Crisis en las Galeries Maldà del Gòtic. Reino de Juguetes, la empresa que recuperó el espacio hace siete años, ha bajado la persiana de todos sus locales a excepción de la tienda de Harry Potter, tal como ha confirmado su fundador, Rubén Sánchez, a Metrópoli. Un éxodo comercial que ha dejado a las galerías más antiguas de Barcelona huérfanas de la cultura friki que las hizo renacer. “Me sabe muy mal que haya acabado así”, lamenta Sánchez.
El joven empresario badalonés aterrizó en Galeries Maldà en octubre de 2017, cuando estas pasaban por su peor momento. Pero la apertura de la primera tienda de España –y la segunda de Europa– especializada en el popular mago de J.K. Rowling devolvió a la vida al histórico del retail barcelonés. Tal fue su éxito que, tres años más tarde, Sánchez administraba casi una veintena de locales, todos orientados al mundo del cine y de los videojuegos.
Pero hace apenas un mes, y para la sorpresa de los barceloneses, Reino de Juguetes dijo adiós a una era y se despidió de Galeries Maldà para siempre. “A última hora decidimos mantener la tienda de Harry Potter por lo que significa tanto para nosotros como para las galerías”, expresa con tristeza Sánchez a este digital.
Abandono municipal
Según ha podido conocer este diario, el cierre masivo ha sido consecuencia de la suma de tres factores. El principal, la falta de apoyo por parte del Ayuntamiento de Barcelona, tal como ha destacado Sánchez, lo que ha puesto en jaque en reiteradas ocasiones la continuidad de las galerías. “Me he sentido abandonado”, comparte el mismo, que nos pone un claro ejemplo: “Después de la pandemia, las galerías estaban en mal estado. Con mi equipo pintamos paredes que no nos pertenecían para que los barceloneses se lo encontraran en perfectas condiciones. Nadie nos lo agradeció”.
El CEO fundador de Reino de Juguetes expresa lo difícil que es mantener un pequeño negocio en la ciudad, cada día más hostil con el comercio local. “Los proyectos diferentes, con encanto, se tienen que cuidar, y el Ayuntamiento no lo ha hecho”. En este aspecto, Sánchez incide en su gran labor por resituar en el mapa comercial barcelonés a las Galeries Maldà. “La gente las conoce gracias a mí”, sentencia.
Él no es el único que cree que el gobierno municipal “no ha hecho bien las cosas”. Bettina Aparicio, propietaria del complejo, ha perdido la esperanza en el gobierno: “he visto pasar cinco regidores de distrito diferentes y ninguno se ha interesado por las galerías. Hemos hecho varias propuestas para darle otros usos al espacio y así salir adelante, pero nos las han denegado todas”. Preguntados por este medio, el Ayuntamiento de Barcelona se ha abstenido a hacer declaraciones.
Cambio de estrategia
La competencia ha sido otro de los motivos por los que Sánchez se ha visto obligado a abandonar el barco. “Como los productos que vendo ahora se pueden encontrar por internet o en todos los centros comerciales convencionales, la gente ha dejado de venir”, lamenta a este medio. Esto le ha forzado a hacer un cambio de estrategia. Lo más difícil, abandonar las Galeries Maldà, pero no sin antes abrir nuevos puntos de venta en diferentes ciudades de España, donde cuenta con 13 tiendas especializadas en Harry Potter.
En las galerías, ya lo echan de menos. “Está todo más cojo”, destaca Aparicio, que celebra que se mantenga la tienda del popular mago de J.K. Rowling, porque, si no, “sería una pena”. De 18 locales que tiene bajo su propiedad, a Sánchez le alquilaba ocho. “Él relanzó las Galeries Maldà con un nuevo posicionamiento que no tenía, pero que le hacía mucha falta”, destaca la misma, que añade que “lo ideal sería encontrar una temática que nos volviera a unir como galería”.
Precios desorbitados
Al último factor que hace referencia Sánchez es a los “desorbitados” precios del alquiler en el centro de Barcelona. Ahora mismo, según nos confirman fuentes internas de las galerías, el metro cuadrado está a 35 euros. Solo por la tienda de Harry Potter, de 200 metros cuadrados, el empresario badalonés paga 7.000 euros al mes. “Las galerías están muy cotizadas. Cuando entré en 2017, el metro cuadrado estaba a 10 euros”, explica el mismo.
Galerías ‘malditas’
Ahora, el futuro de las Galeries Maldà vuelve a estar en el aire. Por lo que Sánchez sabe, todos sus locales ya han sido alquilados, aunque desconoce lo que abrirán en su lugar. “Al menos, siempre quedará nuestro corazón”, expresa con melancolía a este digital. A lo que este joven empresario se refiere es a la tienda de Harry Potter, la razón por la que hoy en día su negocio es tan conocido.
Además de este, Sánchez también ha mantenido el local contiguo, en el que nos avanza que abrirá una tienda dedicada a Willy Wonka. “Por petición popular de los barceloneses”, apunta con una sonrisa.
Historia de Maldà
Las Galeries Maldà se construyeron en 1942 en el palacio del Baró de Maldà (Rafael d’Amat i de Cortada, nieto del Virrei Amat que da nombre al actual Palau de la Virreina). Fueron las primeras de Barcelona, convirtiéndose en el centro comercial por excelencia de la burguesía. El antiguo palacio tenía unos jardines en la calle del Pi con unos anexos donde se habilitaron las caballerías para guardar los carruajes. La zona más noble del palacio es donde actualmente están los cines, y donde se ha instalado la gran pantalla antiguamente se organizaban espectáculos de marionetas, muy característicos de aquella época.
Galeries Maldà está formada por 50 comercios, que ocupan una extensión de 1.200 metros cuadrados, según datos facilitados por Barna Centre. Existen tres entradas diferentes: por la calle del Pi, por la plaza que lleva el mismo nombre y por Portaferrissa. En esta última es donde se ubican las tiendas de souvenirs, 10 en total.
Al ser las primeras galerías de Barcelona, pronto fueron un referente comercial en la ciudad, con épocas de auténtico esplendor. Por aquel entonces había tiendas de especialidad diversas que los vecinos del barrio del Gòtic aún recuerdan con estima: el local de reparación de juguetes; Mobles Maldà; la famosa Mallorquina, que inició su negocio en las galerías; o los cestos Picó.
División en la gestión
A principios de 1900 el barón Maldà dividió su herencia entre cuatro y el emplazamiento se fragmentó por pasillos. Dos de los herederos decidieron reformarlo, pero otro vendió cada tienda a un propietario distinto, que lo alquiló a pakistaníes que han abierto locales de souvenirs. Esta organización ha provocado muchos altibajos en las galerías, que no han conseguido unificar la gestión del espacio.
A finales de los 90 su popularidad cayó en picado, hasta 2017, cuando entró en juego Rubén con Reino de Juguetes. Con la llegada de nuevos comercios de juegos de mesa y tiendas tematizadas (Harry Potter, Pokémon, Juego de Tronos o Superhéroes), el espacio se revitalizó, convirtiéndose en un referente del fenómeno ‘friki’ en la capital catalana.