Los comercios del centro de Barcelona son los más perjudicados por la crisis del coronavirus. Los precios de los alquileres, los cierres de la restauración y, sobre todo, la caída del turismo y las limitaciones a la movilidad son un duro golpe para muchos negocios. El 30% ya ha cerrado y la campaña de Navidad solo puede atenuar las pérdidas, pero no será la tabla de salvación con las actuales restricciones. Gabriel Jené, presidente de Barcelona Oberta, critica las medidas adoptadas por las administraciones y pide a Ada Colau que no agrave su pesadilla con la actual política de movilidad, sustentada en una persecución total al vehículo privado.
- Pregunta: ¿Están de acuerdo con las restricciones de aforo impuestas para la desescalada? ¿Han sido justas?
- Respuesta: No estamos de acuerdo con las restricciones de aforo porque excluimos a una parte importante del comercio situado en los centros comerciales. No entendemos la medida que prohíbe abrir un comercio en La Roca o La Maquinista y permite abrir una tienda en Petritxol, Portal de l’Àngel o Rambla de Catalunya. No hay una razón objetiva, sino discriminatoria y basada en perjuicios ideológicos. No quiero defender las grandes corporaciones comerciales o financieras, pero un 85% de pequeñas y medianas empresas están instaladas en centros comerciales. Sin Black Friday ni campaña de Navidad, les deja en la ruina.
- ¿Cuál es la situación actual del comercio del centro de Barcelona?
- El comercio de Barcelona está en una situación de estado de shock porque confluyen muchos factores negativos en el comercio de centralidad y que estaba más orientado a las compras turísticas. El 57% de las ventas son de personas que no viven en Ciutat Vella. Y, entrando al detalle, el 32% eran turistas y el 25% eran no residentes. Los turistas no están ni se les espera y los no residentes prefieren comprar cerca de su residencia. A estos factores hemos de sumar el aumento de las compras online. Luego han pasado cosas, como la movilidad del Ayuntamiento de Barcelona, que no ha ayudado a reestablecer una cierta normalidad desde el punto de vista de la accesibilidad al centro. Cortar la Via Laietana y los laterales de la Diagonal y la Gran Via provoca una llamada contraria a desplazarse al centro porque está colapsado. Al menos se ha producido una rectificación o reflexión por parte del Ayuntamiento respecto al urbanismo táctico que tiraron hacia delante de manera poco planificada y nada consensuada. Estamos en un punto en el que buscamos vías de entendimiento y nuevos equilibrios.
- ¿Han sido suficientes las ayudas de las administraciones? ¿Los propietarios colaboran ya con rebajas en los alquileres o siguen reticentes?
- Las ayudas ni tan siquiera han sido insuficientes. No ha habido. Decirle a un restaurador que le dan 600 o 1.500 euros después de cerrar su negocio es insultarlo directamente. Es un absoluto desprecio hacia el sufrimiento de pequeños y medianos empresarios, con las consecuencias que tendrá en la destrucción de un tejido muy importante para el país, como es el comercio y la restauración. Solo podemos valorar positivamente las medidas de los ERTEs y el papel que han hecho con los ICOs. No son gratis, se han de devolver y se han de pagar intereses. Como más débil es una empresa y más necesidades tiene, más caro le salen el ICO. Es inversamente proporcional a un criterio de justicia social y económica. Al que menos tiene le cobran más y al que más tiene y dispone de más garantías, le cobran menos. Es una paradoja absolutamente irracional. Encima nos encontramos que una parte importante del comercio del país estuvo cerrado durante el Black Friday. El cierre del viernes representa que un comercio deja de ingresar la facturación de una semana. El daño que hacen a la economía tendrá graves consecuencias. No destruyen grandes grupos o corporaciones financieras basadas en capital especulativo; destruyen un tejido económico basado en la democratización de la riqueza.
"El 30% de los comercios vinculados a Barcelona Oberta han cerrado"
- ¿Cuántos comercios asociados a Barcelona Oberta han cerrado?
- Un 30% de los comercios vinculados a Barcelona Oberta. El porcentaje de comercios que han cerrado en el resto de Barcelona es inferior. En el centro, los alquileres son muy altos.
- ¿La campaña de Navidad se podrá salvar?
- No. En el mejor de los escenarios, nos dejarán abrir a partir del 7 de diciembre, con unas restricciones importantes de aforo. La gente tiene miedo. No se genera confianza en el consumo. Lo que no podemos hacer es compararnos con el pasado. El pasado es la prehistoria. En 2020, ir bien es recuperar las constantes vitales.
- ¿Temen que se produzca un segundo cierre tras la campaña de Navidad? De ser así, ¿sería decisivo para el comercio barcelonés?
