Por la tarde, por la mañana, al mediodía. En tren, coche, incluso en avión. Sea cual sea la forma, el objetivo en todos los casos es el mismo: votar. Centenares de jóvenes que estudian o trabajan en Barcelona se han desplazado a sus ciudades de empadronamiento para no perderse su derecho a votar este 21 de diciembre. Más de cinco millones y medio de catalanes están censados para votar en estas singulares elecciones, donde podrán hacerlo un 0,79% más de ciudadanos que en 2015.

Estas elecciones son excepcionales por dos motivos: por la situación política extraordinaria en la que dos candidatos a la presidencia han hecho campaña fuera de Catalunya –Carles Puigdemont desde Bruselas y Oriol Junqueras desde la cárcel de Estremera– y porque la votación se celebra en un día laborable. Tanto en España como en Catalunya las últimas elecciones en día laborable fueron el 15 de junio de 1989, para el Parlamento Europeo. Desde entonces siempre han caído en domingo, excepto en las elecciones catalanas de 2006 que se produjeron el 1 de noviembre, Día de Todos los Santos, que a efectos de permisos para los trabajadores, se consideró domingo.

Es por eso que muchos jóvenes catalanes viven por primera vez una situación atípica y han tenido que organizarse para votar. Algunos ciudadanos lo han hecho por correo: desde el extranjero 39.521 personas –lo que supone un 81% más que en los comicios de 2015– y en ámbito nacional se han aceptado y tramitado 78.876 votos. El resto, ya sea por despiste, desconfianza hacia el voto por correo o por costumbre, votarán presencialmente, desplazándose hasta sus ciudades para hacerlo.

Èlia Iglesias, tarraconense que vive y trabaja en Barcelona, ya sabía desde hace tiempo que votaría el 21 de diciembre. “He decidido bajar a mi ciudad en coche un día antes para evitar posibles retenciones en la carretera”, cuenta la joven a Metrópoli Abierta. Su empresa, como marca la Ley del Estatuto de los Trabajadores, se acoge al derecho de cuatro horas no recuperables para los asalariados en esta cita con las urnas. “Ejerceré mi voto a primera hora y más tarde me incorporaré a trabajar”, dice Iglesias entusiasmada.

TRENES LLENOS COMO SI FUERA VIERNES

A las nueve de la noche del miércoles el andén de la estación de trenes de Paseo de Gràcia, con dirección a Caspe, estaba lleno. Parecía viernes. Jóvenes se apresuraban en entrar porque son conscientes que si uno no va rápido se queda sin asiento. Uno de ellos es Eduard Cambra, estudiante de último año de medicina en Barcelona. “Me ha supuesto una complicación ir a votar porque con cuatro horas que me dan en mis prácticas apenas me daba tiempo a desplazarme y votar, por eso voy un día antes”, confiesa a Metrópoli Abierta. “Me ha sorprendido encontrarme a tanta gente que ha bajado a Tarragona para hacer exactamente lo mismo que yo”, añade el futuro médico. “Esto me ilusiona porque el compromiso político es muy importante”.

Algunos jóvenes se movilizarán esta tarde. Por ejemplo, Mariona Coiduras irá después de trabajar a Lleida, su ciudad natal donde sigue empadronada, para ejercer su voto. También lo hará el periodista Albert Nadal, desplazándose este mediodía con su vehículo a su pueblo, Arbeca. 

Según los primeros datos recogidos en la web oficial de la Generalitat, a las 13 horas la participación se sitúa en el 34,62% del censo, lo que supone un descenso del 0,48 por ciento respecto a las anteriores autonómicas del 27 de septiembre de 2015. Sin embargo, en Barcelona, la participación ha subido y a lo largo de la mañana se han formado colas de hasta una hora para votar.