Rubén Sánchez, el "príncipe" que devolvió la magia a las “gafadas” galerías Maldà
El CEO de Reino de Juguetes ha conseguido revalorizar el emblemático espacio con la apertura de tiendas temáticas
8 octubre, 2020 00:00Noticias relacionadas
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“No he tenido suerte, ha sido picar piedra”. Así define su éxito Rubén Sánchez, consejero delegado de Reino de Juguetes, la empresa que devolvió la magia a las Galerías Maldà.
Este badalonés de 35 años comenzó su andadura hace seis años con tan solo 300 euros: "Comencé con una tienda online que vendía productos de Frozen. No tenía presupuesto económico, pero el presupuesto de ilusión era infinito”, explica a Metrópoli Abierta.
UN CRECIMIENTO INESPERADO
La quimera de Rubén se convirtió en una realidad al poco tiempo de empezar: “A la semana tenía cien pedidos, algo inédito”, asegura. Fue entonces cuando decidió alquilar un local humilde de Sant Andreu. “El fenómeno Frozen estaba en auge y pedí a dos amigas que se disfrazaran de las protagonistas. El 5 de octubre del 2015 cientos de niños y familias aparecieron caracterizados de la película de Disney en las afueras de la tienda”, explica orgulloso.
Aunque las ganas de este autónomo eran abrumadoras, los inicios no fueron fáciles. Pocos le tomaban en serio cuando hablaba de impulsar tiendas temáticas en Barcelona: “Al crear Reino de Juguetes me autocoroné como 'Príncipe Rubén'. Muchos se reían de mí. Fue como cuando Julia Roberts cuando va a comprar y no le hacen caso en Pretty Woman”.
LAS GALERÍAS MALDÀ, UN CEMENTERIO DE LOCALES CERRADOS
A medida que Reino de Juguetes crecía, pasó por otra tienda en el mismo barrio barcelonés, hasta que un contratiempo hizo que Rubén se volviese a replantear su ubicación: “Un proveedor madrileño me pidió como favor que le buscara un local en el centro de la ciudad. Todos los alquileres estaban altísimos. Desesperados, nos sentamos a tomar un café en la plaza del Pi y de repente me fijé en el cartel de las Galerías Maldà. Mi amiga me dijo ‘esto está gafado’”.
A principios de 1900 el barón Maldà dividió su herencia entre cuatro y el emplazamiento se fragmentó por pasillos. Dos de los herederos decidieron reformarlo, pero otro vendió cada tienda a un propietario distinto, haciendo que se convirtieran en un espacio sin sentido. "Era un cementerio de locales cerrados”, describe.
LA PRIMERA TIENDA DE HARRY POTTER EN ESPAÑA
A pesar de lo poco tentadoras que parecían las galerías, un impulso hizo que se interesara por el espacio. Al proveedor que había pedido ayuda a Rubén no acabó de convencerle, pero el empresario se vio tentado al recibir una oferta: “Me dijeron que por qué no me lo quedaba yo. Me igualaban el alquiler y me lancé a la piscina”.
El joven, por entonces afincado en Barcelona, decidió aceptar y montar la primera tienda de Harry Potter en España en la capital catalana. A pesar de que la apertura se produjo dos meses después del atentado de La Rambla, el recibimiento fue prometedor, aunque ni él ni sus pocos empleados se esperaban lo que estaba por venir.
LA LOCURA DE DARSE A CONOCER EN BARCELONA
“Un 25 de enero, después de la campaña de Reyes, pasó por la tienda un periodista de un reconocido medio y nos ofreció hacer un reportaje. Aceptamos encantados”, relata. La repercusión del artículo fue inaudita: “Cuando se publicó el reportaje comencé a actualizar Facebook pensando que se había vuelto loco. No dejaban de multiplicarse los comentarios. La noticia se estaba viralizando”, asegura.
El establecimiento inspirado en la saga fantástica se dio a conocer entre el público barcelonés y ese mismo sábado ocurrió lo inesperado: se formaron colas kilométricas de fanáticos de J.K. Rowling a las puertas del pequeño local. “No estábamos preparados para aquel boom. Disfracé a mis amigos para que entretuvieran a los clientes que esperaban para entrar, ofrecíamos chucherías para que no se desesperaran. Queríamos cuidar eso, era nuestra lotería”, explica Rubén.
REINO DE JUGUETES, UN IMPERIO EN CRECIMIENTO
Cuando aquel día cerraron las galerías, el propietario no daba crédito a lo que acababa de ocurrir: se había cumplido su sueño. Lejos de festejar su primera victoria, la mente de este soñador empezó a maquinar: “Al lunes siguiente me fui al banco a buscar financiación. Pedí que me ayudaran porque quería alquilar los máximos locales que se pudieran de la galería. Lancé una oferta a cinco que había libres y me la aceptaron”.
