Xavier López: “Barcelona es un hub tecnológico porque hay gente buena y barata”
El director general de Eurecat pide que los emprendedores que se hacen millonarios con proyectos de startups se conviertan en empresarios a largo plazo
14 febrero, 2022 00:00Noticias relacionadas
Xavier López es el Director General Corporativo y de Operaciones de Eurecat, un centro multitecnológico y multisectorial, que es el resultado de la fusión de cinco de los centros tecnológicos más importantes de Cataluña. López, instalado en unas amplias instalaciones en el 22@ de Barcelona, tiene claro que los árboles no dejan ver el bosque. Las startups en la ciudad, la dinámica positiva de los últimos años, y grandes operaciones como la protagoniza por Glovo, no puede ocultar la baja innovación en el tejido industrial y económico catalán. López pide más esfuerzos, por parte de todos los actores en juego, --administración, grandes empresas y emprendedores—para superar ese déficit. Lo primero que señala López, autor de publicaciones y estudios sobre la Industria en Cataluña y en el conjunto de España, --miembro del consejo de administración de empresas de base tecnológica que se promueven desde Eurecat y expresidente de la Federación Española de Centros Tecnológicos— es que los indicadores de innovación de la Comisión Europea no son muy positivos para Cataluña. “Estamos en tercera división en innovación”, señala, en relación al European Innovation Scoreboard 2021. España aparece en el tercer grupo de países, en función de su capacidad innovadora. En primera línea aparece la región de Estocolmo, en Suecia. Le sigue Finlandia Meridional, en Finlandia, y Alta Baviera, en Alemania. Justo después la región de la capital de Dinamarca, y cierra la lista de las primeras cinco regiones, Zúrich, en Suiza.
La innovación es lo que se pide a las empresas, de forma constante. ¿Cuál es la fotografía del sector industrial?
Una de las referencias, el European Innovation Scoreboard, de la Comisión Europea, que recoge los datos cada año, constata cuatro categorías de países. En 2021, pero ya desde hace muchos años, marca que España está en tercera división. Parecía que mejorábamos, pero en el conjunto de España, solo País Vasco y Madrid están en la segunda categoría. Cuando estudias los datos y te preguntas por qué, y a pesar del buen ecosistema de las startups, se comprueba que todo lo que hacemos es muy mejorable. Hay poca innovación en el sector industrial. En Cataluña hay un muy buen nivel en publicaciones científicas y en formación universitaria, pero no en innovación tecnológica y en modelo de negocio, ni en patentes. La mayoría de nuestras pymes no han incorporado la innovación con la intensidad suficiente. Y la mayoría, de hecho, son empresas muy pequeñas que están lejos de una sistemática innovadora. Puede haber y las hay unas cuantas startups muy innovadoras, pero no es el caso del conjunto del tejido industrial.
¿Ocurre porque este tejido industrial lo forman empresas de tamaño demasiado reducido?
Es un factor relevante, sí. Cuando hablas de innovación industrial, necesitas de muchos recursos. No cuesta lo mismo desarrollar e industrializar una app que una innovación industrial en el sector del ‘medical device’, por ejemplo, o en una tecnología de manufactura avanzada. A algunas empresas pequeñas les falta mentalidad innovadora, pero aunque la tuvieran, si te enfrentas a una innovación con un coste de 500.000 euros y altos riesgos tecnológicos y comerciales, lo tienes complicado. Y las empresas deberían estar innovando constantemente. Las empresas medianas lo tienen mucho más claro. Pero el problema es que hablamos de un ecosistema de micro empresas, que son la mayoría, las que tienen menos de diez trabajadores. Y cuando se habla de medianas empresas, no es la misma concepción que se tiene en Alemania, porque esas medianas empresas son campeones nacionales en muchos ámbitos industriales. Cuando vemos fenómenos como el de Glovo pensamos que hay mucha innovación, pero el impacto en el territorio de esas operaciones es muy escaso. Porque, además, como señala Pedro Mier, de Ametic, deberíamos aspirar a que los emprendedores se conviertan en empresarios de larga trayectoria.
¿Falla la administración, las grandes empresas, la mentalidad?
Son diversos factores, todo lo que apunta es cierto. Todo lo que se realiza es muy mejorable.
¿De qué PIB hablamos?
En Cataluña la ratio en innovación sobre el PIB es del 1,5%. En el conjunto de España es del 1,2%. En el conjunto de Europa es mucho mayor, del 2% y en algunos países cercano al 3%. Pero no es solo eso. Es cómo se utilizan los recursos. Porque en Cataluña, una buena parte de la inversión pública se destina a investigación, que está muy bien, a conocimiento científico, pero el efecto multiplicador sobre la inversión privada es muy lento. El mismo dinero puede resultar más eficaz si se dedica a una empresa que tiene un proyecto innovador importante. Se puede ofrecer un euro, pero a cambio de que el privado ponga dos euros. Y el efecto, entonces, es enorme. Esa vertiente está poco desarrollada en España y en Cataluña. En el departamento de Empresa de la Generalitat están pensando ahora en impulsar instrumentos de ese tipo, que se utilizaron en el pasado, pero durante años no han existido.
¿Quién lo hace bien?
En la región de Flandes, por ejemplo, por cada euro público en innovación hay un euro para promover la inversión privada. En el País Vasco también se desarrolla con inteligencia, aunque tienen un tejido industrial diferente. Pero cuando se habla del País Vasco se piensa siempre en el concierto económico, y no sólo es eso. Destinan los recursos de otra forma para que tenga efectos multiplicadores.
