Las rebajas llegaron con más rebajas. Con más limitaciones. Las restricciones que se activaron el 7 de enero, y que se prolongarán, como mínimo, hasta el 7 de febrero, tienen un efecto devastador para el comercio de Barcelona. La prohibición de abrir los fines de semana y las reducciones de los aforos han agravado la precariedad de un sector muy castigado por la crisis del coronavirus.

“La situación es muy crítica”, desliza Gabriel Jené, presidente de Barcelona Oberta, unión de ejes comerciales turísticos de Barcelona. Los comercios del centro son los más castigados por la pandemia. La ausencia de turistas, las limitaciones a la movilidad y los cierres del fin de semana tienen un impacto muy negativo en muchos negocios. El aspecto de las calles más deseadas, como La Rambla, Paseo de Gràcia y Rambla Catalunya, es desolador, con muchos carteles de locales en venta o por alquilar. En el Paseo de Gràcia, por ejemplo, han cerrado firmas tan prestigiosas como Lacoste, Lottusse, Nespresso y la sastrería Señor, que se ha trasladado a la calle Aragó.

EL CIERRE DE ZARA, NEGATIVO

“El cierre de grandes superficies como Zara es muy negativo porque la competencia estimula el consumo”, recalca Àlex Miró, presidente de la asociación Diagonal Barcelona. “La campaña de las rebajas saltó por los aires antes de que comenzara con el cierre de los fines de semana. Este año, además, coincidía con la llegada del frío. Se han perdido muchas ventas. Demasiadas”, añade Miró.

Tienda de Zara, en el paseo de Gràcia, cerrada / EFE



El comercio de proximidad resiste mejor. “No obstante, muchos establecimientos están cerrados y su futuro es incierto”, explica Salva Vendrell, presidente de Barcelona Comerç. Vendrell también es el gerente del Marcel, un conocido bar de tapas de la calle Santaló. Las restricciones en el sector de la restauración son igual o mayores y su incidencia en el comercio es muy alta. Son vasos comunicantes. “Si la restauración cierra, el comercio se resiente mucho”, remarca Vendrell.

DESIERTOS COMERCIALES

Pròsper Puig, vicepresidente de Barcelona Comerç, también augura muchos problemas. Lamenta, por ejemplo, que la crisis del coronavirus aumentará las desigualdades dentro de cada distrito. “Habrá desiertos comerciales en algunos barrios, como Congrés y Bon Pastor, que ya estaban muy tocados antes de la pandemia”, comenta. “Las plataformas digitales lo han cambiado todo. Muchas empresas se están descapitalizando y otras, directamente, se están endeudando. El estado de ánimo de la gente es muy bajo”, incide Puig.

La restauración, la moda, el calzado y los negocios relacionados con el turismo están con la soga al cuello. El impacto de la crisis, en cambio, es menor en la alimentación. Puig tiene una charcutería en Sant Andreu. Las ventas cayeron durante las fiestas de Navidad, pero se han mantenido estables en el día a día.

LA TORMENTA PERFECTA

“Hemos funcionado mejor con la normalidad que con la excepcionalidad”, relata. “Los fines de semana, con casi todos los comercios cerrados, hay colas en las carnicerías y las charcuterías. También nos favorecen las limitaciones horarias de los restaurantes. Para nosotros ha sido la tormenta perfecta”, agrega.

Gabriel Jené, en una entrevista concedida a Metrópoli Abierta / LENA PRIETO



El sector del hogar también sobrevive con cierta tranquilidad. Jené también es el director general de La Mallorquina, un emblemático negocio de artículos para el hogar fundado en 1947. La tienda de la plaza Universitat funciona a pleno rendimiento, pero los cuatro locales que tiene en centros comerciales siguen cerrados. “Es una situación injusta”, declara el presidente de Barcelona Oberta, muy crítico también con las ayudas recibidas, condicionadas al CIF del propietario de cada negocio.

PERSPECTIVAS HORRIBLES

Las perspectivas, a corto plazo, son horribles. Temen que las actuales restricciones se prolonguen hasta finales de febrero y no esperan una tímida recuperación hasta Semana Santa. Recuerdan, además, que la campaña de otoño-invierno ha sido “atípica”, con “rebajas encubiertas desde noviembre”. “Los comercios nos hemos visto obligados a vender a precios muy bajos, con poco margen, desde el primer momento. Ahora se trata de sobrevivir”, lamenta Miró.

Los locales de la Diagonal tienen dudas sobre las repercusiones que tendrá el cierre de El Corte Inglés de Francesc Macià. También esperan el impacto que tendrá la próxima apertura de un Ikea en la misma Diagonal, entre Muntaner y Casanova. “Queremos que aumente el flujo de clientes entre Francesc Macià y Paseo de Gràcia. El nuestro es un comercio de barrio que también atrae a muchos clientes de Sarrià-Sant Gervasi y de l’Eixample”, apunta Miró.

