El gran mural okupa de La Carbonería, que fue uno de los primeros edificios de la trama Cerdà, ya es historia. La transformación del edificio en viviendas de alto standing ha hecho desaparecer el grafiti que presidía la fachada de la finca, situada en la confluencia de las calles del Comte d'Urgell con Floridablanca, en el Eixample.
El inmueble data de 1864 y forma parte del catálogo de patrimonio de la ciudad, es decir que en la transformación en pisos de lujo, la propiedad, el fondo de inversión Leasing LWP Spain SL, una filial del banco Crédit Agricole, no puede derribar ni hacer cambios de volumetría.
La propiedad puede intervenir en el interior del inmueble, pero no puede tocar los elementos exteriores protegidos. La reforma debe restaurar las cuatro fachadas y recuperar los elementos originales de la construcción original de Antoni Valls i Galí.
UN GLOBO AEROSTÁTICO Y LA BOMBA ORSINI
La Carbonería, que toma el nombre de un establecimiento que se dedicaba a la venta de carbón y que cerró en los años 50, estuvo okupada entre los años 2008 y 2014. El gran mural estaba presidido por un globo aerostático e incluía una bomba Orsini, como la que se utilizó en el atentado del Liceu el 7 de noviembre de 1893. Ahora, el grafiti, que fue muy fotografiado y figuraba en guías turísticas alternativas de la ciudad, ha sido borrado por completo.
El edificio fue desalojado por los Mossos d’Esquadra en febrero de 2014, que necesitaron hacer uso de una grúa para sacar a dos de los activistas que se colgaron en la fachada. La salida de los okupas acabó con una manifestación en la que tuvieron lugar cargas policiales y la quema de contenedores. Desde entonces, y hasta el inicio de las obras, la finca ha estado en desuso y tapiada.
EDIFICIO CATALOGADO
En 2016, más de 150 años después de la construcción, el Ayuntamiento cambió el plan especial de protección del patrimonio arquitectónico de la ciudad para incluir esta finca, que es conocida también como Casa Tarragó. El edificio fue catalogado con el nivel C -es decir Bien de Interés Arquitectónico, que impide derribos, remontas y cambios de volumetría-, pero la catalogación no decía nada "específicamente" del mural.
El gobierno de Ada Colau expresó su voluntad de que el grafiti no desapareciera. "Forma parte de la memoria social del edificio", expresaron fuentes municipales. Pero el Ayuntamiento tampoco hizo nada para que se preservara. El consistorio añade que se llevó a cabo un reportaje fotográfico del mural para tenerlo documentado.
El expresidente de Sant Antoni Comerç, Vicenç Gasca, sostiene que la fachada principal actual no lo era cuando se construyó la finca. “Esta fachada miraba hacia los campos. En el siglo XIX, buena parte de lo que rodeaba la casa eran terrenos sin construir. La fachada trasera actual debía ser la importante porque miraba hacia la ciudad y la Catedral”, defendía a finales del año pasado en una conversación con Metrópoli Abierta.