El 29, Sant Jaume a rebentar!”. Este escueto mensaje fue lanzado a última hora del pasado jueves por Internet. Provenía de los independentistas acampados en la plaza de Sant Jaume y en pocos minutos inundaba las redes. En aquellos momentos, ya casi había acabado el sopar de carmanyola, convocado por la CUP para apoyar las protestas de los acampados reclamando la materialización de la República Catalana (tras concentrarse en el cruce de Gran Via con Rambla de Catalunya para conmemorar el aniversario de los tumultos por los registros judiciales en consejerías de la Generalitat). Y resume a la perfección la estrategia del independentismo: controlar la plaza de Sant Jaume, evitando en la misma cualquier símbolo o gesto constitucionalista.

Durante los últimos días, los mensajes a seguir ocupando la emblemática plaza (y, por extensión los espacios públicos de toda Cataluña) han sido constantes. Este espacio es, en estos momentos, la Bastilla del independentismo. Es el tubo de ensayo en el que se experimenta el apropiamiento del espacio público y la negación del derecho a la libertad de expresión del rival en una operación orquestada bajo el amparo de la propia Administración.

Los radicales se han propuesto como objetivo mantener en su poder la plaza de Sant Jaume para evitar que cualquier manifestación demócrata pueda llegar hasta allí, como tradicionalmente se hace. Es un síntoma de que la intolerancia se está adueñando del ADN soberanista. O, al menos, de un núcleo importante del soberanismo:∫ ya no basta con reclamar un innegable derecho de expresión (que nadie le ha negado nunca), sino que ahora se trata de que el rival o el ‘enemigo’, como subrayan en círculos independentistas, no pueda expresarse. Para ello, la excusa es que lo que no comulga con el independentismo y viene de España es fascismo. Una técnica goebbeliana, cuanto menos, preocupante.

BOICOT A UN 'MANI' DEMOCRÁTICA

El mismo jueves, se creó una nueva plataforma cuya primera acción es llenar la plaza de Sant Jaume el 29 de septiembre, para boicotear una manifestación democrática convocada por Jusapol y que congregará a agentes del Cuerpo Nacional de Policía y de la Guardia Civil en Barcelona para pedir la equiparación salarial con los Mossos d’Esquadra. Además, servirá también para homenajear a los agentes trasladados a Cataluña en 2017 en el marco de la Operación Copérnico, enviados para controlar las calles en las fechas en torno al 1 de octubre.

El primer cartel de la nueva plataforma presenta a un antidisturbios con una urna de las que se hicieron servir en el referéndum ilegal y, sobre impreso, 29-S. Omplim la Pl. Sant Jaume. Todo un mensaje directo.

Pero la acampada de la plaza Sant Jaume es algo más: es un ensayo general para calibrar las opciones que tiene el independentismo al ocupar las calles permanentemente. Con la aquiescencia de las Administraciones, evidentemente.

REDISTRIBUCIÓN DE ESPACIOS

Este viernes, una parte de los acampados desalojaron la plaza. No fue por imposición de nadie. Según los acampados. “el único acuerdo al que se llegó fue con las entidades de cultura popular, con nadie más se llegó a ningún acuerdo firme. Por tanto, desmentimos todas las afirmaciones que se hicieron”. En otras palabras: ni el presidente de la Generalitat, Quim Torra, ni los Mossos d’Esquadra, ni la alcaldesa de la ciudad, Ada Colau, negociaron el desalojo.

Momentos de tensión en la plaza Sant Jaume



“De forma asamblearia, se decidió ceder temporalmente el espacio necesario para que las collas castelleras, los diables, músicos y todo tipo de actos se puedan llevar a cabo de forma segura para todos, entendiendo que las expresiones de cultura popular de la Mercè son de todos”. Advierten en una comunicación en sus foros que “repetimos que no nos hemos ido de ninguna manera. Hemos redistribuido espacios. Lo que se decidió es facilitar la celebración de todos. Cualquier publicación que diga que se ha desalojado, amenazado o forzado a la salida es falsa”.

EL LLAMAMIENTO A LA OCUPACIÓN

Los comandos que controlan la acampada están convencidos de que lo que pase en Barcelona dictará el rumbo del procés en toda Cataluña. Y defenderán la iniciativa cueste lo que cueste. Este viernes por la noche, reducida a la mínima expresión la presencia independentista, un grupo radical llamaba a formar un cordón de seguridad que estuviese de guardia toda la noche para resguardar el bastión.

Se trata de realizar guardias con gente rotando toda la noche. “Que desmonten las tiendas de la acampada no quiere decir que se acabó la fiesta. Es preciso defender la acampada las 24 horas. Acercaos y pedid turno para defenderla. La noche es muy larga”, llamaban por las redes sociales pasadas las 22 horas de este viernes.

Advertían, al mismo tiempo, que las tiendas de campaña y los okupas volverán a la emblemática plaza “en cuanto se acaben las fiestas”. Y en todos los foros independentistas aparecía un mensaje con el citado cartel del policía con la urna: “Recordad que el 29-S tenemos una cita en al plaza de Sant Jaume. #shameONspanishjustice”. La imagen y la contraimagen de esta circunstancia hablan por sí solas. El independentismo lo tiene muy claro: “Las calles han son nuestras”, lanzan por las redes sociales varios miles de veces cada día en mensajes multiplicados por varias decenas de foros dedicados a intoxicar, ideológicamente hablando. No hay duda de que el aparato de propaganda soberanista sabe trabajar.

 

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