Los operarios han empezado a montar el escenario en la plaza Sant Jaume para La Mercè bajo circunstancias insólitas: esquivando a los campistas independentista que se han apoderado del lugar. Lo que parecía una pequeña broma a favor de “la república”, se ha convertido ya en un problema que el Ayuntamiento no pretende solucionar. Pese a las peticiones de la oposición, el consistorio de Barcelona que lidera Ada Colau ha insinuado este martes que no expulsarán a los campistas.

En este sentido han asegurado que encontrarán una fórmula para hacer "compatibles" los dos actos. "Estoy absolutamente seguro de que llegaremos a un acuerdo", ha aseverado el primer teniente de alcalde de Barcelona, Gerardo Pisarello, en declaraciones a la prensa, afirmando que la acampada se hará compatible con el ejercicio de la libertad de expresión. "Estoy seguro de que no hay nadie en la ciudad que no quiera que la fiesta transcurra de la mejor manera posible", ha zanjado.

COLAU, CHARLANDO CON LOS PROTESTANTES

Mientras, la alcaldesa ha charlado con miembros de la protesta después del minuto de silencio por la muerte de una mujer de 71 años en el distrito de Sants-Montjuïc de Barcelona este sábado a manos de su marido, que se quitó la vida después.

ARTADI, MÁS TAJANTE

Por su parte, la consellera de Presidencia y portavoz de la Generalitat, Elsa Artadi, ha descartado que los Mossos d’Esquadra vayan a desalojar a los acampados, que aseguran que no se irán hasta que se haga efectiva una República catalana. “Es un tema de ocupación de vía pública, no nos corresponde entrar, debe ser la Guàrdia Urbana” la que valore si actuar, ha dicho en la rueda de prensa posterior al Consell Executiu. Así, ha traspasado la responsabilidad al Ayuntamiento y ha insistido en que “la gente tiene que poder manifestarse”: “No vamos a ser nosotros los que pongamos impedimentos”.

Si la acampada sigue adelante, actos de La Mercè como la histórica jornada castellera, los bailes de sardanas o el mismo pregón podrían verse afectados. Ya sea por una cuestión de espacio, como por una cuestión ideológica, provocando así posibles rifirrafes en unas fiestas que llegan marcadas también por la huelga de Metro.