Los vecinos de la finca situada en el número 104 de la calle de Sepúlveda están cansados del trajín que día y noche tienen que sufrir, sobre todo en los pisos del entresuelo, por la existencia de un prostíbulo en la finca, regentado por ciudadanos de origen asiático. Para mostrar su malestar, en la fachada del edificio han colocado una pancarta como método de protesta, a ver si de esa manera las autoridades les dan una solución al problema.
Tanto durante el día como durante la noche, la entrada de clientes no cesa. Los hay que se equivocan de piso y llaman a los timbres de los vecinos, aunque el pulsador del piso en cuestión es diferente a los demás, los que llegan con alguna copa de más haciendo demasiado ruido, o los que no parecen reparar que en el edificio viven personas que no quieren ser molestados en sus horas de descanso.
Los vecinos también han detectado que por la noche, una de las personas que regentan el prostíbulo se queda en la puerta del edificio para permitir el acceso de los clientes sin que tengan que llamar al interfono, mientras otras se desplazan por la zona repartiendo tarjetas para dar a conocer la ubicación del local. Y si la persona encargada de quedarse en la puerta abandona su posición, deja un obstáculo para impedir que la puerta se cierre del todo. Pero eso no impide que a altas horas de la madrugada, el ruido moleste a los vecinos.
DENUNCIAS VARIAS
Los vecinos aseguran que ha denunciado la presencia del negocio de prostitución en varias ocasiones, tanto a los Mossos, como a la Guàrdia Urbana, en la sede del distrito y a la Síndica. Y que la policía se ha personado en el local en varias ocasiones, ha detectado la presencia de inmigrantes sin papeles, han confirmado que en el interior se practica el negocio de la prostitución, pero se han limitado a decirles que se deben cumplimentar los trámites necesarios para poder clausurarlo. Y eso lleva tiempo.
En alguna ocasión, afirman haber recibido algunas respuestas que les han sorprendido, como cuando un policía les aseguró que la única forma de que se hiciera algo era quejándose en la sede del distrito durante una de las sesiones de audiencia pública, ya que de esa forma los propios políticos se implicarían en el tema.
El último error que, según los vecinos, ha impedido que el piso se clausure para la práctica de la prostitución, ha sido que a alguien, dentro de la administración, se le olvidó enviar un papel al juzgado que se encarga del caso, por lo que el juez se ha visto obligado a paralizar todo el proceso. Ahora, los vecinos, hartos de una situación que consideran lamentable e inaudita, esperan que por fin alguien les haga caso, aunque la experiencia vivida hasta este momento les hace ser muy escépticos.