El Gòtic es, sin dudas, uno de los barrios más antiguos de Barcelona. El céntrico distrito de Ciutat Vella aglutina, como su propio nombre indica, la ciudad vieja, la antigua metrópolis que con el paso de los años se ha acabado convirtiendo en la jungla urbana que es hoy en día, solo delimitada por la sierra de Collserola, el Mar, el río Besòs y las poblaciones del Llobregat, como Cornellà, Hospitalet o Esplugues.
Sin embargo, uno podría pensar que el nombre de barrio gótico, por descriptivo y representativo, no cuadra con el nombre que pudiera tener en la Barcelona de antaño. Y estaría en lo cierto. Y es que barri Gòtic es un nombre que no se acuñó hasta principios del siglo XX, en 1911, en un intento del Ayuntamiento que, alineado con la burguesía local, quiso reflotar el centro de la ciudad mientras esta se expandía absorbiendo pueblos y edificando el Eixample.
ASPECTO MEDIEVAL
En el intento de las autoridades por hacer más atractivo el barrio, se quiso enfatizar ese profundo aspecto medieval que emana de cada rincón, una época que ya era atractiva hace más de un siglo. El proyecto de nuevo nombre surgió a a partir de la Exposición Universal de 1888. El Alcalde de entonces, Rius i Taulet comenzó un proceso de transformación, tirando todas las construcciones sin valor patrimonial y reconstruyendo los alrededores de la Catedral, monumento que daba entonces nombre al barrio.
En efecto, el Gòtic se llamaba el barri de la Catedral.
Cabe destacar que algunos de sus rincones más icónicos, como la plaza de Sant Felip Neri, el puente de la calle del Bisbe u otros edificios icónicos son posteriores. Asimismo, algunos elementos del barrio se restauraron o se construyeron utilizando un estilo medievalesco que no desentonara con el alma de este barrio, por el que todavía es un placer perderse y descubrir lo mucho que tiene que ofrecer.