Algunas asociaciones animalistas de Barcelona han expresado su preocupación en los últimas semanas por culpa de un repunte de muertes masivas por intoxicación de palomas que se han producido durante el confinamiento, especialmente en grandes ciudades como la capital catalana.
Y es que, tal y como informa La Vanguardia este sábado, solo en la Ciudad Condal, este hecho tan sinistro ha ocurrido más de una vez en menos de un mes y en una misma zona. Entre ambas fechas fallecieron un centenar de ejemplares. Las necropsias efectuadas a algunas de las aves señalan que habrían perecido tras tomar algún tóxico. Las organizaciones que defienden los derechos de animales piden explicaciones a las autoridades competentes.
110 PALOMAS MUERTAS EN 27 DÍAS
Es muy extraño que haya dos casos en poco menos de un mes y en una zona concreta”, afirma David Romero, fundador y presidente de la asociación Birds Friends. El más reciente sucedió el 23 de abril en Barcelona en las confluencias de la calle Mallorca con Muntaner y Casanova, muy cerca del hospital Clínic. Aquel día se encontraron hasta 30 palomas muertas.
Lo más inexplicable es que apenas 27 días antes, había ocurrido otro episodio aún más apocalíptico de muerte masiva de palomas en una zona muy próxima. Fue a la altura del 144 de la calle Casanova, y en este caso se hallaron unos 80 cadáveres. A alguno de ellos se le pudo practicar una necropsia.
UN TÓXICO MUY ABRASIVO
Las aves “tenían unas lesiones muy significativas a nivel de lengua, faringe y laringe, con hemorragias subcutáneas y con algunos edemas en el cuello de la laringe a la faringe, y todo provocado muy probablemente por algún tipo de ingesta de algún tóxico muy abrasivo”, indica Javier Vergés, veterinario y propietario de la clínica Exóticos a Domicilio, que practicó la autopsia a ejemplares de ambos episodios a petición de Birds Friends.
El doctor Vergés destaca que las aves “estaban en un perfecto estado físico”, algo que le llamó “la atención”: “No es normal en palomas, que suelen estar parasitadas. Eran animales con un estado corporal perfecto, con lo que sí se puede descartar cualquier patología infecciosa externa”.
A la misma conclusión han llegado las necropsias practicadas a cargo del Ayuntamiento a algunos de los ejemplares del primer episodio que tuvo lugar en la ciudad durante el aislamiento social. “Los resultados concluyen que las muertes no fueron causadas por ninguna enfermedad infecciosa o parasitaria ni por ningún traumatismo. Por tanto, todo hace indicar que podría ser una intoxicación por envenenamiento”, añaden desde el Área de Bienestar Animal del Ejecutivo local.
TEORÍAS SIN CONFIRMAR
Las asociaciones animalistas se muestran muy preocupadas por todos estos casos. “Desde hace año y medio, estamos recibiendo avisos por envenenamiento”, lamenta Romero, quien opina que está empezando a creer “en algunas teorías” que, recalca, “no están confirmadas”.
Detalla “que hace bastante tiempo, lo que se estilaba por parte de los ayuntamientos era contratar el servicio de empresas de control de plagas para gestionar lo que, según ellos, era la superpoblación de palomas”. Esta práctica, afirma, no sólo “tiene muy mala prensa, porque no deja de ser la captura de animales que se matan y muchos vecinos no lo contemplan como una gestión adecuada y ética”, sino que, además, “conlleva unos gastos económicos muy grandes”.
Imagen de una paloma muerta en Barcelona / BLUE BIRDS
El líder de Blue Birds sospecha que ahora, “alguien, digamos a título municipal bajo manga, lo esté haciendo”. “Si liquidan de esta manera lo que ellos entienden como la superpoblación de palomas, el dinero público que se ahorran es mucho y la mala prensa se anula”, apunta. “Puede ser que no lo estén haciendo los ayuntamientos, pero tiene que quedar claro quién está detrás”, deja claro.
PROBLEMA DE SALUD PÚBLICA
Finalmente, Romero señala que “tener animales muertos en la calle atenta contra la salud pública. Es muy grave, no es una tontería. Está pasando algo y hay que saber qué es”. “Lo que no puede ser es que en menos de un mes haya muerto una gran cantidad de aves en la vía pública y no se sepa por qué. Es cierto, son palomas y a todo el mundo le da igual. Si fueran perros sería distinto, pero hay que saber qué ha pasado”, concluye el activista.