La ciudad de Barcelona siempre ha sido como un átomo acelerado del que de repente salta un electrón de luz al exterior y lo ilumina todo. Así fue con la Exposición Universal de 1888, la apertura de la Via Layetana en 1912, la Exposición Universal de 1929, los Juegos Olímpicos de 1992 y tal vez con el Fórum de las Culturas de 2004.
Ese electrón mágico que salta suele expresarse en obras relevantes de arquitectura que aparecen aparentemente de repente. Así como las demás artes son más caprichosas, la arquitectura necesita una cierta preparación remota que le dé un impulso desde una retaguardia invisible. Entonces, emerge una gran obra que, por lo general, se convierte en un icono de la ciudad y una atracción turística.
Así ocurre con la Sagrada Familia, el Parque Güell, el Passeig de Gràcia como evento urbano, la Torre Calatrava, el Palau de la Música, la Torre Agbar y algunos otros edificios. En estos casos, casi no da tiempo a los críticos de hacer observaciones, porque el atractivo de estos edificios se fosiliza en el gusto estético de los ciudadanos y ya no se puede decir “que no me gusta” porque esa obra ha quedado estéticamente incuestionada para el fin de los tiempos.
Sin embargo, ahora dejemos de lado esos momentos excepcionales en que un electrón se ha salido de su órbita y hagamos un esfuerzo por olvidarnos de la arquitectura icónica para paladares turísticos. Dejemos de lado esa mala costumbre de disfrutar la arquitectura con los ojos, las pupilas y las retinas de una cámara fotográfica digital. Olvidémonos, por un momento, de la horda turística y veamos ejemplos de la ANATs (Arquitectura No Apta para Turistas).
Escojo cinco ejemplos de los 20 años entre 1993 y 2013 de intervenciones arquitectónicas en Barcelona que reúnen tres características: 1. Son recuperaciones de edificios de “arqueología industrial”, es decir, antiguas fábricas o equipamientos del siglo XIX que han caído en desuso en tiempos de la llamada revolución digital; 2. Son obras que hoy por hoy han quedado situadas en lo más profundo del tejido urbano de Barcelona, y que evocan con fuerza su pasado industrial; y 3. Sus nuevos usos entroncan con servicios típicos de una sociedad de conocimiento y gran valor cultural añadido. Un milagro: antiguas fábricas llenas de mugre y mano de obra alienada que hoy se ven transformadas en museos, bibliotecas y universidades.
Las tres chimeneas de la central eléctrica de Barcelona Traction, Light and Power Company, limited -conocida popularmente como La Canadiense- habían sido construidas en 1897, 1908 y 1917 muy cerca de la Avenida del Paral·lel, donde Ildefonso Cerdà limitaba su Eixample para lavarse las manos de la magia y el peligro de la montaña de Montjuïc y sus alrededores. Por allí había entonces maleantes, prostitutas y bandidos. Barcelona daba la espalda a esa frontera, como si por allí el mundo se hubiera acabado.
El magnífico edificio Neo, sede central de Fecsa y su Parc de les tres Xemeneies fue concebido en 1993 por el equipo RGA Arquitectes y premiado diez años más tarde en la convocatoria del Premio Década 2003. Era un magnífico ejemplo de que, respetando construcciones existentes, no sólo se hacía una referencia histórica, sino que se lograba el tejido de la evolución de la arquitectura, con una intervención talentosa, seria y contemporánea. Los espacios creados con la integración de las chimeneas resultaban especialmente interesantes convirtiendo el conjunto en un espacio escultórico urbano de primera calidad. En el paisaje urbano los volúmenes, materiales y elementos verticales representaron una contribución muy positiva a la belleza de Barcelona.
Esta zona es hoy día el centro del Urban Funke, un encuentro de cultura urbana en el que se celebran concursos de monopatín y graffitis, así como actuaciones de música electrónica y exhibiciones de hip-hop y break dance. En la parte posterior hay un polideportivo. Repartidos por el terreno hay varias piezas conservadas de la antigua central y colocadas como si fuesen esculturas, como una caldera y unas turbinas eléctricas.