El trabajo incansable de Rubén y su equipo hizo que a lo largo de tres años pudieran inaugurar 17 tiendas en las Galerías Maldà y tres en el centro comercial X-Madrid. Las Galerías Maldà volvieron a tener vida con la llegada de los establecimientos temáticos y los "pasillos negros y vacíos" se convirtieron en lugares de paso llenos de color para los fanáticos de Disney, Funko Pop o Dragon Ball. Además, los locales del emplazamiento barcelonés también se revalorizaron económicamente, llegando a posicionarse como uno de los centros comerciales más demandados del centro de Barcelona.
LOS EFECTOS DEL CORONAVIRUS
Todo iba a las mil maravillas para Reino de Juguetes. Algunas de sus tiendas como el Super Friki Market llegaron a tener proyección internacional y las ventas no dejaban de crecer, pero el mes de marzo de este año todo cambió. Rubén Sánchez se encontró en la misma encrucijada que millones de autónomos: la pandemia y los efectos económicos del coronavirus.
“Fue horrible, me lo imaginé a lo Walking Dead”, describe. Aunque los arrendadores le ayudaron y se adaptaron a las circunstancias, las ventas se paralizaron y tuvieron que subsistir vía online, como en los inicios de la empresa.
UNA REAPERTURA A LO GRANDE
El CEO de Reino de Juguetes se vio obligado a pedir un crédito ICO para afrontar la situación. Sus empleados estuvieron en ERTE varios meses y prácticamente se quedó solo: “Mandé correos electrónicos cada semana a mi equipo. Incluso llegué a ofrecerles dinero por si lo necesitaban, aunque me quitara de mí", recuerda Sánchez.
Cuando la situación se estabilizó en Barcelona y las administraciones les permitieron volver a abrir, Rubén sintió que todavía no era “el momento”: “Me estaba mordiendo las uñas, pero teníamos que abrir por la puerta grande".
Durante esas semanas, amplió algunas tiendas, agrandó los espacios para que hubiera una mayor seguridad. Era importante adaptarse a la situación actual. “Pintamos partes de las galerías que ni me pertenecen, pero tenía ganas de que después de cuatro meses la gente se alegrase al volver. Abrimos el 3 de julio con cola para entrar en la galería. Las ganas que tenía el público hicieron que fuera espectacular”, cuenta a este medio.
NUEVAS APERTURAS
Aunque todavía no han recuperado las pérdidas, la situación se ha normalizado en la compañía. “Hay algún contrato que no se ha renovado, pero he hecho lo posible por recuperarlos a todos y reubicarlos en las tiendas nuevas”. “Estoy muy orgulloso porque Reino de Juguetes en Barcelona, desde julio, no tiene ERTE. Es más, he dado altas”, comenta con dicha el empresario.
“Remar contra marea” es el leitmotiv que caracteriza a esta compañía barcelonesa. A pesar de la situación económica actual, desde el desconfinamiento ha abierto cinco nuevos establecimientos en las Galerías Maldà: Woncandy, una chocolatería inspirada en Charlie y la Fábrica de Chocolate; Frikipuzzles, un “hijo del confinamiento”; la Poketienda, inspirada en el universo Pokémon; Power Magic Girls, la primera tienda de feminismo friki en la capital catalana y Luffy's Shop, de One Piece, “una de las tiendas más bonitas de la galería”.
ILUSIÓN EN UN FUTURO INCIERTO
“Estamos sembrando semillas mágicas”, asegura Rubén. Este soñador apunta que las ganas y la ilusión son lo único que puede cambiar la situación actual. “Aquí hay 40 corazones, 40 personas que nos dejamos la piel. Somos luchadores de pico y pala”. De esta forma describe a Ismi Mouse, Marquesa Gina, David Devil, Capitán Roger, Ingrid Poppins, Duquesa Maite y todos los otros empleados con los que ha logrado salir adelante pese a la vorágine del Covid-19.
Aunque el futuro es incierto, Rubén fantasea con agrandar los límites de su reino. La empresa barcelonesa prepara con entusiasmo nuevas aperturas y el crecimiento del público friki en Barcelona afianza su decisión: “Si nuestros padres iban a comprar las sábanas a un local de la calle Urquinaona especializado en ello, ¿por qué no puede haber una tienda de Willy Wonka o de Walt Disney? En nuestra generación estamos totalmente liberados”, asegura el CEO.