La cerveza artesana se consolida en Barcelona. La cerveza producida en Cataluña mueve 45 millones de euros, el 2% de la cuota de mercado, una cifra muy inferior al 12% de Alemania, al 14% de Italia o al 51% de algunas zonas de Estados Unidos, el paraíso para quienes disfrutan del lúpulo. En 2019, 35.000 personas asistieron en L'Hospitalet de Llobregat al Barcelona Beer Festival y 30.000 participaron en la Fira del Poblenou. "El coronavirus ha frenado su expansión y la recuperación será lenta, pero el militante seguirá bebiendo cerveza artesana", recalcan Judit Càrtex y Aitor Labrador, autor del libro Cerveza para Dummies. El Jazz (PobleSec) y el desaparecido Steve Huxley marcaron el punto de partida. Hoy, muchos barceloneses siguen su legado tras cambiar la cerveza industrial por otras mucho mejor elaboradas.

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La cerveza artesana era un rara avis en 2008. Susana Giner y María Hernández abrieron el 2D2Dspuma en la calle Manigua, en Congrés-Indians. La mayoría de las cervezas eran desconocidas para el gran público. La demanda se disparó y pronto se trasladaron a otro local mucho más grande. Para algunos devotos del lúpulo, el 2D2Dspuma fue su referencia para abrir nuevos negocios: bares, bodegas y brewpubs con una amplia oferta de cervezas de calidad, de elaboración propia, nacionales o de importación.

“Nos interesamos por las cervezas más elaboradas, selectas, con sabores frutales, de café, con todo tipo de especias, por las turbias....”, explica Susana. Hoy, el 2D2 vende cerveza al detalle, al por mayor y por internet. Y También tiene un bar con terraza. Durante la crisis del coronavirus, las ventas por internet, como en otros sectores, se han disparado. “Hay más variedad de cervezas que de vinos y la alta restauración ya se ha introducido en el mundo de la cerveza”, recalca.

Susana Giner, una de las propietarias de la tienda de cervezas 2D2Despuma junto a María Hernández / J S



Susana Giner posa con una botella en el 2D2Dspuma, en su tienda del Congrés-Indians.

En el 2D2 se organizan cursos de elaboración y talleres de maridaje de cerveza y quesos. Y catas de introducción a la cerveza. En la tienda tienen entre 600 y 1.000 referencias distintas. En Navidad, las ventas se disparan y Susana recuerda que la cerveza más cara que ha tenido era de la marca Mikkeller. La botella, de 1,5 litros, costaba 80 euros y tenía 20,1 grados. En el 2D2 tuvieron 12 de las 170 botellas de una edición muy limitada. Otra cerveza muy cotizada fue la Tactical Nuclear Penguin, de 32 grados. La botella, de 33cl, costaba 60 euros.

El 2D2, como tantos negocios, tendrá que reinventarse tras la crisis del coronavirus. “Vamos a reorientarnos: menos distribución y más cliente final”, recalca Susana. Las IPA, las New England IPA, las Pastry y las Pils son los estilos que dominan en la actual escena cervecera.

Cerca del 2D2 está el Beering Barcelona, en la calle Navas de Tolosa, 355. Y en La Sagrera pega fuerte el Cyclic Beer Farm, en la calle de Coll 37, que fabrica cervezas más ácidas que podemos encontrar en el Garage y en el Rosses i Torrades.

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El Eixample, sobre todo entre las calles Urgell y Aribau, y entre Consell de Cent y Diputació, es el distrito barcelonés con mayor concentración de cervecerías. Y su templo es el BierCaB. Con 30 tiradores, combina la mejor oferta cervecera con tapas de autor en un local con mesas de madera y techos de diseño. Manolo, de 49 años, es el jefe. “Empecé a engancharme a la cerveza hace 15 años”, bromea. Antes del BierCaB trabajó en el Freiburg, una cervecería situada en Collblanc, muy cerca del Camp Nou.

“El BierCaB es un proyecto que nació de la pasión de un grupo de amigos por la cerveza artesana”, explica Manolo. Montaron un local a lo grande, que habitualmente está abarrotado. Con las mejores cervezas de todo el mundo. “Yo busco la calidad; me da igual el país. Me gusta probarlo todo y me quedo con las cervezas que me aportan algo distinto”, recalca.

