Cuando el holandés Ben Dronkers decidió abrir una sucursal de su Hash Marihuana & Hemp Museum de Amsterdam en Barcelona quiso hacerlo a lo grande. Escogió como sede un impresionante palacio modernista, el Palau Mornau, que en aquellos tiempos estaba inexplicablemente abandonado. Tardó unos años en reconstruirlo totalmente intentando preservar la originalidad del edificio y por ello encargó la obra a un arquitecto, Jordi Romeu, conocedor de la obra de Manuel Joaquim Raspall, quien lo había remodelado a principios del siglo XX.

Una vez reformado, el museo abrió sus puertas con la idea de transmitir al mundo los beneficios que a lo largo de la historia han proporcionado a la sociedad las plantas del cáñamo y el cannabis, ambas de la misma familia.

El Museo está situado en el impresionante Palau Mornau. / CR

"Ben abrió el museo de Amsterdam en 1985 y después hizo un viaje a Barcelona. Se enamoró de la ciudad y supo que aquí sería bien acogido", dice Ana Rodríguez, mánager del Museo. "Con mucho esfuerzo, personal y económico, restauró el palacio, sin ningún tipo de subvención, y abrió el Museo".

Visitar el Museo no solo permite conocer la historia, los usos y beneficios de la planta, sino también observar los detalles de un palacio modernista felizmente recuperado y abierto al público. Vale la pena hacer la visita por cualquiera de las dos razones.

MIL USOS

El Museo consta de dos partes bien diferenciadas. En la primera, el visitante podrá aprender los orígenes de la planta del cáñamo, su historia y los múltiples usos que el hombre le ha dado a lo largo de la historia. Desde alimentos, cuerdas, telas, aceites o papel, hasta productos medicinales.

Un artística pipa para fumar cannabis. / CR

"En el Museo", señala Ana, "podemos ver desde fotos de cómo se extraía en tiempos el hachís hasta tratados botánicos de hace muchos años en los que se habla de la virtudes terapéuticas de la planta. Tenemos una colección de pipas rituales africanas, pipas europeas, cuadros en los que se representan los diferentes usos del cáñamo, o una armadura de samurai en la que las uniones entre las distintas partes de la coraza estaban unidas con hilo de cáñamo, ya que era muy resistente".

Viejos frascos para el uso medicinal de la marihuana. / CR

También cuenta con una sala industrial en la que se describen los mil usos del cáñamo, desde cuerdas hasta las velas que propulsaron las carabelas con las que Cristóbal Colón hizo el descubrimiento de América. De la importancia que tuvo en cáñamo en aquellos viajes transoceánicos da fe la planta de cáñamo que decora la columna del monumento a Colón en Barcelona, un claro homenaje a la importancia que esta tuvo en al viaje del descubridor y que suele pasar desapercibido para la mayoría de sus visitantes. "En las carabelas había cáñamo por todas partes. Semillas para comer, aceite para iluminar, se uso como impermeabilizante del barco, el papel de las cartas marinas era de cáñamo, además de semillas para plantar allá donde fueran. Es decir, el cáñamo fue básico en aquellos viajes", relata Ana.

GENIOS INSPIRADOS

Una vez conocidos la utilización industrial del cáñamo, hay que pasar a conocer los usos como producto medicinal y lúdico. Una sala recoge variadas muestras de cómo se consumía el hachís en diferentes culturas. Fotos y grabados muestran escenas de hombres y mujeres de diferentes culturas fumando hachís.

Miembros del selecto Club de los Hachichins. / CR

"Las virtudes del cannabis como planta medicinal son conocidas desde hace mucho tiempo, sobre todo en las culturas orientales", explica Ana. "Tras muchos años casi desaparecido, en Europa lo reintrodujeron como droga las tropas de Napoleón, tras ver que lo tomaban las tropas egipcias, pero se conocían sus propiedades medicinales y psicotrópicas desde siglos antes. De hecho, se cree que Shakespeare ya lo fumaba. Y otros grandes artistas lo tomaban con asiduidad. En Francia se creó el llamado Club de los Hachichins, del que formaban parte, entre otros, Alexandre Dumas, Charles Baudelaire, Eugène Delacroix, Honoré de Balzac o Victor Hugo, que se reunían en un hotel para experimentar con los efectos del hachis".

