Ya sea una cena en el bar de la esquina, un regalo de cumpleaños o la última versión del smartphone de turno, cualquier compra con tarjeta deja un rastro electrónico que se puede seguir y, si cuentas con la infraestructura adecuada, permite dibujar un mapa de Barcelona alejado de la tradicional división administrativa de distritos y barrios. Como las personas no entienden de líneas en un plano, un mapa de los gastos elaborado por BBVA refleja con gran precisión los hábitos de barceloneses y turistas en la ciudad.
El departamento de Data & Analysis ha realizado un estudio en Barcelona, Madrid y México DF que, a bote pronto, deja conclusiones interesantes, como que en Madrid los turistas gastan más en los alrededores de monumentos y museos que en Barcelona o que Sant Antoni y Poble Sec son las zonas más de moda para salir a cenar y tomar algo. También muestra que los vecinos de Sarrià tienen más en común con los de Pedralbes que con los de Sant Gervasi, que a su vez llevan un estilo de vida más parecido a Gràcia.
REORDENAR LAS FRONTERAS
El proyecto Urban Discovery ha analizado 50,7 millones de transacciones (de forma anónima y agregada) realizadas a lo largo de un año en más de 175.000 comercios de Barcelona. Con estos datos en la mano, ha creado una herramienta interactiva que no solo muestra los patrones comerciales de la ciudad, sino que además “reordena las fronteras urbanas” e identifica las zonas más turísticas, residenciales o con compradores más jóvenes.
Información que, si bien quizá no sorprende a muchos barceloneses porque lo han aprendido en su día a día, ofrece una nueva perspectiva de la ciudad a entidades, empresas y administraciones. “La ciencia de datos nos permite comprender mejor las dinámicas en estas ciudades, examinar el uso que hacen de ellas los ciudadanos según su estilo de vida y describir la especialización de cada zona, sus patrones y actividades predominantes”, explica el responsable de Análisis Territoriales de BBVA Data & Analytics, Juan Murillo.
“La Diagonal es una avenida que separara físicamente Barcelona en dos partes, pero en el momento de analizar los hábitos de compra se ve cómo las macrocomunidades están partidas a los dos lados”, señala el científico de datos de Data & Analytics, Juan de Dios Romero, cuyo departamento ha usado datos micro como los de este estudio “para replicar con éxito estadísticas del INE" e ir a niveles muchos más bajos. Los centros comerciales de la Illa Diagonal, Glòries y Diagonal Mar, por ejemplo, actúan como vertebradores de la actividad comercial de sus zonas a uno y otro lado de la avenida.
TURISMO CONCETRADO
Otro de los resultados más interesantes del mapa interactivo es que permite analizar el turismo y la huella que deja en el tejido comercial. A los ya consabidos gastos en Passeig de Gràcia o en la Rambla, el proyecto Urban Discovery constata que hay “zonas turísticas como Montjuïc o el Park Güell que tienen una densidad comercial muy baja y los datos demuestran que los turistas no gastan más allá de la visita cultural”, ya que después de visitar las fuentes o el icónico parque de Gaudí se vuelven al centro para cenar.
Romero considera que este tipo de información puede ser muy útil para las administraciones públicas y por eso los datos son abiertos y se pueden descargar para su posterior análisis. “No todo es economía ni tienen que basarse las políticas públicas en función de la actividad comercial, pero si se complementan estos datos con información de movilidad, telefonía o urbanismo, los ayuntamiento pueden planificar mejor sus políticas”, afirma. Dotar al Paral·lel, Vallcarca y Horta de una oferta gastronómica y comercial más variada permitiría, por ejemplo, centrifugar el turismo que masifica el centro de la ciudad, uno de los objetivos que se ha marcado el Ayuntamiento de Barcelona para los próximos años con el PEUAT.