La historia de Barcelona está repleta de pequeños y grandes relatos. Llegar a conocerlos todos es una labor inabarcable, pero hacerse una idea de cómo los barceloneses vivían hace años, o cómo se articulaba la sociedad, o cómo se relacionaban los comerciantes puede contribuir a generar un retrato bastante fiable de cómo ha transcurrido la vida en la ciudad hasta nuestros días.

Uno de los lugares en los que se puede aprender parte de la historia de la ciudad es la conocida como La Casa de la Seda. Construida en 1763 por el Gremio de los Veleros, actualmente es la sede de Colegio del Arte Mayor de la Seda. Está situada en pleno centro de la ciudad, en la Via Laietana, al lado del Palau de la Música, algo que en el pasado estuvo a punto de salirle muy caro y en la actualidad es uno de sus grandes activos.

La entrada, con las paredes de seda roja y cinco ángeles dolientes. / CR.

Visitarla implica sumergirse en la historia de los gremios de la ciudad de Barcelona, que es buena parte de la historia de la evolución de la economía y de la promoción social desde la época medieval. Y el Gremio de los Veleros, "veleros no porque hicieran velas, sino porque hacían velos", explica Mireia nada más empezar la visita en una aclaración muy oportuna para los visitantes, fue uno de los más importantes de la ciudad durante su época de esplendor, aunque fue de los últimos en fundarse, debido a que durante siglos los que trabajaban la seda eran los judíos, y en aquellos tiempos no tenían los mismos derechos que los cristianos. Eso no cambió hasta el reinado de Carlos I.

El exterior del edificio no pasa desapercibido. Las figuras esgrafiadas y la imagen de Nuestra Señora de los Ángeles que la decoran invitan a acceder al interior del inmueble, donde los cuadros de Alex Santasusagna y el escudo del gremio reciben al curioso. Los lienzos, dedicados al mundo de la seda, son de estilo barroco, con figuras que recuerdan pinturas como Las Hilanderas, de Velázquez, El Nacimiento de Venus, de Boticelli, y Las Tres Gracias, de Rubens.

El exterior del edificio llama la atención. / CR.

PLANTA NOBLE

Pero lo mejor llega cuando se accede a la planta noble, la única que se puede visitar. Franqueando la puerta de hierro forjada en la que no falta el escudo gremial, se accede a una sala con las paredes recubiertas de seda de un rojo intenso donde el visitante es recibido por las pequeñas figuras de cinco ángeles con rostro doliente que  llaman poderosamente la atención. "En origen formaban parte de un paso procesional que sacaba el gremio en Semana Santa", explica Mireia. "Los veleros estaban relacionados con la cofradía de la Purísima Sangre, que eran los encargados de dar apoyo espiritual a los condenados a muerte. Por eso, cada uno de ellos lleva un símbolo de la muerte de Jesús: el paño con el que se lavó las manos Pilatos, los dados con los que los romanos se jugaron las ropas de Cristo, los clavos con los que lo clavaron en la cruz, el martillo con el que los clavaron, y las tenazas con los que los sacaron. Su pusieron aquí cuando el paso dejó de salir en los años 50 del siglo pasado".

En el mismo hall de entrada se encuentra una copia exacta del pergamino que en el año 1533 firmó Carlos I dando permiso a los veleros para formar su gremio. El original está guardado en la Casa de la Ardiaca. El texto fue aprobado anteriormente por el Consejo de Ciento y en él se establece, entre otras cosas, qué parte de la muralla de la ciudad les tocaba defender a los veleros en caso de asedio de Barcelona.

El despacho del presidente guarda un armario muy antiguo. / CR.

Constituirse en gremio era vital ya que, en aquellos tiempos, eran una especie de lobby en el que se controlaba cada detalle de cada asociado, incluidas las normas para el ascenso desde aprendiz a maestro, pasando por oficial. "De aprendiz a oficial era un paso importante, ya que cobraban por el trabajo y tenían derechos, como poder casarse. Pero de oficial a maestro era más complicado. Los maestros, que eran los examinadores, no querían rivalidad. Por eso los exámenes eran carísimos y, normalmente, los que los superaban eran los hijos, primos o sobrinos de los maestros. Así se evitaba que la pirámide se invirtiera", aclara Mireia. Además, tenían su propia policía, el mostassaf. "Era el encargado de vigilar que todos cumplían las normas, y a quien no lo hiciese, se le multaba. Y él cobraba por cada multa, así que la más mínima infracción era denunciada", añade.

