El mercado de Sant Antoni se encuentra entre los más populares de Barcelona. Las instalaciones, el recinto histórico reformado hace pocos años y el mercado dominical han dado alas al que, probablemente, sea el segundo mercado más concurrido de la ciudad por detrás de La Boqueria. Pero no es oro todo lo que reluce y, tras la belleza aparente del espacio, existen varios problemas que afectan a la funcionalidad del sitio. Entre ellos, los baños llevan años siendo un punto de encuentro para los practicantes de cruising.
Se trata de una práctica sexual en la que, en su inmensa mayoría hombres, quedan en lugares públicos para llevar a cabo prácticas sexuales. Este hábito cuenta, en la capital catalana, con varias webs de encuentros y apps que, de hecho, sitúan estos baños como "punto caliente" en la ciudad.
Mal ambiente
Pero esto afecta al día a día del mercado, señalan los paradistas a Metrópoli, "creando muy mal ambiente". Al ser un mercado local, día a día acuden familias con personas de todas las edades --también niños--. En este sentido, "nunca sabes qué te puedes encontrar", comentan. "No es de recibo que un niño tenga que ir a un baño a orinar y corra el riesgo de encontrarse lo que no tiene por qué ver", consideran.
La situación lleva tiempo que ha trascendido lo meramente incómodo. Uno de los paradistas acudió en una ocasión al baño y, mientras orinaba en su respectivo cubículo, vio como un hombre desconocido que se asomaba por arriba del separador y le hacía fotos con el teléfono. "Evidentemente, la situación desencadenó una pelea entre el voyeur y el paradista".
Uno de estos cubículos, de hecho, "no tiene ni pestillo", lo que supone una invitación a la "barra libre". Cuando se ha reparado, el pestillo no suele durar mucho hasta que lo vuelven a arrancar. Esto, critican, puede ocurrir a cualquier hora entre la apertura y el cierre del mercado, por lo que "uno nunca sabe lo que se va a encontrar", dicen.
La situación ha llegado a tal punto que, todas las mañanas, un vigilante de seguridad tiene que entrar y revisar que no haya nadie antes de que entre la encargada de la limpieza. Si hay gente, los echa y luego se queda en la puerta mientras la trabajadora lleva a cabo su labor.
Lugar de consumo
Pero el problema no es únicamente sexual. Este espacio también es un punto habitual de consumo de droga. Por tanto, no es extraño que se encuentren jeringuillas usadas en el suelo o, directamente, gente pinchándose que no hace "ningún esfuerzo por ocultarse".
Esta amarga realidad no es nueva para los paradistas, sino que llevan aguantándola desde que se reabrió el mercado tras su reforma en 2018. Hace ya tres años, este digital se hizo eco de la situación, que afecta tanto a la parte dominical como al día a día de Sant Antoni.
Ante esta situación, recuerdan que estas situaciones se han puesto en conocimiento del Ayuntamiento de Barcelona. "En todas las reuniones se han comprometido a solucionar el problema, pero nunca se ha hecho nada. Una vez se propuso dejar a la persona que limpia de 'guardia' en la puerta. Aquello fue hace un año y todavía no se ha aplicado", lamentan.
El Ayuntamiento, preguntado por Metrópoli, asegura que se trata de un problema del que se tiene conocimiento y que se está trabajando para encontrar una solución "en coordinación con los cuerpos policiales y la asociación de vendedores".
En la misma línea, aseguran que no se ha planteado que la situación haya escalado ni que el hecho haya causado mayor inquietud entre los comerciantes, a tenor de las últimas reuniones mantenidas. Asimismo, tampoco se detecta "ninguna situación extraordinaria en términos de seguridad en el mercado y sus alrededores".