La histórica Relojería Bonet, uno de los establecimientos más conocidos por los vecinos de l'Antiga Esquerra de l'Eixample, baja su persiana después de 97 años de actividad en el mismo local. 

Pere Bonet, el actual propietario del comercio casi centenario, tomó el tercer relevo generacional del negocio en el 1978. Según relata a Metrópoli, empezó trabajando con su padre y se hizo relojero por voluntad propia. "Es una profesión que no se puede perder", insiste. 43 años después, Bonet se despide del que ha sido "el oficio de su vida" por jubilación.

Panfleto promocional antiguo de la Relojería Bonet / METRÓPOLI



COMERCIO FAMILIAR 

La relojería y joyería, ubicada en el número 70 de la calle Aribau, es un pequeño establecimiento familiar que, pese a haber sido reformado en dos ocasiones, siempre ha mantenido la esencia con la que nació: calidad y tradición en una "tienda de barrio" que, a lo largo de sus años de vida, se ha convertido en toda una referencia.

Bonet recuerda con nostalgia su historia. "Los métodos de compra han cambiado mucho", explica. En consecuencia, los comercios de proximidad que rodeaban su tienda se han ido marchando. No obstante, el dueño reitera que la relojería es un oficio necesario pese a la constante transformación del mercado. "No tan solo se trata de vender relojes, detrás de cada pieza hay una maquinaria que requiere unos conocimientos concretos", explica.

Relojes antiguos en la Relojería Bonet / METRÓPOLI



ARREGLOS Y JOYAS 

En este sentido, la histórica relojería siempre ha sido una "opción de confianza" para arreglar piezas de joyería. De hecho aseguran que, en los últimos años, "los arreglos han sido la principal fuente de ingresos". 

Desde Bonet explican este cambio de rumbo por el auge de ventas on-line. "Los relojes llevan una marca y una referencia detrás, por lo que comprarlo en la web o en las grandes superficies es muy fácil", aseguran. No obstante, "son muy pocas las veces que los modelos se ajustan a las medidas del consumidor", explican. Es en este punto, cuando, para el propietario, los compradores se dan cuenta de la importancia del oficio, ya que, generalmente, necesitan recurrir a un relojero para arreglar la pieza a su gusto.

OLIMPIADAS 1992

Después de 13 años trabajando en el local, Pere Bonet decidió renovar –por segunda vez en su historia– el aspecto de la relojería coincidiendo con la llegada de los Juegos Olímpicos a la ciudad. Las obras se realizaron en 1991. El diseño actual de la tienda mantiene todo tal y como se reformó en ese momento. 

1992 es un gran momento para Barcelona. El reconocimiento de la capital catalana como una gran ciudad a raíz de las Olimpiadas supuso un impulso para sus comercios. En esa época, grandes personalidades como Pepe Rubianes o Ladislao Kubala pasaron por la tienda. No obstante, desde 1992 hasta ahora, la joyería ha vivido "altibajos" en lo que se refiere al buen funcionamiento del negocio. "En 2008 se notó mucho la crisis financiera que vivió el país", asegura el dueño. Después, explica que el siguiente gran impacto ya ha sido la "era del covid", aunque, por la cercanía de su jubilación, "no supuso un golpe muy duro".

Fachada del establecimiento con carteles de "liquidación" / METRÓPOLI



TRASPASO DEL LOCAL 

Carteles de "liquidación" y "cierre por traspaso" tapan la fachada de la tienda –reformada hace 10 años–. Ahora con un aire desangelado, con apenas productos en su escaparate. "Empezamos la liquidación hace meses", explica la mujer de Bonet. Por ello, "la mayoría de productos ya se han vendido".

Bonet explica que su mayor deseo "por una cuestión de sentimientos y nostalgia" es que el local sea traspasado a alguien que quiera continuar con el oficio. "Quiero que esto siga siendo lo mismo pero con un toque actual", relata. Es decir, desea que las nuevas generaciones implementen sus nuevas ideas en su establecimiento para renovarlo sin que pierda su esencia.

El local está disponible en la lista del Gremi de Rellotgers y, según explica el propietario, hay una chica interesada pero todavía no "hay nada claro". En el caso de que aceptase el traspaso, el nuevo proyecto arrancaría en enero –sin saber bajo que nombre–.

Pere Bonet trabajando en su establecimiento / METRÓPOLI



PROFESIÓN CON FUTURO

Bonet insiste en que las relojerías no desaparecerán de Barcelona. "Quizás en la ciudad no hay público para dar trabajo a 500 tiendas, pero sí a las pocas que irán quedando en los próximos años", asegura. Por ello, insiste en que hay "futuro" en esta profesión.

Ante la incertidumbre de qué sucederá con su local, el dueño se marcha muy "satisfecho" con su trayectoria en la tienda y agradece que varios clientes –tanto de Barcelona como de otras ciudades del área metropolitana– hayan pasado por la Relojería Bonet para "lamentar" su marcha y agradecer todos los años de servicio.

Otro local histórico al que se le acaba su tiempo en la ciudad.

Noticias relacionadas