También hay referencias a la aparición del hachís en el cine y el comic tanto en forma positiva como negativa. Se cuenta que la hierba que tomaba Popeye a través de su pipa podía no ser espinaca. "De hecho, Popeye, que es tuerto, deriva en realidad de Pop Eye, que viene a significar ojo saltón", recuerda Ana. Y hay numerosas referencias a la marihuana tanto en el cine como en la literatura del siglo XX que están recogidas en el Museo.

En el Museo tiene cabida hasta el mítico Popeye y ¿sus espinacas? / CR

PROHIBICIONES

El Museo también tiene numerosas referencias al uso de la marihuana en el mundo de la medicina y conserva frascos medicinales que contuvieron en su día remedios extraídos de la planta del cannabis, como prueba evidente de que hubo una época en la que la medicina consideraba beneficioso el uso de la marihuana para determinadas dolencias.

Luego llegaron las prohibiciones, fruto más de intereses espurios que de pruebas científicas. Y, como no, empezaron en Estados Unidos. Los argumentos tenían un 'enorme peso científico".

"Hay 100.000 fumadores de marihuana en los Estados Unidos, y la mayoría son negros, hispanos, filipinos y artistas. Su música satánica, el jazz y el swing, es el resultado del consumo de marihuana. Esta marihuana hace que las mujeres blancas busquen relaciones sexuales con negros, artistas y otra gente".

La joya de la corona: un cuadro de David Teniers el Joven que refleja los múltiples usos del cáñamo. / CR

Esta frase fue pronunciada por Harry J. Anslinger, director de la Oficina Federal de Narcóticos entre 1930 y 1962 y promotor del veto a la marihuana y de la subida de los impuestos a la producción del cáñamo. Curiosamente, Anslinger tenía intereses familiares en la industria que pugnaba por introducir el nylon en el mercado, que tenía como principal competidor al cáñamo.

"Aquí no hacemos proselitismo de la marihuana. Solo decimos que tiene cosas buenas y, también, que tomarla durante la adolescencia puede ser malo para la salud ya que puede afectar a determinadas áreas del cerebro que no están plenamente desarrolladas hasta los 25 años. Y también defendemos que la prohibición beneficia al mercado negro que trafica con ella", argumenta Ana. "Nuestra intención es que la gente esté informada", añade.

Documentación diversa e histórica sobre la marihuana. / CR

MAYORES Y EXTRANJEROS

Respecto a las visitas al Museo, Ana asegura que "viene a visitarlo mucha gente mayor, que quiere información sobre el uso del cannabis. Llegan con curiosidad y les explicamos cómo es la planta,  qué usos tiene, e intentamos que pierdan los prejuicios. Son muchos los que se interesan por su uso como paliativo del dolor y algunos reconocen abiertamente que les gustaría probarlo para no sufrir tantos dolores como sufren. También vienen a vernos grupos de alumnos extranjeros, sobre todo alemanes, que visitan Barcelona y tienen como parada este Museo. No ocurre lo mismo con los colegios de aquí. Nos ponemos en contacto con ellos o hablamos con profesores cuando vienen a ver el Museo y muchos se muestran reacios ya que al parecer a muchos padres no les parece bien. Sin embargo, nuestra mayor sorpresa es que vienen muchos abuelos con sus nietos, que los traen como si fuera una excursión".

Un impresionante salón forma parte del Museo. / CR

En el fondo, el Museo solo pretende explicar cómo el uso del cáñamo y el cannabis ha sido habitual a lo largo de la historia, el origen de algunas de las leyendas que lo han rodeado en sus cientos de años de uso por parte de la humanidad y los beneficios o perjuicios que un buen o mal uso puede proporcionar a las personas. Nada más ni nada menos.

De la planta se pueden sacar hasta jabones excepcionales. / CR

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