en su domicilio, okupando una vivienda que tendría que ser para ancianos que lo necesitan.
INSEGURIDAD
El edificio es propiedad del Institut Municipal de l'Habitatge i Rehabilitació (IMHAB) que tiene los objetivos generales de "ofrecer una vivienda adaptada, segura, confortable e integrada en la comunidad y que cuente con el soporte necesario", según consta en la web del Ayuntamiento. Los vecinos lamentan que no se puedan cumplir estas condiciones y que no tengan toda la seguridad que desearían.
Los comerciantes de la zona y los residentes del bloque confirman a este medio que, además de los pisos okupados, tienen otro problema aún más grave: el presunto tráfico de drogas que hay en el interior del edificio. Las fuentes señalan directamente a un vecino de la cuarta planta que, desde hace más de 10 años, presuntamente, vende droga con total impunidad.
"Vive justo encima de mí y los problemas que genera son insoportables. Hace mucho ruido y no para de entrar y salir gente constantemente. Lo peor es que la dirección del Reina Amalia II está al día del caso, pero lo niegan todo y al final los perjudicados somos nosotros", dice una anciana, harta de no poder estar tranquila en su propia casa por culpa del narcotraficante.
SILENCIO INSTITUCIONAL
Los vecinos explican a Metrópoli que el tráfico de drogas sigue el mismo modus operandi que cualquier narcopiso: los clientes entran, pican al timbre del hombre, cogen la droga y se van. A pesar de que nunca han tenido ningún problema con los toxicómanos, esta situación crea incertidumbre entre los ancianos, ya que son personas estrechamente relacionadas con el mundo de la delincuencia con todo lo que esto puede suponer para su seguridad.
Este secreto a voces no solo se queda entre las paredes del edificio. Los comerciantes de la zona tienen constancia de los hechos, que han normalizado después de tantos años. Metrópoli ha intentado contactar con la dirección del inmueble, pero a fecha de la publicación, no ha obtenido respuesta. Por otra parte, fuentes del consistorio municipal explican que el Institut Municipal de l'Habitatge de Barcelona (IMHAH) "trabaja para resolver todas las incidencias que se dan en las viviendas y para garantizar la convivencia entre los vecinos", una convivencia que, según los afectados, desde hace más de una década, es inexistente.