El Ayuntamiento de Barcelona ha establecido un protocolo de actuación pionero para retirar nidos de cotorras en árboles y palmeras con riesgo de caída sobre la gente que pasea por debajo. “Es por motivos de seguridad. Los nidos pueden llegar a pesar 200 kilos y cuando están en el extremo de las ramas hay un riesgo de fractura”, ha declarado el jefe de área de Gestión de Arbolado de Parc i Jardins, Joan Guitart. “Las ramas de pinos y cedros están pensadas para soportar unas fuerzas determinadas, pero una carga continua las puede romper”. Durante la campaña de retirada de este mes de junio se han retirado casi 120 nidos, los últimos en los Jardines de Pedralbes, en Les Corts. 

Estos nidos colectivos son un gran proyecto de ingeniería con diferentes cámaras para albergar a varias parejas de cotorras y sus crías. “Cuando hay que hacer actuaciones de poda, previamente revisamos los nidos por si están llenos y, en ese caso, recogemos los polluelos y los huevos para llevarlos a un centro de recuperación de fauna”, ha añadido. Eso en el caso de las cotorras, que son una especie invasora, pero si se trata de aves autóctonas “se para la poda y se espera a hacerla fuera del periodo de nidificación”.



Los polluelos y los huevos que se encuentran en los nidos son enviados a un centro de recuperación / XFDC



CONTROL INDIRECTO DE POBLACIÓN

La retirada de los nidos, que comporta su destrucción, tiene un efecto indirecto en la reproducción de los pájaros. “Al retirar los nidos y llevar los polluelos a un centro estas cotorras ya no proliferan en la ciudad”, ha añadido Guitart. “Pero nosotros no incidimos directamente en la población de cotorras”, que actualmente se calcula que es de entre 5.000 y 6.000 parejas. La pérdida del nido también supone una interrupción del ciclo reproductivo y puede hacer que las cotorras solo hagan una puesta de huevos al año en lugar de las dos que hacen habitualmente.

El Ayuntamiento, que no tiene competencia en el control de plagas, se limita a cumplir con la legilación sobre especies exóticas e invasoras y trabaja desde una perspectiva ética para que su presencia sea compatible con la biodiversidad urbana. El protocolo para la gestión de nidos es pionero en España y ya hay varias ciudades que se han puesto en contacto con los responsables del programa para conocer los resultados y buscar maneras de aplicarlo.

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