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Visión panorámica de una parte de la tienda del BierCaB, en la calle Muntaner

Situado en la calle Muntaner 55, en el BierCaB se pueden degustar cervezas de todos los estilos. Las IPA siguen de moda, pero Manolo también reivindica el estilo Sour, cervezas más ácidas, hechas en madera y de fermentación espontánea. Una buena Pilsen es otra opción muy interesante. Y, por supuesto, una New England IPA, cervezas más dulces, afrutadas y fáciles de beber. Gastronómicamente, la oferta también es completa. Destacan las bravas, los ceviches y el sashimi de corvina.

Manolo todavía no sabe cuándo abrirá el BierCaB. Asume que le perjudicará la caída del turismo pero, sobre todo, las restricciones en el aforo. Antes de la crisis del coronavirus tenía 11 trabajadores que espera reincorporar poco a poco. Una cosa tiene clara: “El bar siempre será el bar”. También augura que el turismo y los buenos tiempos volverán a Barcelona. “No hay que rendirse. La cerveza artesana todavía tiene mucho mercado en Barcelona y en España”, sentencia desde la tienda que tiene al lado del bar. En ella hay unas 500 cervezas distintas. Una ellas, belga y de 10 litros, cuesta 500 euros.

ROSSES I TORRADES

David Pié era delineante y con 45 años se quedó sin trabajo. En 2009 tenía claro que quería montar su propio negocio. Tenía ideas, pero muy pocas certezas. No sabía cómo y hacia dónde enfocar su futuro laboral. Un día, mientras degustaba una buena cerveza y atraído por las primeras ofertas del sector, tuvo un presagio y apostó fuerte por él. Un año después, en 2010, abría Rosses i Torrades, la primera bodega de cervezas artesanas del Eixample, con más de 400 variedades distintas de todo el mundo.

“La calidad es innegociable. Quiero cervezas buenas, bien hechas, sin sorpresas”, detalla Pie en conversación con Metrópoli Abierta, en su tienda de la calle Consell de Cent, 192. En diciembre, el Rosses i Torrades celebrará su décimo aniversario y David, con un poco de vergüenza, recuerda que “la cerveza que más vendía al principio era la Duff, por los Simpson”. “Hoy, la gente es mucho más exigente a la hora de degustar una cerveza”, añade.

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Exposición de cervezas del Rosses i Torrades.

En el Rosses i Torrades también se puede degustar una buena cerveza. De botella o lata. O las de fabricación propia. Tiene, además, tres tiradores “con mucho lúpulo, porque el estilo IPA es el que más gusta”. “Siempre tenemos The Oncle, nuestra marca”, insiste David. “Esta cerveza es un tributo a dos grandes cervezas americanas que llevan el nombre de dos figuras históricas de la antigua Roma: Pliny de Elder y Pliny the Younger, tío y sobrino”, remarca. En la bodega encontramos cervezas catalanas (Rec, Espiga, Marina y Enrgorile, entre otras), del resto de España, inglesas, noruegas, etcétera. Y, bien visible, encontramos una joya para los devotos del lúpulo: una St.Bernardus de seis litros. Cuesta 250 euros y, muy ilusionado, promete que la abrirá antes de que termine 2020.

El Rosses i Torrades tiene una clientela variada. Gente del barrio y cerveceros exigentes. Destaca también una gran colección de vinilos. Le encantan los 60, pero se adapta a todos los gustos y estilos musicales. A todos “menos el hardcore”, bromea. La tranquilidad de los días laborales se transforma en un encuentro de amigos muy animado los viernes por la tarde-noche que espera recuperar muy pronto. Porque nada mejor que un buen trago para olvidar el coronavirus y superar la actual crisis. El suyo es un negocio personal, sin cargas laborales, y visualiza una salida lenta pero factible.

EL GARAGE

La cerveza forma parte de la cultura inglesa. E Italia es uno de los países que más innova con la birra artesana. De la fusión de ambas tradiciones nació, en 2015, el Garage, un brewpub muy auténtico de la calle Consell de Cent. Sus propietarios son James, un británico cuyo hermano tiene varios pubs en Inglaterra, y Alberto, un italiano de Padua que en 2009 residía en Dublín y que empezó a fabricar cerveza en su casa.

