Corría en el año 2014 cuando Dilmer Alvarado (Honduras, 1985) residía en Girona y trabajaba en un Túnel de Viento. En paralelo, Oscar Pierre emprendía un negocio, Glovo, en estado embrionario. Alvarado se interesó por él. No se conocían, tenían algún amigo en común y lo único que les unía era el vuelo: Dilmer como empleado del Túnel de Viento y Pierre como aficionado al paracaidismo.

El hondureño, que se instaló en Girona con siete años, mandó un correo electrónico al joven emprendedor y se citaron al cabo de unos días en Barcelona. En un antiguo despacho de abogados de la familia de Marta Ripoll, Pierre y Alvarado mantienen una charla y de allí nace un primer contrato. En septiembre de 2014, con Pierre y Ripoll de socios a partes iguales y unos 150.000 euros de inversión, nace la compañía de reparto Glovo. La oficina de Rambla Catalunya contaba con un roll up y poco más, nadie se podía imaginar que de allí saldría una compañía valorada en 2.300 millones de euros y que hace dos años se convirtió en unicornio. Dilmer Alvarado, con un máster en marketing por EADA, fue el primer asalariado de la startup barcelonesa. El negocio echó a andar a finales de 2014 y cinco meses más tarde ya cerró la primera ronda de inversión, valorada en 140.000 euros. 

LA MARCHA DE RIPOLL

Marta Ripoll, la primera socia de Glovo, se bajó del carro a los pocos meses de empezar el proyecto para irse a estudiar a Estados Unidos. Mientras, Pierre tenía claro lo que quería, montar una empresa de reparto a domicilio rápida y eficaz

En 2014 sale a la luz la aplicación de Glovo, un tanto rudimentaria y poco intuitiva en sus inicios. La empresa estaba formada por un par de becarios, el developer, la persona de operaciones, Dilmer Alvarado y Oscar Pierre. Las posiciones estaban claras, pero al principio era como "tu vales para todo, sirves para todo y haces de todo", asegura Alvarado. Glovo nació sin riders porque primero salió la plataforma y luego se contrataron tres repartidores. "Evidentemente al principio no dábamos abasto y cualquiera del equipo que estuviera en Barcelona salía a repartir". Desde el fundador del negocio hasta el estudiante en prácticas, en ese momento todos eran riders porque el objetivo era el servicio y la experiencia, que la gente estuviese contenta. "A mi personalmente me daba miedo ir en bicicleta por Barcelona y no se ir en moto, así que en los inicios hice de rider en taxi", asegura Alvarado. "Lo importante no era el coste, en la fase inicial la finalidad era que la rueda se moviera, que los clientes quedaran satisfechos y que repitieran", añade. "Evidentemente eso no sucedió muchas veces, porque salía muy caro, pero era necesario". 

Equipo inicial de Glovo / CEDIDA

ENTRADA DE ANTAI

2015 fue un año clave para la startup barcelonesa. La compañía cierra su segunda ronda, de 1 millón de euros, y entre los nuevos inversores aparece Antai. Con la llegada del venture builder se empieza a negociar la entrada en Conector --aceleradora de startups--. Sacha Michaud hacía pocos meses que había aterrizado en la empresa, justo cuando Glovo levanta la ronda seed. Michaud era un colaborador de Conector y uno de los mentores asiduos de los negocios que lleva la incubadora. Pierre, con pocos meses de experiencia al frente de la compañía, le presenta el proyecto. Sacha ve potencial, le comenta que había tenido una idea parecida y le convence. El business angel se hace con las acciones de Marta Ripoll --en ese momento era el 50% de Glovo-- y entran los demás inversores de Conector.

¿Cuál fue el papel de Antai? La llegada de Sacha Michaud y el resto de inversores --entre ellos Gerard Olivé y Miguel Vicente-- fue la solución. "Los contactos de Antai en Europa son muy importantes. La entrada de un venture builder como éste fue clave para internacionalizar una startup como Glovo". 

No obstante, cuando entró el fondo cambió la empresa. Glovo cerró una etapa y empezó una nueva de la mano de Antai.