- La situación ya es muy crítica. Con otro confinamiento, quemaremos sobre quemado. La capacidad de recuperación será mucho más lenta, pero la situación actual, insisto, es muy crítica. Un claro ejemplo es la restauración. El gran negocio lo hace por la noche, no al mediodía. Los ICO, por otra parte, no dejan de ser un exigible más dentro del propio balance. En la lista de prioridades de los pagos, no sé en qué puesto están los ICO, pero está claro que antes están los trabajadores y la Seguridad Social.
- ¿Cómo valora la apuesta del Ayuntamiento de Barcelona con las luces de Navidad para apoyar a los comercios del centro?
- Valoro muy positivamente el cambio de paradigma de la gestión de la Navidad. Era una lucha histórica. El primer año que gobernó Colau nos reunimos con el comisionado de comercio porque no había una concejalía. Esta persona nos dijo que en 2016 no habría luces porque no son sostenibles. Imagínese lo que hemos tenido que luchar para recuperar la normalidad. Conseguimos que se mantuvieran las luces de Navidad, pero con muchos complejos, despreciando a un sector clave que representa el 12,8% del PIB de la ciudad. Este año había la voluntad --antes incluso de la pandemia-- de romper con esta dinámica, reforzada en los últimos meses. La campaña de Navidad ya estaba pactada antes de la pandemia y la novedad es que han aumentado la contribución, pasando del 50 al 75% de su coste.
- El pequeño comercio no se encuentra cómodo con el Black Friday, pero se sumó a la campaña por la presión del sector. ¿Cómo valora sus reticencias?
- Depende de cada sector y de cada formato comercial. El Black Friday es un factor asimilado por el consumidor. Si hay comercios que tienen la capacidad de prescindir de este elemento porque entienden que el perjuicio del margen no les compensa con el aumento de las ventas, es muy legítimo. Como si no quieren hacer rebajas en verano o invierno. Nadie les obliga. Al sector no le gusta el Black Friday. No está bien colocado. Me gusta el Black Friday, pero el día que se encienden las luces de Navidad. El Black Friday procede de Estados Unidos y se celebra la jornada posterior al día de Acción de Gracias. El comercio es un negocio de rotación. Cuanta más rotación, más demanda y menos precio.
- ¿Qué incidencia tuvo el cierre de restaurantes del último mes en el comercio?
- Una incidencia muy negativa. La restauración es un compañero de viaje esencial para el comercio del centro, basado en la experiencia, en la interactuación. Sin la restauración falta una parte importante de la oferta.
- ¿Qué comercios tendrán más facilidad para recuperarse de la crisis económica propiciada por el coronavirus?
- No podremos partir de los mismos modelos de negocio. Todo está cambiando y los comercios deben comenzar a pensar cuál es la nueva realidad sobre la que deberán marcar su negocio. Existe una parte importante que es la digitalización en general, que irrumpirá sobre estructuras comerciales. La relación con el cliente pasará por el mundo digital. Por ello, los comercios que hayan hecho los deberes y que tengan más capacidad de adaptación lo tendrán más fácil. Al resto, les costará más. Este es uno de los principios sobre los que evolucionará el retail. A corto plazo no se verá, pero será una de las grandes consecuencias que tendrá la transformación del comercio. Las empresas competitivas estarán enfocadas en la digitalización y la sostenibilidad. Los expertos no dicen otra cosa.
Gabriel Jené observa atento al equipo de Metrópoli Abierta / MA
- Durante la pandemia incrementó exponencialmente la venta en e-commerce, ¿esto ha supuesto un cambio para el consumidor? ¿Ha dejado de lado la compra física tras el confinamiento?
- La pandemia ha supuesto un antes y un después. No hay estudios ni datos todavía, pero en 2018 las ventas online suponían un 17% de la facturación. En 2020 esperábamos que alcanzaran el 24%, pero finalmente llegaremos al 30%. La crisis del coronavirus ha acelerado un cambio de hábitos. El empujón ha sido muy bestia. En mi experiencia personal, las ventas online no representaban una gran porcentaje antes de la pandemia. Cuando llegó el virus, y con él el confinamiento domiciliario, el incremento fue exponencial. No nos podíamos creer todo lo que estábamos vendiendo por esta vía. Al acabar este periodo de tiempo, volvió a bajar, pero ya habíamos instalado un modelo de negocio dentro de la empresa que antes no era tan relevante.
"El 35% de la facturación de un comercio debería ser online"
- ¿Se llegará algún día a un 50/50 en cuanto a ventas físicas y online?
