El rey de las empanadas argentinas de Barcelona se reinventa. El Grupo Tío Bigotes, que cuenta con más de quince franquicias en la capital catalana, ha encontrado un nuevo nicho de mercado: las smash burgers.

El negocio se denomina Smash Burger House y vende hamburguesas machacadas con patatas fritas a través de Just Eat. También posee dos puntos de venta físicos, situados en el número 359 de la calle Muntaner de Barcelona y en el número 12 de la calle de Valldoreix, en Sant Cugat del Vallès.

Dos negocios cerrados a cal y canto

El grupo también puso en marcha dos establecimientos más: uno en el 6 de la calle de Sants y en el 76 de La Rambla de Poblenou. Sin embargo, ambos locales han bajado la persiana hace unas semanas.

El empresario detrás del Grupo Tío Bigotes es Raúl González, argentino afincado en Barcelona. Este nuevo paso en la cadena llega después de una rápida expansión del negocio de las empanadas: el grupo ya dispone de una treintena de locales en España. En concreto, cuenta con 15 establecimientos en Barcelona y otros tantos en el Área Metropolitana, Mataró o Tarragona, entre otros.

Una de las franquicias del grupo Tío Bigotes

Tropezón en Madrid

Sin embargo, la bonanza económica del grupo no se ha replicado del mismo modo en Barcelona que en Madrid. En la ciudad capitalina, Tío Bigotes ha tropezado, pues plantó su primera bandera en el barrio de Chamberí hace menos de dos años y ya ha tenido que cerrar el negocio.

Tras el repliegue en la gran ciudad, el grupo se ha instalado en el diminuto pueblo de Daganzo de Arriba, a unos 40 kilómetros de Madrid. La tienda se ha especializado en el delivery, y aprovisiona a los clientes de los municipios circundantes, como Paracuellos de Jarama, Alcobendas o Alcalá de Henares. Hoy es su única tienda lejos del territorio catalán, aunque el grupo proyecta abrir en Valencia.

Divorcio entre empanadas

Tras el fulgurante éxito de la franquicia se esconde una turbia guerra fratricidatal y como alertó este digital. Los supuestos malos tratos de Tío Bigotes a sus franquiciados desencadenó un sonado divorcio, que terminó con el nacimiento de las cadenas Empanada Club I Love Empanada, antiguas franquicias de Tío Bigotes. En la operación estuvo inmiscuido uno de los socios fundadores de la cadena, que cambió de bando de la noche al día.

La escisión de los negocios se fraguó a espaldas de Tío Bigotes. Distintos testigos de la reyerta alertaron de que los motivos del enfado respondían a consideraciones personales de los extrabajadores y exfranquiciados con el propietario. Estos sostienen que la formación a los empleados era nula, la gestión diaria caótica y nadie podía expresar sus diferencias con la matriz. Es más, las prácticas inquisitoriales estaban a la orden del día, y la frase "esto no es una democracia" resonaba habitualmente en conversaciones telefónicas.