“Cuando llegué a Barcelona busqué un socio para montar una cervecería. O, mejor dicho, un bar con cerveza de producción propia”, explica Alberto, devoto de las cervezas de fermentación mixta. La aventura comenzó con una campaña de crowfunding que reunió 500.000 euros con los que montaron su “fábrica de cerveza” en Sant Andreu, muy cerca de la Maquinista.

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Visión panorámica del interior del Garage, cervecería de moda en el Eixample.

James y Alberto producen, cada años, 500.000 litros de cerveza de varios estilos: IPA, New England IPA, cerveza negra, ácidas, etcétera. Cada mes, el Garage hace un nuevo lanzamiento. Su local no tiene salida de humos, pero sí tapas y bocadillos para un público mayoritariamente local.

“España es un país donde se consume mucha cerveza, pero falta cambiar el chip de la cañita a un cerveza de calidad. En Italia se consume menos, pero la cerveza artesanal tiene una mayor cuota de mercado. En ambos países, se consume más la artesanal (no tiene que servirse tan fría para saborear los matices) en el norte que en el sur”, explica Alberto.

CONESA BEER BARCELONA

Juan Manuel Conesa (51 años), amante de la cocina, y Montse Conesa (44 años), devota de la cerveza, cambiaron la bisutería artesana por la cerveza artesana. En marzo de 2019 abrieron el Conesa Beer Barcelona, una cervecería con tapas y raciones de cocina mediterránea. Está situada en la calle Casanova 62, a medio camino entre el Rosses i Torrades y el Garage (apenas tres calles y media separan estos negocios).

El Conesa Beer Barcelona apuesta por la cerveza de proximidad. Por las Espiga, una cerveza elaborada en el Penedès desde 2012 que se ha consolidado en el mercado con algunas referencias como la Espiga Blonde Ale sin gluten y otras cervezas con estilos más modernos como su colección de IPAs de Doble Dry Hopping, las Citrus Base y las Hyperactive.

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Panorámica del interior del Conesa Beer Barcelona.

Otra apuesta del Conesa es la Am Able, "una cerveza para todos los públicos que destina parte de sus ingresos a la lucha contra el autismo", explican Juan Manuel y Montse. Antes de la crisis del coronavirus se había presentado en Barcelona y en Girona. También había tenido una buena acogida en Inglaterra e Irlanda.

El Conesa Beer Barcelona destaca por su decoración. Todas las mesas, sillas y barras están diseñadas por la familia Conesa. Cuenta con dos espacios diferenciados y también atrae a una clientela muy futbolera. En su interior tiene una sala, adaptada para personas con movilidad reducida, preparada para ver partidos de fútbol. En el Eixample también podemos encontrar La més petita, el Okasional Beer, la Bona Pinta y el Humble.

EL LAMBICUS

Los amantes de la cerveza belga también tienen su tienda favorita en el Eixample. Es el Lambicus (fundada en 2017). Situada en la calle Rocafort número 9, cuenta con unas 350 variedades del país de Tintin. A escasos 50 metros (calle Tamarit, 107) está el bar Lambicus (desde 2014). "De la cerveza belga destacaría su calidad y diversisad. La cerveza forma parte de nuestra cultura desde hace muchos siglos", destaca el General Manager, Henk Cortier. En el Lambicus se pueden comprar y degustar las clásicas St.Bernardus, Chouffe, Delirium Tremens, Chimay y Triplet Karmeliet, entre otras, con cervezas mucho más modernas como la Belle Fleur. Bélgica, queda claro, no es ajena a la moda IPA. En el bar encontramos también productos típicos de la gastronomía belga.

LA CERVECITA NUESTRA DE CADA DÍA

El Poblenou, un barrio de tradición industrial en plena trasformación, es otro punto de referencia para los cerveceros. El pasado noviembre, la Cervecita nuestra de cada día celebró su décimo aniversario. Joaquim y Angie son los propietarios y los organizadores del festival de cerveza más grande de Barcelona: la Fira del Poblenou. En la edición de 2019 (del 7 al 9 de julio) acudieron 30.000 personas que consumieron 12.000 litros de 200 cervezas diferentes. De España, Rusia, Alemania, Italia, Lituania....

