Martín Cabiedes: “El mundo del emprendimiento ha perdido el rumbo”
El inversor, referente en el mundo tecnológico, asegura que si las startups son productos financieros, "Madrid ganará el partido frente a Barcelona"
30 marzo, 2022 00:00Noticias relacionadas
Luis Martín Cabiedes (Madrid, 1960) es una referencia en el mundo tecnológico. Licenciado en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid, Martín Cabiedes siempre ha defendido que la universidad debe formar más a la persona que ofrecer un oficio concreto. Y él siguió su propio camino, después de trabajar en la empresa familiar, el grupo Europa Press. Cursó un MBA por el IESE, y es Analista Financiero por el CFA Institute. En ese recorrido empresarial, Martín Cabiedes ha protagonizado hitos en el campo de las startups que lo elevan a la categoría de gran gurú. En su haber figuran cuatro grandes éxitos: Olé, Privalia, Blablacar y Trovit. Su fondo de capital riesgo, Cabiedes & Partners, está entre los primeros en España. En esta entrevista con Metrópoli señala que las cosas han cambiado, que no es tan fácil ver un proyecto esperanzador. Y, pese al optimismo que reina en ciudades como Barcelona, aporta su particular visión: “El mundo del emprendimiento ha perdido el rumbo”.
¿Cómo ve el ecosistema tecnológico en Barcelona, y la influencia de Barcelona Activa, cuyo papel destacan todas las empresas de la ciudad?
Estuve en Barcelona hace poco y la verdad es que casi tuve un ataque de nostalgia. Barcelona Activa me parece uno de los proyectos más interesantes que se han puesto en marcha nunca en el sector. Veo el paso de gente como las chicas, entonces, de Tiendeo, con una enorme efervescencia de emprendedores. Encarna una apuesta por el emprendimiento que no hay en otros sitios. Se ubicó, además, en una fábrica, con una imagen de austeridad muy industrial que me gusta mucho. Luego, todo ha evolucionado, con cosas positivas y otras no tanto.
¿Lo que miraba usted hace unos años es lo mismo que mira ahora? ¿Sigue viendo proyectos interesantes para invertir?
Tengo un problema y es que sigo interesándome por lo mismo. Busco las mismas cosas en una empresa. Y la verdad es que ahora las encuentro menos. Aplico los mismos criterios. Y la cuestión es que invierto menos que nunca. Llevo tres años, sin contar 2020, en el que todo se paró por la pandemia, en los que invierto menos. Es un problema mío y es que no encuentro lo que busco. El mundo del emprendimiento ha perdido el rumbo, yo he intentado seguir igual, pero todo ha cambiado.
¿Por qué?
Porque se ha confundido todo. Las empresas sacan dinero de sus clientes, se entiende. Pero eso ya no es así. Han nacido empresas que pretenden vivir de los inversores y no de los clientes, como hemos visto con Glovo.
¿Considera que esas empresas se han convertido en mercancías financieras?
Son mercancía financiera, sí, pero hay otras cosas diferentes que me merecen todo el respeto y que son para sacarse el sombrero. Pero es cierto que muchas trabajan para eso, para los inversores.
¿Depende del sector económico? En el campo de la salud se desarrollan proyectos interesantes que distintos inversores no dejan de destacar.
No solo en salud. Hay empresas más industriales, tradicionales y del sector de fintech. No se trata tanto del sector económico como del enfoque. Una empresa debe vivir de sus clientes. Y es verdad que si hay más inversión en Internet o en software, pues este tejido industrial crecerá. El problema es el exceso de dinero líquido, y de carácter público. Hemos pasado de necesitar agua, a ahogar con ese agua, provocando una especie de fango. Hemos empantanado el terreno.
Muchas empresas, cuando se les pregunta por la necesidad de que el dinero público las apoye, responden que no necesitan esos recursos. ¿Es un mal síntoma, de que no necesitan una palanca para la innovación y el desarrollo tecnológico?
Bueno, creo que la ayuda pública tiene sentido en investigación básica, en salud, en tecnología profunda, por así decirlo. Pero lo que se ha producido es un exceso de dinero púbico, a través de fondos que gestionan esos recursos. Y las empresas pueden decir que no lo necesitan hasta que sí los precisan, haciendo bueno ese dicho de que somos capitalistas en las ganancias y socialistas en las pérdidas. El caso es que tenemos un ecosistema de startups financiado con dinero público.
¿El problema es que no hay una buena conexión entre la universidad y el mundo empresarial y no se crea valor añadido?