La Universitat Pompeu Fabra había nacido en 1990 y su primer Rector, Enric Argullol Murgadas, era catedrático de derecho administrativo y experto en urbanismo. Desde el principio fue un gran estratega en la implantación del campus urbano de la UPF y en 1999 vio la oportunidad de rehabilitar un nuevo edificio, el Depósito de las Aguas, creado en 1874 por el arquitecto Josep Fontserè para abastecer la cascada del jardín y permitir el riego del Parc de la Ciutadella. Fontserè se había inspirado en un referente arqueológico: la piscina romana Mirabilis, en el golfo de Nápoles, que abastecía la flota imperial de agua potable. Mientras que en el ejemplo italiano el agua se encontraba en el interior del edificio, Fontserè dispuso la piscina, con capacidad para almacenar 13.000 toneladas de agua, en la parte superior del Depósito situado entre las calles Ramon Turró, Wellington y Llull.
Tras varios cambios de uso a lo largo de su historia, la remodelación de la ciudad para los Juegos Olímpicos promovió la recuperación del depósito, que fue comprado por la Universitat Pompeu Fabra para ubicar su biblioteca. Los arquitectos Lluís Clotet e Ignacio Paricio abordaron una rehabilitación que eliminaba todos los elementos superficiales para hacer lucir la estructura en todo su esplendor. La sala actual tiene aspecto catedralicio y minimalista, y conjuga espacios domésticos de lectura con salas de representación monumental. La luz penetra por los ventanales y por cinco claraboyas abiertas que vacían la cubierta original y que, además, permiten la visión del agua del piso superior.
Otra oportunidad de recuperación de antiguo equipamiento industrial surgía en Barcelona con la antigua Fàbrica Casaramona, edificio modernista construido en 1912 por Josep Puig i Cadafalch, que fue durante décadas, debido a su abandono y a su ubicación, un edificio casi invisible para el ciudadano. Pero dejaría de serlo a finales de enero de 2002, cuando la Fundación La Caixa inauguró allí su nuevo centro cultural, bautizado como Caixaforum. El acceso al edificio, en la avenida del Marqués de Comillas, se realiza a través de un patio inglés al aire libre que desemboca en el vestíbulo situado en la planta subterránea. Dos grandes árboles en acero corten sostienen una cubierta de vidrio transparente, señalan la entrada al complejo cultural y protegen con su estructura las escaleras mecánicas que descienden hasta el patio hundido.
Llevan la firma de Arata Isozaki (Oita, Japón, 1931), el conocido arquitecto que proyectó el Palau de Sant Jordi. Isozaki explicó en Barcelona cómo estos elementos pretenden mantener un diálogo con los árboles reales que bordean la avenida. Arata Isozaki insistió en que su principal inspiración, o su mayor desafío, a la hora de diseñar el acceso de Caixaforum fue el pabellón alemán que diseñó Mies van der Rohe para la Exposición Universal de 1929, situado frente a la Fàbrica Casaramona. El contraste entre los dos edificios era impresionante. Uno es un excelente ejemplo de arquitectura industrial modernista de influencias historicistas; el otro es uno de los hitos del Movimiento Moderno. El arquitecto japonés afirmó que el patio inglés al aire libre por el que se accedía al vestíbulo, situado en la nueva planta subterránea excavada bajo el edificio original, reproducía en parte los volúmenes del pabellón alemán.
Can Framis es el último proyecto de la Fundación Vila Casas inaugurado en Barcelona en abril de 2009 como Museo de Pintura Contemporánea. En él se exponen alrededor de 300 obras que datan desde la década de los 60 hasta la actualidad y que pertenecen a varios artistas nacidos o residentes en Catalunya. En el Espai A0 de Can Framis se celebran exposiciones temporales.
Can Framis fue una fábrica téxtil de finales del siglo XVIII, propiedad de la familia Framis, que con el tiempo perdió su actividad, convirtiéndose en el recuerdo de la industria del Poblenou. La rehabilitación fue realizada por el Estudio BAAS Arquitectos. El museo de la Fundación Vila Casas se ubica en el distrito del 22@, una zona donde el Ayuntamiento de Barcelona propone una reconversión integral basada en sustituir con tejido productivo limpio las antiguas fábricas e industrias que han ido abandonando el lugar buscando suelo más asequible. Se trata de un entorno de carácter terciario, tecnológico, de alta densidad y construcción en altura.
