La compra-venta de joyas de segunda mano, algunas de ellas auténticas obras de arte, es la especialidad de la joyería Circa. Por las manos de sus expertos pasan joyas de todo tipo que requieren una tasación estricta y acertada para que ni vendedor ni comprador se sientan perjudicados.
Rosa Tomás, directora de Circa en Barcelona, reconoce que poco a poco “se está perdiendo el miedo a vender las joyas, algo que es muy habitual en los países de nuestro entorno”. Según Tomás “muchas veces hay joyas que no se usan, o se desconoce su valor, o no se encuentra la ocasión para lucirlas o, simplemente, no se llevan por miedo a que las roben. Entonces, hay que valorar si se quieren seguir manteniendo, con el coste que eso supone, o bien se prefieren vender”.
Es en ese caso cuando Circa se convierte en una alternativa interesante. La empresa está especializada en joyas de los siglos XIX y XX y los especialistas en gemología y joyería tasan la pieza de acuerdo con el trabajo sobre los materiales, los propios materiales y la conservación.
Tomás asegura que la joyas suelen proceder de “herencias que son difíciles de repartir, de separaciones sentimentales, o de la necesidad de las personas se obtener dinero líquido”.
CAMBIOS
La confidencialidad y la discreción son algunas de las marcas de la casa y los deseos de los clientes son siempre respetados, aunque Rosa Tomás reconoce que “a veces las personas piensan que tienen una joya de enorme valor y, en realidad, vale muy poco. Pero también nos hemos encontrado con la situación contraria, personas que traían un lote y las joyas que creían que tenían menos valor en realidad eran auténticas obras de arte”.
El cambio de los tiempos se ha notado en el mundo de la joyería, según han detectado en Circa. Los jóvenes prefieren gastar su dinero en viajes o en los últimos gadgets tecnológicos antes que en joyas. Por eso, desde Circa buscan la forma de adaptarse de la manera más rápida posible a los cambios que se están produciendo en la sociedad, aunque Tomás reconoce que “no es nada fácil. Un ejemplo evidente es el del reloj. Si les da a elegir a un joven entre un e-watch o un reloj tradicional, elegirá el primero”.