Imagen de una tienda de Bimba y Lola vacía / ARCHIVO



EL INVIERNO DEL DESCONTENTO

El de 2021 será el invierno del descontento. La recuperación se prevé lenta y desigual. “Empezará en el segundo semestre. Después de Semana Santa esperamos recuperar una cierta normalidad, aunque ya nos han avisado de que puede haber otro rebrote en mayo”, dice Vendrell, partidario de que Barcelona se replantee el modelo turístico de los próximos años.

“Necesitamos un turismo más familiar, de clase media y media-alta, que no colapse las calles de Barcelona. Queremos un turismo de calidad y responsable”, comenta Vendrell. “Necesitamos estímulos, que se levante el actual confinamiento municipal y políticas de movilidad coherentes”, contesta Jené.

CIERRE DE TIENDAS

El negocio de Jené guarda ciertas similitudes con el de Carlos Tascón, propietario de varias zapaterías multimarca y de algunas franquicias, situadas en el centro de Barcelona, en centros comerciales y en el aeropuerto de El Prat. En los últimos meses ha cerrado definitivamente cuatro de las cinco tiendas que tenía en el aeropuerto. Actualmente está cerrada la otra y las dos que tiene en los centros comerciales de Diagonal Mar y Sant Cugat del Vallès.

Una cliente se va tras hacer una compra en una zapatería Tascón / PABLO MIRANZO



Tascón tiene, ahora, 11 locales abiertos: seis tiendas multimarca y cinco franquicias: tres de Clarks, una de Timberland y otra de Camper. En algunos casos, con menos dependientes de los habituales. “Octubre fue un mes muy malo por las restricciones, pero las ventas se animaron a final de mes y en noviembre. El Black Friday fue peor que otros años y a principios de diciembre comenzaron los descuentos”, resume Carlos.

EL CIERRE DE QUERALT

Los precios se ajustaron para evitar que se acumularan stocks. En Tascón, no obstante, asumen que tendrán que negociar con los proveedores y no esperan “una recuperación de los negocios del centro, como mínimo, hasta junio”.

Las zapaterías de Barcelona también acusan los cierres del fin de semana. En algunos casos, la facturación equivalía al 40% de una semana. Las restricciones de los últimos meses explican que muchos negocios de Pelai, Paseo de Gràcia y Rambla Catalunya hayan bajado la persiana. Sonado fue, por ejemplo, el cierre de la zapatería Queralt, situada en la Rambla Catalunya número 34, entre Consell de Cent y Diputació, con 64 años de historia.

Una dependienta atiende a una cliente en una tienda de Muji / PABLO MIRANZO



MUJI Y LOS NUEVOS TIEMPOS

La crisis del coronavirus también ha pasado factura a Muji, que a principios de 2020 tenía tres tiendas en Barcelona, dos en Madrid y una en Lisboa. Un año después solo ha cerrado un local en la capital catalana y el negocio se ha reorientado por la crisis del turismo. La venta de artículos de viaje es mínima, pero mantienen las constantes vitales intactas en útiles para el hogar, colecciones de moda y papelería.

“Los útiles del hogar, como la alimentación, funcionan muy bien. También la ropa más casual con el teletrabajo”, explica Joaquim de Toca Andreu, director general de Muji en España y Portugal, que abrió la primera tienda en 2006, en la Rambla Catalunya. Los descuentos, como en tantos y tantos negocios, comenzaron a principios de diciembre.

LUCHA POR LA SUPERVIVENCIA

La pasada primavera, Muji activó un ERTE que afectó a la casi totalidad de sus 100 trabajadores. Muchos han vuelto a trabajar en los últimos meses y De Toca espera que la resignación actual se transforme en una nueva etapa de ilusión a partir de verano. Recuerda, por ejemplo, que en julio de 2020 se registró un significativo aumento de ventas en sus tiendas con la llegada de algunos turistas, procedentes mayoritariamente de Francia.   

                                                                                                                                                                

Panorámica de la tienda que Muji tiene en Paseo de Gràcia con Diputació / PABLO MIRANZO



Muji es un negocio apto para todos los públicos. De ahí, su éxito en los últimos años. Otros negocios, más exclusivos, también acusan la crisis del coronavirus por la caída de turistas de alto nivel adquisitivo. Es el caso, por ejemplo, de algunas joyerías y tiendas de ropa exclusiva, como la emblemática Santa Eulàlia de Lluís Sans, que desde 1843 ha vestido a grandes personalidades del mundo político, económico, cultural y deportivo. Su glamur contrasta con las penurias que actualmente padecen muchos comercios, que viven al límite y luchan por su supervivencia.

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