Un pasaje del barrio del Raval

Un pasaje del barrio del Raval Òscar Gil Coy Barcelona

Ciutat vella

Vecinos del Raval se blindan: contratan seguridad privada ante el miedo a robos y okupaciones

Según ha podido saber Metrópoli, algunas comunidades recurren a vigilantes para proteger edificios y calles, ante la sensación de abandono y la falta de seguridad

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La sensación de inseguridad se traslada más allá de los bares y restaurantes del Raval. Vecinos de varias comunidades han decidido contratar empresas de seguridad privada para vigilar sus edificios y calles.

Una respuesta a la que sus residentes se aferran con desesperación ante los robos, okupaciones y la presencia de drogodependientes en la vía pública.

Una ventana en el barrio del Raval

Una ventana en el barrio del Raval Òscar Gil Coy Barcelona

Protección de vecinos

Ya no nos fiamos de que alguien vaya a venir a patrullar nuestras calles”, explica uno de los residentes de un edificio de la calle d’en Roig, que prefiere mantener el anonimato.

La medida, explican, busca proteger tanto a los vecinos como a los locales comerciales cercanos, que también sufren hurtos y actos vandálicos.

Problemas desplazados

Según varios portavoces vecinales, la decisión de recurrir a seguridad privada no es aislada: las obras de la Rambla y la concentración de personas sin techo y drogodependientes han desplazado parte de los problemas a las calles colindantes, incrementando la sensación de vulnerabilidad.

Es triste tener que pagar por sentirnos seguros en nuestra propia casa, pero ya no vemos otra salida”, comenta otra vecina.

Un comercio con la persiana bajada en el Raval

Un comercio con la persiana bajada en el Raval Òscar Gil Coy Barcelona

Un complemento

Los expertos recuerdan que la proliferación de empresas de vigilancia privada es un fenómeno creciente en barrios con alta densidad y problemas de convivencia.

Sin embargo, alertan de que la seguridad privada solo complementa, pero no sustituye, la labor policial y las políticas públicas de prevención y reinserción.

Mientras tanto, en el Raval, los vecinos, comerciantes y trabajadores de hostelería coinciden en la misma sensación: la convivencia se tensiona, y cada día se ven obligados a buscar soluciones propias para proteger sus hogares y negocios.