SALVADA POR LOS PELOS

Una de las historias más curiosas que rodea la Casa de la Seda es que estuvo a punto de ser demolida poco después de la apertura de la Via Laietana, como sucedió con otras joyas arquitectónicas que se enviaron al suelo en nombre del progreso.. Pero en el caso de la Casa de la Seda, su principal 'enemigo' fue, curiosamente, un arquitecto, LLuís Domèmech i Montaner, autor del Palau de la Música Catalana, que quería que su obra se contemplara en todo su esplendor desde la nueva Vía Laietana. La intervención del también arquitecto Jeroni Martorell, quien desde su puesto de director del Servicio de Catalogación y Conservación de Monumentos logró que fuese declarada Monumento Arquitectónico Artístico, la salvó. "Y muchas de las cosas que habían en su interior", explica Mireia, "se salvaron durante la guerra porque los asociados las escondieron en sus casas. Aquí entraron los anarquistas y destruyeron todo lo que encontraron".

La biblioteca, que contiene archivos desde 1533. / CR.

La casa guarda en su interior secretos de extraordinaria valía. El pequeño pero precioso despacho del presidente exhibe un armario...¡¡¡más antiguo que el propio edificio!!!. Data de 1683 y está perfectamente conservado. Incluso se puede leer en su parte superior 'Armari De·la Confraria Dels Mestres Valès, Fet en 1683. Lo usaba el gremio en sus anteriores lugares de reunión, la desaparecida iglesia de Santa Ana y el también desaparecido convento de Santa Caterina.

Cuando desaparecieron los gremios, en 1834, se fundó el Colegio Mayor del Arte de la Seda, al que se unieron los veleros, los terciopeleros, los sombrereros y los percheros, que no hacían perchas sino cintas de seda.

MAGNÍFICA BIBLIOTECA

La Casa de la Seda conserva una extraordinaria biblioteca en la que se guardan miles de documentos originales desde 1533, desde escrituras hasta sentencias judiciales pasando por miles de fotografías. Un archivo en el que se esconde parte de la memoria de cómo funcionaban los gremios en la ciudad hace siglos, que es lo mismo que decir cuáles eran las relaciones económicas que sustentaban la sociedad del momento.

La Virgen de los Afligidos preside el salón principal. / CR

Un ejemplo de ello es una reclamación presentada por el gremio contra las mujeres que sin tener título para ello hacían 'tafatanets' que venden tanto al mayor como al detalle, reclamación que acabaron ganando las mujeres, un caso excepcional ya que en aquellos tiempos, el pergamino es de 1808, las mujeres no podían dirigir empresas.

LA JOYA DE LA CORONA

El salón principal es, sin duda, la joya de la corona. "Cuando se construyó, era uno de los más grandes de Barcelona", señala Mireia. "De hecho, aquí se hicieron alguna de las primeras representaciones de ópera de la ciudad".

La sala está presidida por la Virgen de la Aflicción, la Dolorosoa, y por la Virgen de los Ángeles, patrona del gremio. Junto a esta, un escudo de Barcelona, con una mariposa del gusano de seda, un murciélago y una lanzadera de telar. También hay un pequeño balcón desde el que algunas mujeres podían seguir las deliberaciones de los maestros, aunque sin voz ni voto.

La casa conserva dos láminas de Salvador Dalí. / CR.

En las paredes están escritos los nombres de todos los presidentes de la entidad, desde 1533 hasta nuestros días, todos ellos hombres, aunque uno se llamara Montserrat. Y cuatro tapices que reflejan el proceso de fabricación de la seda.

En el salón, que se puede alquilar para realizar eventos, destacan las grandes lámparas de cristal y las paredes, recubiertas de madera y de una delicada seda natural.

Antes de concluir la visita, la Casa de la Seda aún guarda un secreto final. En una de sus paredes están colgadas dos láminas creadas por Salvador Dalí para los congresos internacionales de la seda que se hicieron en Nueva York en los meses de octubre de los años 1950 y 1957.

Uno de los miles de archivos antiguos conservados en la biblioteca. / CR.

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