Netflix empieza a rodar su nueva serie de narcos en BCN

Se llamará Hache (“h” de heroína) y mostrará el narcotráfico de la mano de una banda mafiosa. Basada en hechos reales, la nueva apuesta de Netflix se sitúa en la Barcelona de los años 60. La serie –protagonizada por Adriana Ugarte, Javier Rey y Eduardo Noriega, y producida por Weekend Studio– retrata "la cara oculta de una Barcelona en pleno despegue económico y social", según ha resaltado la plataforma a través de un comunicado.

Hache –compuesta por ocho capítulos de 50 minutos de duración– cuenta la vida de Helena (Ugarte), una prostituta que comienza como un simple peón en manos de Malpica (Javier Rey), el jefe de una banda mafiosa, y que tras un proceso de aprendizaje escalará hasta asumir el control del tráfico de heroína de la organización.

LA BRIGADA DE NARCÓTICOS EN 'HACHE'

La otra cara de la moneda está representada por la incipiente Brigada de Narcóticos: el inspector Alejandro Vinuesa (Eduardo Noriega), su compañero Eladio Pérez (Josep Julien) y el comisario Clemente Larrubia (Àlex Casanovas), mientras que Marina Salas da vida a Silvia Velasco, secretaria del comisario.

Adriana Ugarte y Javier Rey, juntos en 'Hache' | NETFLIX

Además de rodarse en Barcelona, sobre todo en la zona del Raval, la serie pasará por localizaciones como Manresa, Terrassa, Tarragona y otras. El Club Albatros actuará como centro neurálgico de la trama, un local nocturno en el que suena la música de moda y se mezclan visitantes extranjeros con señoritos barceloneses, chicas desmelenadas y barriobajeros con ínfulas. A cargo del club se encuentra Celeste (Ingrid Rubio) y su atracción principal es la cantante Julia Bloomsbury, interpretada por la artista británica Tonia Richardson, acompañada por el pianista Ramiro Larrocha, interpretado por Toni Zenet.

La serie, que se estrenará en 2019 en más de 190 países, llega justo en un momento delicado para la ciudad. El narcotráfico se ha aposentado en el distrito de Ciutat Vella, a pesar de la reciente marcorredada, y los puntos de venta de droga no paran de aumentar. Tampoco las peleas en las calles, que se han vuelto una constante. Los vecinos, esperanzados –al principio– con la gestión de la actual alcaldesa Ada Colau, están hoy devastados y algunos de ellos confiesan pasar miedo.