Eran jóvenes, exitosos y contaban con la confianza de los principales inversores del sector fintech. Corría el año 2017 y Borja Rossell, Àlex Lopera y Dario Nieuwenhuis gestionaban la app de pagos Verse: habían levantado 30 millones de euros con el apoyo de fondos de Silicon Valley y su base de usuarios no paraba de crecer. Unos meses después, fueron expulsados de la compañía.

Se habían conocido años atrás, entre el Club de Polo de Barcelona y la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC), y en 2014 habían puesto en marcha su primer proyecto: BTC Point, una red de cajeros automáticos en los que canjear bitcoin.

PRIMEROS LITIGIOS

En aquel entonces contaban con el apoyo de un cuarto socio, Albert Caus, quien ostentaba una cuarta parte de la compañía. Cuando transformaron BTC Point en Verse, Caus fue expulsado de la empresa, y este acusó a los otros tres fundadores de forzar su salida, comprarle las acciones a un precio inferior a su valoración real y aprovecharse de su trabajo, así como de desviar gastos personales a las cuentas de la compañía.

Esa fue sólo la primera de las polémicas empresariales en las que se verían envueltos Rossell, Lopera y Nieuwenhuis. Los jóvenes no supieron gestionar bien el capital que habían levantado, y comenzaron “a desarrollar agresivas y costosas campañas de marketing y malgastar recursos propios en gastos superfluos, en muchos casos relacionados con el ocio”, según apuntan fuentes cercanas a los jóvenes en aquel entonces.

TERREMOTO EN VERSE

Fue entonces cuando el consejo de administración entró en escena. Los jóvenes, que tras las diferentes rondas ya no controlaban la mayoría del capital, fueron expulsados de la empresa por falsificar las cuentas, indican fuentes próximas al consejo de aquel momento, aunque oficialmente el motivo fue el incumplimiento de los objetivos de crecimiento marcados por la compañía.

Tras la salida de los jóvenes, el consejo de administración puso al frente a Bernardo Hernández, cofundador de Idealista, ex miembro de Google, de Yahoo y un reputado inversor español. Hernández cambió el rumbo de Verse, lo convirtió en una entidad bancaria y llegó a ofrecer cuentas que reembolsaban un 1% de la nómina cada mes. Tres años después, fue comprada por Block, un conglomerado empresarial propiedad del fundador de Twitter Jack Dorsey, por entre 30 y 40 millones de euros.

La última puntilla que ha recibido la empresa ha sido una multa de 280.000 euros en Lituania, donde ahora tenía la sede la compañía, por "violaciones graves y sistemáticas de prevención de lavado de dinero y financiamiento del terrorismo". El Banco de Lituania dio de plazo hasta el próximo 1 de octubre a la compañía para eliminar todas sus deficiencias. Tras el cierre de Verse, la sanción queda en el aire.

Bernardo Hernández, quien fue presidente ejecutivo, consejero delegado e inversor de Verse / CEDIDA

Esta semana Verse ha comunicado su cierre. Tras su paso deja más de dos millones de usuarios en 29 mercados distintos y una historia de breves éxitos y sonoras derrotas, que le han llevado a la muerte empresarial. La fintech que quiso revolucionar el sector bancario y los métodos de pago ha finalizado su aventura empresarial entre juicios y pérdidas, sin haber sido capaz de generar nunca suficientes ingresos para hacer viable el negocio.

¿QUÉ FUE DE LOS FUNDADORES?

Seis años después de ser relegados de Verse, los tres fundadores han seguido trayectorias dispares. Àlex Lopera fundó en 2018 TipsterChat, una plataforma online en la que recibir consejos para apuestas deportivas. La app cuenta con 20 empleados en Barcelona y busca cuatro millones de euros para dar el salto a Latinoamérica. A su vez, Lopera es director de operaciones de MundiMoto Group, un concesionario online de motos de segunda mano.

Los otros dos socios, Dario Nieuwenhuis y Borja Rossell, fundaron la empresa Akiles un año después del descalabro en Verse. La startup está especializada en la gestión de accesos en remoto y trabaja para varias empresas del sector turístico y oficinas de coworking. Han levantado dos millones de euros en rondas y ya han desembarcado en París, Londres, Dubái, Roma o Panamá.

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