LA MARCHA DE ALVARADO

¿Cómo vivió esta transformación Alvarado? "Al principio era un chico para todo --explica Alvarado-- pero a medida que la empresa creció, con la entrada de Glovo en más mercados, los presupuestos se agrandaron y se necesitó una especialización más grande". 

Fue aproximadamente dos años más tarde de conocer a Oscar que Dilmer decidió abandonar la startup. "En la compañía hubo un cambio de roles, ya no estaba a gusto y me ofrecen un nuevo proyecto, así que decido irme". En 2016 el primer asalariado de la compañía decide emprender un nuevo negocio con algunos de los inversores iniciales y arrancan Furgo, que desaparecerá dos años más tarde, en 2018. 

Dilmer Alvarado, primer asalariado de Glovo / METRÓPOLI

"TODOS ESPERÁBAMOS LLEGAR A BOLSA"

El 2021 se cerró con una noticia que hizo saltar todas las alarmas: "Delivery Hero toma las riendas de la barcelonesa Glovo". La plataforma alemana se hizo con el 80% de las participaciones de la startup en enero. Pese al movimiento accionarial, Pierre ya avanzó que continuaría operando con su marca y que la firma seguiría liderada por su actual equipo de administración.

"Siempre se ha dicho que Glovo podía venderse, pero nunca se iba más allá", explica el primer asalariado. "La intención inicial nunca fue la venta, todos esperábamos incluso llegar a bolsa, pero viendo cómo lo estaban pasando otras compañías no era lo más conveniente", aclara Alvarado. "El objetivo de venta como startup sí que se tiene, pero también está la idea de crecer tú como propio". El experto en marketing cuenta con varias acciones de Glovo y recibió el anuncio de la compra media hora más tarde que la prensa. "Se nos daban múltiples opciones, yo sigo manteniendo mi pequeña parte del negocio", zanja. El planteamiento es que Delivery Hero tenga beneficios en el segundo cuatrimestre de este año y que Glovo también. "Como pequeño inversor de la startup quién sabe, puede quedar en papel mojado", apunta Alvarado. 

EL SECRETO DE GLOVO: LA COMUNIDAD

Tras siete años desde que se fundó la startup, para el primer asalariado de la compañía el secreto de Glovo es la comunidad. "Desde un buen principio se quiso generar comunidad y satisfacerla. Hay un cierto odio al éxito, cuando las empresas funcionan se hace la reflexión de que algo hacen mal", explica Alvarado. Más allá de la comunidad, hay que saber tocar las puertas adecuadas. "La meritocracia existe, pero no al 100%. También está el factor suerte, pero Oscar es un trabajador embedernido, humilde y con una visión clara de lo que quería. Ésta es la fórmula de Glovo". 

Un 'rider' de Glovo durante un reparto en una imagen de archivo

Sobre la ley rider y las demandas que acumula la startup, Dilmer señala que "políticamente puedes estar de acuerdo o no con los derechos de los riders, pero la realidad es que Glovo siempre trabaja con la legalidad, con asesoramiento legal. Se pueden decir muchas cosas, pero Glovo siempre ha acatado la Ley. Además, la empresa podría haber decidido marcharse de España porque la legislación no le favorecía, y no lo ha hecho", zanja. 

¿Y le gustaría al primer asalariado de Glovo volver a la empresa? Dilmer afirma que ha tenido la oportunidad, pero que no lo ha hecho. "Ya no es la misma compañía donde empecé, hay etapas en la vida, Glovo fue una etapa, ahora estoy en otra".

El "chico para todo" creó un segundo proyecto propio llamado We are Crudo, una agencia de marketing digital que rema para dar voz a startups, sector farmacéutico y Horeca --acrónimo de hoteles, restaurantes y caterings-- en Barcelona. "Hace unos años, sobre todo cuando trabajaba allí, era uno de los clientes más asiduos de la empresa. Ahora sigo usando Glovo, pero no tanto; forma parte de esta nueva etapa", finaliza. 

Noticias relacionadas