La Cervecita, situada en la calle Llull, es una bodega de 120 metros cuadrados con degustación. “La cerveteca, ya desaparecida, y el 2D2 fueron nuestras referencias. Viajábamos mucho por Bélgica, Alemania, Inglaterra e Irlanda, y apostamos por la cerveza como negocio”, explica Angie, mientras contempla los 17 tiradores de su establecimiento. “Pinchamos cervezas artesanas de toda España: Reptilian, Refu, Mala Gissona, la Calavera, la Pirata....”, añade Joaquín.

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La Cervecita nuestra de cada día, en el Poblenou.

Joaquim es sommelier. Y reivindica los maridajes con cerveza, muy bien acogidos en el restaurante Racó d'en Cesc, con una amplia carta de vinos y cervezas. Angie, por su parte, disfruta con sus sofritos de macarrones con cerveza dulce y su tiramisú con cerveza, que combina muy bien con una negra.

Las cervezas de los tiradores van rotando constantemente. En la bodega hay unas 200 marcas distintas. “Nuestros clientes son los vecinos de un barrio que ahora está de moda y muy distinto al de hace 10 años”, remarca Angie. Durante la crisis del coronavirus, las ventas se han resentido. La bodega estuvo cerrada. Ahora venden botellas y latas para llevar. También, cerveza a granel. Y desde el lunes 25 de mayo está abierta su terraza.

Muy cerca de la Cervecita está el Hoppiness. Es una cervecería al uso, ideal para degustar las mejores cervezas con hamburguesas, hummus, entrañas y otros manjares. En el hoppiness se mezclan personas que hacen el afterwork, los craft beer lovers habituales del local, turistas y vecinos del barrio que buscan nuevos sabores. Otra opción es L'Alternativa.

LESEC

El PobleSec es otra parada obligada para los cerveceros. Muchas historias comenzaron en el Jazz, una hamburguesería que tiene una interesante colección de cervezas y punto de encuentro de muchos jóvenes con inquietudes por el lúpulo. A escasos metros está LeSec (calle Margarit 52), un brewpub (bar o restaurante que fabrica cerveza artesana y la sirve directamente a los clientes) con decoración vintage que gestiona Anna Cufí. En su página web se define como “maestra cervecera, chef, camarera, limpiadora, relaciones públicas y empresaria”.

LeSec se inauguró en 2015. La de Anna no fue una apuesta casual. En 2006 se adentró en el mundo de la cerveza. Estuvo ocho años en Cantabria y trabajó en Dougall's, una de las cervezas con mejor reputación. También estuvo un año con Manolo en el BierCaB. En el brewpub tiene cuatro cervezas de elaboración propia y otras cuatro de otras marcas. Entre ellas, la Raquera Lager. También tiene platos de degustación: tablas de quesos, nachos, hummus, cecina y su plato estrella: la cochinita pibil.

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Interior de LeSec, un brewpub situado enfrente del Jazz, en el PobleSec.

“En 2019 pude hacer 20 elaboraciones de 200 litros cada una”, explica Anna, que apuesta por las cervezas de corte inglés y sabores más herbáceos. “Me gustan las cervezas de trago largo: las IPA, las Pale Ale, las Stout, las Brown Ale”, apunta la jefa de LeSec, preocupada por las repercusiones del coronavirus. El 12 de mayo abrió parcialmente su negocio con la venta de cerveza en botellas de litro. El precio oscila entre los 12 y los 15 euros.

“Yo lo tendré más fácil porque estoy sola. La mayoría de clientes son del barrio, pero veremos cómo evoluciona este sector. Últimamente había más oferta que demanda”, comenta Anna. “El nivel de la cerveza ha subido mucho y nuestros clientes no vuelven a la cerveza industrial”, añade. En los últimos meses, por ejemplo, los supermercados se han sumado a la moda de la cerveza artesana. Algunas marcas, como Espiga, Rosita y Montseny, entre otras, empiezan a tener una gran aceptación.

OTRAS CERVECERÍAS

La oferta y demanda de cerveza artesana se ha instalado en todos los distritos de Barcelona. En Sants-Montjuïc también están el Homo Sibaris, La Gorda y el Némesis. En la Barceloneta triunfan la Bodega Fermín y el Black Lab, y cerca de Tetuán está el Bar Centro, de obligada asistencia para los amantes de las hamburguesas y la cerveza de calidad. En Gràcia, por su parte, destaca La Rovira. En Barcelona, la cerveza artesanal también va por barrios.

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