La visita se inicia en el nivel más alto para permitir un recorrido descendente de a través de espacios en penumbra que se iluminan escenográficamente otorgando el protagonismo a la pintura expuesta. La madera surge en momentos de excepción, como en las ventanas, escaleras y espacios de transición entre naves, así como en las mamparas de soporte de las pinturas, en referencia al material de los bastidores de las telas. En el exterior, el mortero de cal que cohesiona la mampostería existente de las fachadas se funde con el hormigón visto de las nuevas piezas. De esta manera la fachada se transforma en un “collage” de texturas, huecos y tapiados que refleja los diferentes estratos e intervenciones que ha sufrido el edificio a lo largo del tiempo.
El Born Centre Cultural (BCC), uno de los proyectos culturales más esperados de Barcelona, construido a partir de los restos arqueológicos de la ciudad arrasada por las tropas borbónicas en 1714, abría el 11 de septiembre de 2013. A principios del siglo XIX, cuando se realizaron las primeras construcciones, los mercados tuvieron un impacto notable en la ordenación del espacio público y en la imagen arquitectónica de la ciudad. En los últimos veinte años, la renovación de los antiguos mercados de Barcelona ha sido clave para activar procesos de recuperación de barrios enteros, antes degradados.
En 1873 el Ayuntamiento aprobó el proyecto para la construcción del Mercado Central de Barcelona redactado por Josep Fontseré, y al año siguiente se iniciaron las obras. El edificio fue terminado en 1876. Fue el mercado del barrio hasta 1920. Después, se convirtió en mercado de frutas y verduras mayorista hasta que se inauguró Mercabarna en la Zona Franca, en 1971.
En febrero del 2002, mientras se realizaban unas obras para instalar en el edificio la Biblioteca Provincial de Barcelona, aparecieron restos arqueológicos de época medieval en un estado de conservación excelente que corresponden a la evolución urbanística del Barrio de la Ribera desde el siglo XIV hasta que fue destruido en el año 1714 después de la Guerra de Sucesión Española.
El proceso soberanista de transformación nacional en el que ya estaba inmersa Catalunya no podía haber encontrado un símbolo mejor. El viejo mercado de abastos de Barcelona abrió en 2013 sus puertas, después de 12 años de obras de reforma y 84 millones de euros de inversión, transformado en el Born Centre Cultural de Barcelona, una especie de parque temático cultural para gloria de la Barcelona arrasada por las tropas borbónicas de Felipe V en 1714. El BCC, bajo la espectacular cubierta metálica creada para el mercado por Fontseré en 1876, abría sus puertas como un nuevo centro cultural que explica, con todo lujo de detalles, la vida en la Barcelona de comienzos del siglo XVIII, así como los meses de asedio que sufrieron los barceloneses.
El pavimento es el elemento de conexión con la historia y la memoria del lugar. El resultado final permite dos niveles de lectura. Por un lado la lectura de la memoria lejana: la definición del trazado de las calles antiguas mediante cambios sutiles de adoquín y la reproducción de los elementos construidos ahí donde se desenterraron yacimientos, justo sobre el aparcamiento subterráneo, traducida en una composición grabada en el pavimento, como una textura, un tatuaje que singulariza y da identidad al espacio principal de la Plaça Comercial. Por otro lado, la materialidad conduce a la memoria reciente del lugar. El pavimento continuo de adoquín de granito singulariza la intervención y hace esta conexión sensorial con el imaginario colectivo. Gran parte de los adoquines están extraídos de las calzadas de las calles y reutilizados en el propio ámbito.
Estos cinco espacios arquitectónicos de privilegio exploran una Barcelona que será difícil de descubrir para nuestros turistas. El edificio NEO, La Biblioteca de las Aguas de la UPF, el Caixa Fòrum, Can Framis y El Born Centre Cultural son joyas de carácter internacional que sólo paladares muy finos sabrán degustar en estos tiempos difíciles para la democracia.