- Los expertos consideran que el 35% de la facturación de un comercio debería ser online. Las grandes cadenas como Inditex todavía no están en este punto, pero rallan el 20%. ¿Si puede llegar al 50%? Es posible, pero depende mucho de los formatos comerciales. Al final esto necesita mucha omnicanalidad –integración de los diversos canales del mercado–. La experiencia en el mercado la tiene que dar el comercio físico. Cuando tú ya has comunicado con la marca y la conoces, entonces puedes comprar online. El papel de la centralidad jugará mucho en este aspecto. Estamos viendo que las grandes marcas cada vez abandonan más posiciones secundarias y quieren tiendas más grandes en el centro. Lo hacen para poder ofrecer correctamente toda esta experiencia de compra y el modelo omnicanal.
- Algunos comercios han apostado también por el delivery en los últimos meses. ¿Se convertirá en un formato habitual?
- Es positivo que todo comercio organizado acabe viendo de qué manera puede facilitar procesos de aproximación a su cliente con los modelos de digitalización. En Barcelona también se está barajando la idea de un market place. La tecnología cada vez estará más presente en nuestras vidas. Al final es accesibilidad, a todo aquel que se espabile, de manera individual o colectiva. No sé si es el correcto o no, pero sí me parece que es el modelo al que deberían evolucionar los pequeños comerciantes.
- ¿Qué le parece que Ada Colau pida un boicot a Amazon para favorecer al pequeño comercio?
- No voy a hacer ninguna declaración a favor de Amazon porque entiendo que es un depredador. Independientemente de que diga que tiene pequeñas y medianas empresas, me gustaría que pudiese explicar las condiciones que tienen, porque no da la sensación de que estén confortables, ni con los márgenes ni con las rotaciones. Barcelona necesita una comunión muy grande con el comercio, que favorece una vida social potente. Si desaparece, hablaremos de otro modelo de ciudad. Por eso, ningún gobernante puede estar a favor de un desplazamiento importante de la demanda del comercio de calle hacia otros formatos que degraden Barcelona. Creo que es un llamamiento que va más allá de defender a un comerciante. Nos hemos de preguntar qué modelo de ciudad queremos. Hay muchos elementos que hacen, por ejemplo, que el Mobile World Congress decida venir a Barcelona en vez de ir a otro sitio. No solo es el congreso, sino que la ciudad tiene un entramado muy potente basado en un coctáil de actividades muy atractivas para el visitante. Si a esto le quitas el comercio, ya no es lo mismo.
- Colau ha plantado cara a la Generalitat y se ha posicionado a favor del sector de la restauración y el comercio. ¿Qué ha cambiado para que la alcaldesa quiera tener una buena sintonía con los ejes comerciales?
- En primer lugar hemos de felicitar al Gremi de Restauració, un colectivo que se ha organizado correctamente y ha sabido explicar el perjuicio económico que suponía el cierre. Los comercios no lo hemos sabido hacer. No nos engañemos. La puerta de entrada no han sido los comunes ni Colau, que no son demasiado amigos del mundo económico. Jaume Collboni y los socialistas han sido quienes han abierto la puerta al diálogo. Con él hay una convivencia mucho más clara y una complicidad más firme con los sectores económicos de la restauración y el comercio de la ciudad. También nos ha ayudado el papel de Josep Bou, que fue quien planteó la proposición que se ejecutó en el Ayuntamiento.
"Los cambios de movilidad no se pueden hacer de una manera tan chapucera y desorganizada"
- Otro de los aspectos que ha afectado al comercio ha sido la movilidad. ¿Qué medidas se tendrían que tomar para ayudar al sector dentro de un contexto sostenible?
- Nosotros no podemos estar en contra de las medidas de la sostenibilidad que se puedan tomar en una ciudad como Barcelona. No podemos ir en contra de una necesidad como es el cambio climático, pero los cambios de movilidad no se pueden hacer de una manera tan chapucera y desorganizada, de espaldas al sector y criminalizando al comercio. No nos quejamos de los cambios de movilidad; nos quejamos de la limitación a la accesibilidad. Nos parece mal que se corten los accesos al centro de la ciudad, que los parkings de la Catedral y de la plaza de Catalunya no tengan ni un coche. Es incompresible. Si eres de Mollerusa y tardas más tiempo desde la entrada de Barcelona al centro que desde Mollerusa a la Diagonal, tenemos un problema. Y esa persona no volverá. La sostenibilidad y la movilidad no se pueden decidir de espaldas al comercio. No somos un lobby poderoso, pero representamos a un sector basado en pequeñas y medianas empresas.
- En ese caso, ¿qué medidas correctoras propondría para mejorar la sostenibilidad en la ciudad sin afectar al comercio?
- Una medida correctora que ya se ha aplicado es el caso de Via Laietana. Hemos conseguido que no la corten más. Tenemos que evolucionar hacia modelos de movilidad más sostenibles, comenzando por el taxi. Casi no hay taxis eléctricos. Su transformación se podría hacer de la mano de la administración. También hemos de potenciar el sharing. Pero ir contra el vehículo privado es absurdo porque hay mucha gente que lo necesita.