En Cataluña, el sector industrial representa el 19%, en el País Vasco se acerca al 25%. La Unión Europea fija el objetivo por encima del 20%.
Cataluña había estado por encima de ese porcentaje. En 2008 nos fijamos, con la crisis económica, que cuando una economía tiene un claro componente industrial es mucho más resistente. Hay retribuciones más altas, más seguridad, más estabilidad y más valor añadido y tecnología. Nos dimos cuenta que si dependes solo del turismo y del sector servicios cuando llega una crisis el país es poco resistente. Ahora lo que sabemos, además, es que hay regiones en el mundo que se han desarrollado mucho y es más difícil competir.
Cuando el consejero de Empresa, Roger Torrent, dice que Barcelona es un hub tecnológico europeo, que está en primera línea, ¿qué reflexión debemos hacer?
Cuando se dice eso nos referimos a que Barcelona y la gran Barcelona se ha convertido en un polo de atracción de iniciativas empresariales, con muchas multinacionales que han localizado sus centros de inteligencia artificial o el big data en la ciudad. Barcelona genera una gran actividad. Pero, ¿por qué pasa? Guste más o menos, Barcelona es un hub tecnológico porque hay gente buena y barata. Porque los sueldos que una empresa tecnológica paga en ciudades como Londres son mucho más altos. En Barcelona tenemos gente altamente cualificada, aunque nos haría falta más, con sueldos más asequibles. Es una ciudad con buenas universidades, con buena calidad de vida y es atractiva para determinados proyectos de startups. Es un hub internacional y no está mal. Pero la innovación del país no depende sólo de eso. Hay un tejido muy diversificado, competitivo, pero si no se suma al carro de la innovación, se irá perdiendo competitividad a nivel industrial.
¿Se repite un mismo patrón, el sector industrial en los años 60 y 70, competitivo con sueldos asequibles, y ahora el sector tecnológico?
Pues tal vez. Se dice poco, pero es un de los factores importantes. El emprendedor internacional que monta un proyecto en Barcelona lo hace porque hay un ecosistema potente, pero, además, porque hay un factor de costes laborales y de otros costes que le beneficia y la propia vida en la ciudad, que es más atractiva que en otros hubs europeos. No debería ser el principal factor, el coste laboral, pero juega un papel relevante. Por eso creo que deberíamos prestar más atención, dentro de las startups, a las empresas de base tecnológica y científica que se industrializa, que comercializa ella misma y que tiene vínculos con la universidad y los centros tecnológicos. Dentro del sector biotecnológico, por ejemplo, hay más valor añadido que en otras empresas que se basan fundamentalmente en un modelo escalable, rápido, con bajo riesgo tecnológico. Puede que sean más atractivas desde el punto de vista financiero, y por eso no piden ninguna ayuda a la administración, pero no es lo mismo que una empresa, por ejemplo, de medical devices cuyo éxito no es hacerla crecer para venderla rápido, y que quiere llegar a ser esa champion nacional, siguiendo el ejemplo de las pymes alemanas.
¿Qué debemos entender, entonces, sobre los unicornios?
Bueno, son empresas con un valor de cotización superior a 1.000 millones de euros, que está muy bien para los que tienen acciones. Pero eso no se traduce necesariamente en puestos de trabajo cualificados en el territorio, o en actividad tecnológica e industrial sostenida. Otra cosa sería que desarrollaran patentes, que establecieran una escala industrial, con una comercialización posterior. Ojalá, entonces, que hubiera muchos unicornios.
¿Son empresas, en realidad, que forman parte del sector financiero?
Muchas de ellas son plataformas que agregan y orquestan oferta y facilitan la distribución de bienes y servicios y que pueden llegar a ser una buena inversión financiera, sí..
¿Qué debe hacer la Administración? ¿Apostar por unos pocos sectores y focalizar la inversión en innovación?
Sí, pero eso es difícil, porque tenemos bastante de todo en Cataluña. No es lo mismo que en el País Vasco, que tienen más concentrada su actividad económica. En Cataluña, en todo caso, el sector salud es extremadamente potente, porque tiene toda la cadena de valor. Desde la investigación científica en hospitales, que es excelente, a universidades, centros públicos, e industria farmacéutica –aunque ha disminuido--. La Administración podría analizar el sector desde la vertiente de toda la cadena de valor y ver dónde hay más dificultades. Una spin off nuestra, desde Eurecat, se ha especializado en un dispositivo reparador de la columna vertebral. Solo hay otra empresa, norteamericana, que hace algo similar. Pero, solo para los ensayos clínicos, los recursos que se necesitan son enormes. Es ahí donde se debe ayudar. La empresa está en Cerdanyola, con una industrialización sofisticada. El sector de la agroalimentación y nutrición también es puntero y el otro sector que veo es el de la movilidad eléctrica y conectada Estamos preocupados porque el tejido de la industria auxiliar puede sufrir. Veremos si somos capaces de que se pueda reconvertir y seguir siendo competitivo en la nueva cadena de valor de este sector. En todo caso, es difícil priorizar sectores. Otro es el del hidrógeno verde y energías renovables y economía circular, en el que Eurecat está implicado Hay que verlo, también, desde la perspectiva de la petroquímica de Tarragona y si es capaz de acometer la transición energética. Lo que está claro es que es un error pensar que solo a través de las startups arreglaremos los problemas de la innovación de este país, donde hay 600.000 empresas.