No será el Jardín del Edén, pero tiene su encanto. Al menos, muchos de sus vecinos dan gracias porque los turistas no hayan descubierto su Casc Antic (y hayan preferido gentrificar la Vila de Gràcia). Sí, Sant Andreu de Palomar fue uno de aquellos pueblos cuya trama urbana no pudo destruir la anexión a Barcelona de 1897, pero a cambio la ciudad le castigó rodeándolo de infraestructuras viarias.

JAULA DE HORMIGÓN Y ACERO

Sant Andreu está rodeado. O más bien, sitiado. Por la zona de Collserola, el muro de la Meridiana rompe toda relación con Nou Barris. Aunque la plataforma Som Meridiana ya ha pedido su derribo para que este tramo de la Meridiana también sea reformado, el Gobierno de la alcaldesa Ada Colau dice que en esta legislatura no podrá ser. Que, quizá, en el mandato próximo se estudiará... Estragos de ser periferia.

Luego, enlazando Meridiana con Via Favència, aparece la inexpugnable Ronda de Dalt. Y más abajo, la trinchera ferroviaria y sus eternas obras (alias la cicatriz de la Sagrera). Al fin y al cabo, aunque pueda parecer mentira, la ruta más natural para salir de Sant Andreu a pie resulta ser su carrer Gran e ir hasta la Sagrera. Bajar o subir a Sant Martí o Nou Barris puede resultar toda una excursión.

Y ante esta coyuntura, ¿qué potenciar? Lejos de coser ciudad (tirando muros o levantando equipamientos proyectados como el polideportivo de Casernes), el consistorio ha puesto en marcha una serie de zonas verdes que, por lo menos, sembrarán una nueva imagen (a controlar de cara a un futuro en vistas a la 'green gentrification'). En este sentido, cabe destacar que Sant Andreu es el segundo barrio de Barcelona más poblado, pero hasta ahora nunca ha dispuesto de lo que en Barcelona se conoce como 'parque'. Allí no hay grandes zonas verdes. Y si se quiere hacer deporte (gratis), uno se tiene que ir o a la ribera del Besòs o al parque de Can Dragó (Nou Barris), situado en la boca de entrada y salida de decenas de miles de vehículos diarios.

Recreación virtual de cómo podría quedar el Pont del Dragó si se reformara la Meridiana en este tramo / AYUNTAMIENTO DE BARCELONA 



SANT GREEN

En este sentido, la puesta en marcha de nuevas zonas verdes pretende sanear la actual situación y dar un toque más verde a la densa zona urbana. Un ejemplo de ello son los solares de les Casernes, los cuales ya han empezado la transformación que las entidades vecinales reclamaban desde hace más de una década. De hecho, la intención municipal es que ahora las máquinas no dejen de trabajar hasta dentro de un año aproximadamente. Lo que antes era tierra de arbustos y una biología digna de estudio, ahora pasará a ser el pulmón verde más grande del barrio, bautizado con el nombre del socialista Antoni Santiburció (por cierto, denominación elegida por el consistorio sin consulta vecinal previa).

En paralelo a las dunas y las fuentes del nuevo parque de Casernes, las calles de Lanzarote y de la Residència también llevan desde unas cuantas semanas patas arriba. El área que cubre la perpendicular pasará a ser otra zona de especial interés (a partir de febrero aproximadamente), ya que la zona vendrá a ser como una especie de superilla encubierta. Predominará el verde (que falta en el Poblenou), y solo podrán acceder a ella los vehículos de servicios y aquellos vecinos que tengan párking.

LA PACIFICACIÓN DEL CARRER GRAN

Y por si fuese poco para los amantes de las obras, el Ayuntamiento ya ha publicado el calendario de la reformar el eje vertebral del núcleo histórico. Tal como adelantó la portavoz del Gobierno del Distrito, Blanca Port, la intención es que las obras de pacificación del carrer Gran de Sant Andreu empiecen el primer trimestre del 2018. Un proyecto que, tal como sucedió en su momento con la peatonalización del Portal de l'Àngel, hoy por hoy divide a vecinos y comerciantes.

Por último, se podría destacar el proyecto del Parc del Camí Comtal, que desde hace años debería esconder bajo sus losas la trinchera de vías. Sin embargo, el ambicioso proyecto resta en punto muerto por falta de financiación y los casos de corrupción que envuelven la Sagrera provocan que ni siquiera los más optimistas se aventuren a poner fecha a su inauguración. Los vecinos más mayores ya creen que la Sagrada Família se acabará antes que el parque de la alta velocidad.

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