Basta darse un paseo por la zona de los Encants del Mercat de Sant Antoni para darse cuenta de que el tema de los horarios que quiere imponer el Ayuntamiento ha generado cierta división en el colectivo. La dimisión de la anterior junta directiva tras perder la votación por la reforma de los horarios fue una primera señal de que se ha generado un cierto clima de desconfianza entre partidarios de mantener el horario de toda la vida y los de aumentarlo.

La división ha quedado patente en el primer día de cierre. Más de 50 % de las paradas han permanecido cerradas. Y en la persiana de muchas de ellas, un cartel anunciando las razones por las que no quieren abrir los martes y los jueves, como han venido haciendo desde hace años.

Los partidarios de mantener el actual horario lo argumentan afirmando que no pueden trabajar 55 o más horas semanales en lugar de las 42 que trabajan ahora, pasando de abrir la tienda cuatro días a la semana a hacerlo seis. Defienden que ese horario es incompatible con la tan cacareada conciliación laboral y familiar y que, además, esas horas se ven acrecentadas si se tiene en cuenta el trabajo que tienen que llevar a cabo fuera del horario de apertura de las tiendas, como ir a comprar genero, etc. Eso, defienden, solo lo pueden hacer las empresas con varios trabajadores que puedan elaborar turnos de trabajo. A los demás les tocará sufrir.

Los que consideran que los nuevos horarios son mejores aseguran que los tiempos han cambiado y que hay que aprovechar que se ha hecho una inversión de 80 millones de euros en el nuevo Mercat, que se ha modernizado y que se ha convertido en un atractivo para el público para consolidarse como un mercado de ciudad.

Cartel en el que se explican los motivos del cierre / CR



Lo único que parece claro es que al final todo se decidirá desde el Ayuntamiento. Y todo parece indicar que será el horario de 6 días el que se acabará imponiendo. Según los partidarios de este horario, la opinión de los comerciantes contrarios a ampliar el horario ha empezado a cambiar desde que se inauguró el mercado, aunque la realidad es que en la primera jornada de cierre, se han visto más persianas bajadas que subidas. Y no son pocos los que temen que el consistorio acabe imponiendo su voluntad aprovechando la división generada entre los comerciantes.

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