La empresa Shasta Technologies, de Barcelona, termina sus días en bancarrota y hecha trizas. Un auto del Juzgado Mercantil número 10 de la capital catalana ha declarado el concurso de acreedores voluntario. La entidad lo promueve para finiquitar su andadura y librarse, en el plano civil, de las reclamaciones de sus acreedores.
El balance presentado al juzgado está devastado. No queda ningún bien al que echar mano.
Extinción
Con todo, el expediente no está cerrado todavía. Los afectados en este estropicio disponen de quince días para solicitar, si lo estiman oportuno, el nombramiento de administrador concursal. Tal petición se formula cuando hay sospechas de que los gestores hubieran podido cometer actos ilegales contra la masa activa. Si cumplido el plazo nadie lo solicita, el juzgado dictará el cierre del expediente y la extinción de la sociedad.
Promotores
Los fundadores son los catalanes Alex Sicart Ramos y Daniel Paloma Freire, más el venezolano Leonardo Montbrun Álvarez. El primero de ellos ejerce de administrador único desde que la compañía se puso en marcha cinco años atrás. Las oficinas de Shasta Technologies están ubicadas en el centro de Barcelona, en la Rambla de Catalunya número 49, entre Aragó y Consell de Cent.
Dinero y tecnología
Shasta es una empresa de las llamadas “fintech”, cuyas actividades engloban finanzas y tecnología. En 2019 lanzó la aplicación de teléfonos móviles del mismo nombre, que los usuarios empleaban para realizar transferencias internacionales de forma instantánea, tanto en euros como en dólares.
Propósitos ambiciosos
El objetivo de Shasta era extremadamente ambicioso, pues se proponía nada menos que “democratizar los sistemas financieros” mundiales. Por desgracia, tan inusual aspiración no se ha podido cumplir y Shasta yace ahora en el juzgado mercantil de Barcelona, con un boquete considerable y a un paso de la disolución.
El negocio se enfocó al principio hacia los mercados de Méjico y Venezuela. En este último país se acusó a Shasta de fraude, debido a que la aplicación telefónica se utilizaba para triangulaciones de dinero opaco.