El panorama político catalán se enquista. Los resultados de las elecciones del 21-D no han aclarado gran cosa y la situación se ha complicado un poquito más. Ciudadanos ha ganado las elecciones en diputados y votos. Los naranja de Inés Arrimadas han logrado 37 diputados (12 más que en 2015), un resultado histórico, y han cosechado un 1,1 millones de votos que ponen el procés independentista en tela de juicio.
Sin embargo, Arrimadas está sola y no será Presidenta de la Generalitat, salvo sorpresa mayúscula. El bloque constitucionalista no suma. Logra únicamente 57 diputados, y quien sí que suma son los secesionistas. Junts per Catalunya, ERC y la CUP logran la mayoría absoluta (70 diputados), aunque pierden dos diputados respecto al 2015. Entre los secesionistas, y contra pronóstico, Carles Puigdemont se ha impuesto a Oriol Junqueras. La opción más moderada ha ganado el pulso entre los independentistas. La CUP ni tan siquiera podrá formar grupo propio y, por las crueldades del destino, se sentará con el PP, que tampoco logra grupo propio. Ambos partidos, los polos más extremos del conflicto, son los grandes perdedores de las elecciones.
DOS MILLONES DE INDEPENDENTISTAS
Parece lógico pensar que el procés independentista se ralentizará y sus impulsores, algunos de ellos todavía en prisión, tendrán que reflexionar. En porcentaje de votos, los independentistas tampoco alcanzan el ansiado 50% y se quedan en un escueto 47,5%, aunque superan los dos millones de votos y crecen unos 200.000 respecto a hace dos años. Pero ni siquiera el encarcelamiento de los exconsellers y los Jordis, ni las cargas policiales del 1-O, ni la huída de Puigdemont a Bruselas han conseguido catapultar el procés.
El bloque constitucionalista se ha quedado con el 43,4% de los votos, con 1,8 millones de votos. Si a estos votos se suman, con toda la prudencia del mundo, los de Catalunya en Comú Podem, que rechazan la Declaración Unilateral de Independencia y el 155, los contrarios a la independencia se encaraman al 50,8%, con 2.2 millones de votos. Los comuns obtienen ocho diputados y el 7,4% de los votos. Les han apoyado unas 320.000 personas.
La llamada al voto útil de la formación naranja ha surtido efecto y la candidatura de Arrimadas ha concentrado los votos del bloque constitucionalista. Por primera vez en la historia del Parlament ha ganado una fuerza no catalanista, Ciudadanos, que además tiene una clara proyección estatal. Sin embargo, las opciones de que Arrimadas sea proclamada presidenta son remotas. Ningún partido independentista la apoyará y tampoco lo harán los comuns, que lo han repetido hasta la saciedad esta campaña.
El gran perjudicado entre los constitucionalistas ha sido el PP de Xavier García Albiol. Los populares han perdido ocho diputados, de 11 han pasado a 3, una representación ridícula para un partido que logra grandes mayorías en el resto del Estado. Los votantes han castigado al PP y le han dicho a Mariano Rajoy que debe cambiar cómo afronta la crisis catalana y sentarse a negociar. Enfrente tiene más de dos millones de independentistas que parece no querer ver. Los problemas políticos no siempre se pueden resolver en los tribunales.
En el bloque independentista se ha impuesto Junts per Catalunya, con 34 representantes, por delante de ERC (32) y la CUP (4), que ha sufrido un duro golpe al perder la mitad de diputados. Puigdemont, todavía en Bruselas, podría ser elegido President con los votos secesionistas. Ahora bien, después de la aplicación del 155 y medio Govern que ha pasado por la cárcel, habrá que ver si tanto los exconvergentes y ERC mantienen la Declaración Unilateral de Independencia (DUI), condición que la CUP exige para dar el apoyo al exPresident. Si no fuera así, Puigdemont, podría ser elegido en segunda votación por mayoría simple a expensas de ver qué sucede cuando pise territorio español y de cómo Oriol Junqueras y Puigdemont superan sus diferencias. Según fuentes de la CUP, llevan meses a la baja.
El panorama en el bloque independentista ha cambiado radicalmente. La CUP ya no tiene la fuerza del anterior mandato. En estas elecciones, los antisistema han perdido seis diputados --de 10 han pasado a 4--. Los partidarios del indepedentismo han vuelto a avalar al bloque para que siga adelante con el proceso, pero le han dicho que no vaya tan rápido y que estaría bien que se replanteara la DUI. Los desvastadores efectos ecónomicos del procés han pasado factura a la CUP.
Otra de las opciones para que Puigdemont fuera reelegido President pasaría por recibir el apoyo de Catalunya en Comú Podem, formación liderada por Ada Colau y Xavier Domènech, que rechaza la DUI y el 155. Sin embargo, esta opción parece difícil. Este jueves, la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, ha dicho que no investirían ni a Puigdemont ni a Arrimadas y que su prioridad era apelar a una mayoría de izquierdas. La opción de reeditar el tripartito de izquierdas, con ERC y PSC, parece inviable porque no suma.
Con este panorama, todo parece que seguirá más o menos igual. La gobernabilidad de la Generalitat no será fácil. Lo lógico y lo deseable sería que el procés se frenara y que el Ejecutivo de Rajoy se sentara a negociar, pero con las posiciones tan confrontadas, no parece descartable que en la primavera volvamos a votar.