A medio y largo plazo está claro que esa alianza debe mejorar. A corto, los recursos públicos se deben orientar a sectores o áreas que ofrezcan un multiplicador mayor. Una parte significativa de empresas se han financiado con dinero público. Los primeros inversores de compañías como Glovo han sido públicos, dentro de fondos mayores. Lo primero que se debe hacer es orientar y con un sentido más concreto. Y es cierto que hay una buena investigación básica. Pero hay que ser consciente de una cosa y es que no se trata tanto de emprendedores o de recursos. No se trata de desarrollar una tecnología muy buena. Lo que sucede es que nos llega hasta donde nos llega. Es decir, el mercado es limitado. En España, por ejemplo, ¿hemos podido tener a un Pau Gasol? Sí, lo hemos tenido, pero no tenemos una NBA. Puede haber proyectos, se puede ayudar a que nazcan. Pero es muy difícil compararse con los norteamericanos, porque su mercado es muy grande. Y el nuestro es pequeño y fragmentado. Estados Unidos y China son mercados salvajes, enormes. Justo antes de la guerra en Ucrania, podríamos pensar que teníamos un mercado europeo. Pero, ¿cómo se ha compensado la pérdida de hasta el 30% del mercado, con el Brexit? En España, si te sale una buena compañía aparece un Tuenti, si aparece en Estados Unidos es un Facebook o en China es un Tik Tok. El mercado marca los límites. ¡Incluso vender en Francia, con temas de salud, es muy difícil!
¿No hay un mercado europeo?
No existe el mercado europeo. Es una entelequia. Estamos en un tiempo de clarísima involución, con el BCE bombeando dinero y con todos los países protegiendo sus mercados.
En Barcelona se ha logrado un record de inversión, con 1.400 millones en 2021, en el sector de las startups. ¿Qué le dice esa realidad?
Es una cantidad de dinero, en general, mal utilizado, con una gran parte de recursos públicos. Hay que mirar qué ha pasado con ese dinero. ¿Qué produce? En Glovo, con la venta, han entrado 900 millones de euros. Pero la compañía ya vale menos que eso. ¿Vamos a decir que se ha tirado el dinero? Debemos analizar qué sale de todo eso, y no solo respecto a los inversores, a los fundadores o a los trabajadores. Una empresa es un sistema y afecta a todo el conjunto. Como inversor, si veo ese dinero, debo pensar de otra forma. Me parece que se utiliza una métrica equivocada. Si veo un Fórmula 1, ¿con qué me quedo? ¿Con que gasta más gasolina, o con que corre más que los otros? Hay muchos estudios que señalan que los retornos de capital riesgo fluctúan mucho. Hay años buenos y malos. Pero existe una máxima: cuánto más dinero entra, menor es la rentabilidad. Cuánto más dinero en venture capital, menor es la rentabilidad. Y lo que veo es una baja rentabilidad en España. Eso explica que estemos invirtiendo menos ahora.
Si Martín Caviedes no invierte… Eso es ilustrativo.
Veo cosas interesantes, y hay mucho dinero circulando. Hay buenas ideas, pero lo que ocurre es que en lugar de pedir un millón de euros, se piden diez millones, porque se considera que se debe competir en publicidad, porque el de al lado tiene algo similar y hay que distinguirse. Hay incubadoras, con muchos proyectos, con dinero público y semiprivado, en un entorno competitivo. Y se ha vuelto imposible esa inversión. Por lo menos, en nuestro caso.
Es decir, usted mira el Ebitda.
Claro, y no solo eso, pero que venda, o, por lo menos, que haya un camino hacia la viabilidad. Si se necesita marketing, mi dinero no será para eso.
Usted adora Barcelona, con ese proyecto pionero que fue Barcelona Activa. Pero, ¿ve cosas interesantes en otras ciudades, en España?
Hay una iniciativa que me gusta de forma particular y es la que impulsa Juan Roig en Valencia. Es muy atractiva. No sé qué rentabilidad alcanza con los proyectos que acompaña, pero representa un concepto amplio de lo que es el emprendimiento industrial. Es una iniciativa preciosa, y desinteresada, porque es dinero del bolsillo de Juan Roig. Y luego está esa carrera entre Barcelona y Madrid, que tendrá un claro ganador. Si las startups son productos financieros, el desplazamiento en dirección a Madrid está garantizado, porque las finanzas están en Madrid. Hay inversores y también el dinero público, a través del ICO. Ese partido lo va a ganar Madrid.
¿Y Málaga?
Málaga tiene cosas a su favor, ahora hay gente del Grupo Intercom, que nació en Barcelona, y que ha dejado una estela de grandes proyectos. En todo caso, el negocio tecnológico tiende a la concentración. En Estados Unidos, lo que haga Boston o Nueva York es anecdótico al lado de Silicon Valley.