El genial científico Stephen Hawking tuvo la oportunidad de visitar y conocer la ciudad de Barcelona durante una estancia de varios días que hizo en octubre del año 1988. Hawking, que estuvo en aquella ocasión acompañado de su primera mujer, la escritora Jane Wilde Hawking, y de uno de sus hijos, se paseó por los lugares más emblemáticos de la ciudad y tuvo la ocasión de visitar el ayuntamiento acompañado por el alcalde de aquellos años, Pasqual Maragall.

El cosmólogo británico, que acaba de fallecer a los 76 años, tuvo como cicerones al periodista Lluís Permanyer y a su mujer, Assumpció Gausa, responsable de comunicación de la editorial que publicaba la obra de Hawking. Ambos le mostraron a la familia Hawking los lugares más emblemáticos de la ciudad, teniendo en cuenta las dificultades de movilidad del científico, que se movía en silla de ruedas entonces ya muy afectado por la evolución de la esclerosis lateral amiotrófica (ELA) que le fue diagnosticada cuando tenía 22 años. La visita de Hawking estuvo motivada por la publicación de uno de sus libros y por una conferencia que iba a ofrecer en la Universitat Autónoma de Barcelona.

Permanyer contó en su día, en los micrófonos de la cadena Ser, la experiencia de enseñarle al prestigioso científico la ciudad de Barcelona. “Hawking y su familia se alojaron en el hotel Ramada, ya que en él se podía mover con facilidad con la silla de ruedas. El primer día, empezamos por enseñarle las Ramblas. Le dije que era la calle más importante de Barcelona, y que en ella los quioscos tenían pornografía, pero a su lado había novelas, poesía, ciencia... Salimos del hotel y aceleró la silla para ir al primer quiosco que había. Encontró pilas de su libro en catalán y castellano, y cuando dió la primera entrevista al cabo de unas horas lo primero que dijo fue que estaba muy contento de que su libro estuviera al lado de las revistas de las señoras desnudas”.

PLAZA REIAL Y MARAGALL

El científico y su familia también visitaron la plaza Reial, donde cenaron y donde Permanyer le regaló una camiseta del Barça al hijo de Hawking, “que no quitó en dos o tres días”, recuerda. Al día siguiente fueron a comer al Moll de la Fusta y posteriormente fueron a las golondrinas, “donde su dueño, el señor Roca, que es amigo mío, nos puso una golondrina para nosotros solos, y el hijo de Hawking la condujo un rato por el puerto”.

Lluís Permanyer junto a Stephen Hawking



Al día siguiente, domingo, Permanyer llevó a los Hawking al Palau de la Música, donde le explicó que “las cuatro barras que se ven en el Palau estuvieron tapadas por unas telas durante la dictadura. Luego fuimos a la plaza de la Catedral y luego a la del ayuntamiento para enseñarle la fachada gótica del edificio. Estando allí, entró un coche del que bajó Pasqual Maragall, me preguntó qué hacía por allí y le dije que estaba con Stephen Hawking. Entonces no dijo que entráramos en el ayuntamiento que ya se lo enseñaba él. Fuimos al Saló de Cent y luego al despacho de Maragall, donde hacía poco que le había llegado la bandera olímpica. También le enseñamos el Museo Picasso y le llevamos a ver la catedral de Santa María del Mar. Le dije que ya sabía que tenía un problema con Dios", Hawking siempre ha defendido la idea de que Dios no existe, "pero que le había llevado no porqué fuera un templo, sino por el espacio interior. Me dijo que había quedado impresionado”.

Y mientras Hawking fue a la UB a dar su conferencia, las esposas de Permanyer y Hawking y los hijos de ambos, “el mío hizo de chófer con mi coche”, dice el periodista, se fueron a Sitges, donde Jane Wilde Hawking reveló a la esposa de Permanyer que “no tenía ganas de volver a casa ya que allí no tenía ninguna intimidad porque Hawking iba siempre acompañado de su enfermera, con la que luego tuvo relaciones cuando se separó, un informático y un acompañante por su tenía que hacer algún esfuerzo”. Dos años después de esta visita, Stephen Hawking abandonó a Jane.

Una última anécdota explicada por Permanyer relata que estando cenando en un restaurante, la esposa de Hawking “me dijo que me parecia a Einstein. Entonces yo le saqué la lengua, como en la famosa foto de Einstein”.

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