Los narcopisos se han convertido en uno de los principales problemas de seguridad del Raval. Su presencia en el barrio trae numerosas consecuencias para los vecinos que ven, con impotencia, cómo los camellos delinquen con total impunidad. En el número 13 de la calle de la Reina Amàlia, la situación está llegando a un "punto insostenible", aseguran las fuentes vecinales consultadas por Metrópoli.
La peculiaridad de este narcopiso es que se trata de un "negocio familiar" liderado por Sonia --propietaria del inmueble-- y sus hijas. Según confirman los Mossos d'Esquadra, al no tratarse de un piso okupado, no pueden echarlas. Los vecinos solo tienen dos opciones: o abandonar el barrio o resignarse a vivir entre múltiples problemas de convivencia generados tanto por Sonia como por sus clientes.
"Nos está haciendo la vida imposible"
"Hace años que me compré el piso en este bloque, no tenía ni idea de la existencia de esta mujer. Nos está haciendo la vida imposible", lamenta Ferran, uno de los afectados. El hombre --bajo un nombre anónimo-- explica detalladamente el calvario al que se enfrenta por la presencia del clan familiar del tercer bloque. "Es una persona problemática y agresiva, hemos puesto muchas denuncias, pero nadie hace nada", asegura.
Laura Font, otra de las afectadas, ha explicado en un hilo de X (Twitter) el modus operandi de este clan gitano. Todo comenzó a principios de 2020, cuando los vecinos se armaron de valor y decidieron denunciar los hechos. Tras seis meses de investigación, los Mossos detuvieron a la matriarca --que acumulaba varios antecedentes por hechos simulares-- y desmantelaron el punto de droga, cuyos productos estrella eran el hachís y la cocaína.
El clan de los narcopisos en el centro de Barcelona
Casi cuatro años más tarde, la presunta narcotraficante ha regresado al piso de la calle de la Reina Amàlia y, con ello, otra vez han vuelto los problemas. "La hija mayor tiene una relación sentimental con un hombre dominicano que controla varios narcopisos en el Poble-sec. Los suministradores oficiales son un clan pakistaní", asegura Font, que ha recordado lo desagradable que era ver a los clientes bajo los efectos de las drogas orinando, deambulando e insultando a todas las personas que se cruzaban en su camino.
Este escenario que tanto incivismo generaba vuelve a ser una realidad y las esperanzas de que desaparezca brillan por su ausencia. La policía ya ha alertado a los vecinos de que "no pueden hacer nada". "Normalmente, los narcopisos suelen ser inmuebles okupados. Lo que se hace en esos casos es recuperar la propiedad y detener a los responsables, pero lamentablemente si el piso es propiedad de la delincuente, es complicado", aseguran fuentes de los Mossos d'Esquadra a Metrópoli, que explican que en este inmueble no se consume droga, sino que "solo" se vende.
Una matriarca 'agresiva, loca y con drogadicciones'
Los problemas que genera la matriarca son múltiples y, según Ferran, "no hay ni un día de descanso". "Sus clientes pican los timbres de todos los pisos a todas horas, hay ruidos constantes, peleas y un sinfín de conflictos". Ferran, junto a otras fuentes vecinales, señalan a Sonia como una persona "agresiva" y con "drogadicciones". Su forma de instaurar el clan de la droga ha sido a base de hacerles la vida imposible a sus vecinos, a los que "ha agredido en más de una ocasión", aseguran las citadas fuentes.
A pesar de que Sonia es la líder de la presunta organización criminal, no actúa sola. Lo hace junto a sus hijas que, supuestamente, también formarían parte de la trama. "La policía la ha pillado en más de una ocasión con las manos en la masa vendiendo droga, pero nunca hay consecuencias para ella, no entendemos cómo puede cometer tantas ilegalidades y que no entre en la cárcel", reitera Ferran, que asegura que a pesar de las múltiples quejas y denuncias, sigue vendiendo drogas sin ningún tipo de consecuencia legal.
"El Raval, un contenedor del conflicto social"
La policía catalana remarca su compromiso de seguir luchando contra los narcopisos. De hecho, hace casi dos años, crearon una unidad especializada en la erradicación de este tipo de viviendas ilegales. Además, tal como se desglosa en el Plan Local de Seguridad 2024-2027 del Ayuntamiento de Barcelona, la Guardia Urbana ha colaborado activamente con los Mossos en 132 entradas por delitos contra la salud pública, recuperando 52 inmuebles y deteniendo a 171 personas en 2023.
A pesar del aumento de la actividad policial, según los datos del último Balance Trimestral de Criminalidad, el tráfico de drogas ha subido un 6,1% durante los primeros tres meses del año. Precisamente este ha sido uno de los temas tratados en el último Consell de Barri del Raval, celebrado el pasado 18 de junio. Albert Batlle, teniente de Prevención y Seguridad y concejal de Ciutat Vella, ha asegurado que "está muy preocupado por este tema". "No podemos seguir en esta situación, el Raval se ha convertido en el contenedor del conflicto social", decía en el consell.
Preguntado por posibles soluciones, el edil socialista asegura que "no se pueden matar moscas a cañonazos" y que tanto la Guardia Urbana como los Mossos están "acotando y presionando para combatir el negocio criminal de la droga". Además, ha recalcado el papel clave de la Agència de Salut Pública y de la Administración para erradicar este conflicto.
Metrópoli se ha puesto en contacto con Sonia, la presunta narcotraficante, pero a fecha de publicación no ha obtenido respuesta.