La firma de moda Laagam nació en octubre de 2016 de la mano de la influencer Inés Arroyo y sus dos socios Diego Arroyo y Cristian Badía. Con el objetivo de crear una marca “100% digital”, los emprendedores apostaron por abrir un comercio “sostenible y con colecciones atemporales”.
A cierre de 2020, la empresa con sede en Barcelona ha registrado unos números rojos de 288.000 euros, frente al quebranto de más de 770.000 euros que anotó en 2019. La sociedad viene incurriendo en pérdidas constantes. Así, el agujero acumulado se sitúa ya en 1,7 millones de euros, según las últimas cuentas depositadas en el Registro Mercantil.
PÉRDIDAS MILLONARIAS
Tras cinco años de vida la compañía contabiliza unos fondos propios negativos de 139.000 euros, mientras que un año antes el mismo epígrafe presentaba un saldo positivo de más de 100.000 euros. Además, al cierre de 2020 el fondo de maniobra del negocio era negativo y alcanza un importe de 312.000 euros.
Sin embargo, éste ha quedado conjurado por una ampliación de capital llevada a cabo en enero de 2021, que supuso la entrada de unos recursos de 1,5 millones entre capital y prima de emisión.
Las ventas tampoco evolucionaron de forma positiva en 2020. Bajaron un 13% y quedan en 751.000 euros. Debido a la pandemia, la sociedad se vio obligada a recortar la plantilla en dos tercios y la dejó en cuatro empleados.
Inés Arroyo, fundadora de Laagam / WESTWING
CRÉDITOS BANCARIOS
Durante el ejercicio 2020, las deudas bancarias de la marca barcelonesa experimentaron una fuerte subida. El pasivo total, a corto y largo plazo, subió de 250.000 a 428.000 euros. Sus prestamistas son Bankia, Caixabank y Sabadell.
Justo un año después de constituirse Laagam, la entidad pública Enisa, dependiente del Ministerio de Industria, le concedió dos préstamos participativos por un importe total de 120.000 euros.
PROPIETARIOS
El cuerpo de accionistas de Cid Brand --empresa matriz de Laagam-- está formado por Cabiedes and Partners con un 25%, Cristian Badía y Diego Arroyo con un 19,5% y un 18,8% respectivamente. El resto del capital está en manos de socios minoritarios.