En los últimos años, se ha incrementado enormemente el número de personas que utiliza toallitas húmedas, no solo para la higiene de bebés, sino también para adultos, o para limpiar baños, pantallas, muebles... El problema surge cuando el uso de la toallitas se equipara al del papel del váter y se lanzan indiscriminadamente al váter. Un hábito inadecuado que está pasando una costosa factura tanto a nivel económico como medioambiental.

Según un análisis de la OCU, el papel higiénico se desintegra en el agua casi por completo (95 %), mientras que las toallitas húmedas solo se desintegran un 36 % después de dos días en el agua. Actualmente, se tiran toneladas de toallitas húmedas a los váteres, hecho que causa numerosas obstrucciones en la red alcantarillado y dispara el coste de tratamiento en las plantas depuradoras.

No se trata de dejar de usar toallitas húmedas, pero si de racionalizar el consumo y, sobre todo, de depositarlas siempre en una papelera. Estos productos contienen fibras sintéticas y sustancias que impregnan el tejido (conservantes, hidratantes, etc) de manera que no desaparecen del ecosistema con la misma rapidez que el papel de váter. Cuando las fibras sintéticas de las toallitas pasan al agua residual, se contribuye a la contaminación de los ecosistemas con microplásticos. Así, según el Instituto Español de Oceanografía, uno de cada seis peces comestibles contiene microplásticos en el estómago.

CAMPAÑA DE CONCIENCIACIÓN

Con el objetivo de concienciar a la población del problema, en 2016 Aigües de Barcelona inició la campaña 'Stop toallitas al vàter' en cinco municipios del Baix Llobregat cuyos residuos se tratan en la Estación Depuradora de Aguas Residuales (EDAR) Gavà-Viladecans: Sant Boi de Llobregat, Gavà, Sant Climent de Llobregat, Viladecans y Castelldefels. Se llevaron a cabo acciones en bares, restaurantes, escuelas y mercados municipales, así como sesiones de sensibilización, y se repartieron más de mil papeleras de baño.

Esta iniciativa ha demostrado tener un efecto positivo, ya que en solo un año la acumulación de residuos en el EDAR Gavà-Viladecans se redujo significativamente, con lo cual el impacto medioambiental también disminuyó: se pasó de 265,22 toneladas de residuos de desbaste (procedentes de pretratamiento) en los primeros nueve meses de 2016, a 244 en los primeros nueve meses de 2017.

SEGUNDA FASE

En una segunda fase, la campaña se lanzó el año pasado en los municipios de Sant Àdria del Besòs y Santa Coloma de Gramenet y en tres distritos de la ciudad de Barcelona -Sant Martí, Sant Andreu y Nou Barris- que tienen el EDAR Besòs como depuradora de sus aguas residuales. El objetivo, además de concienciar a la ciudadanía de que las toallitas no son biodegradables como el papel, era reducir el número de aquellos productos que llegan a las depuradoras prácticamente intactos. Nuevamente, los resultados han constatado el éxito de la campaña. Los residuos tratados en la depuradora del Besòs han disminuido algo más de 37 % desde enero de 2016. En 2016 se generaron un total de 2.331.230 toneladas, en 2017 se redujeron a 2.098.000 y de enero a octubre de 2018 se han generado 1.463.840 toneladas.

Este otoño está previsto iniciar la tercera fase de la campaña, esta vez en los municipios que usan la depuradora de Montcada i Reixac para tratar sus aguas residuales.

CONTAMINACIÓN MARINA

Para Ignasi Batallè, jefe de la planta de EDAR Besòs, “lo más importante es que la gente sea consciente de la gran cantidad de problemas que comporta un gesto tan sencillo y habitual como es lanzar las toallitas al váter. Unos problemas que empiezan en el mismo domicilio o comunidad de vecinos, ya que primero se puede acumular en las cañerías, y una vez pasan por los bajantes del edificio, en los mismos colectores de la ciudad. Se trata de un problema nuevo que hace unos años no teníamos”. Batallé destaca también las consecuencias medioambientales: “En épocas de lluvias intensas, la red de saneamiento no tiene capacidad para tratar todo el agua y va a parar al mar con todo lo que lleva, cosa que afecta negativamente al medio ambiente y a la pesca”.

Aunque es complicado medir el impacto económico que comporta, EurEau (la asociación europea de empresas de abastecimiento y saneamiento) estima que genera un gasto de entre 500 y 1.000 millones de euros al año en toda Europa. Y según datos de AEAS (Asociación Española de Abastecimiento de Aguas y Saneamiento), en España provoca pérdidas que se acercan a los 200 millones de euros anuales, lo que supone un aumento total de los costes de gestión del ciclo integral del agua de entre un 4 % y un 6 %. El porcentaje se eleva a un 18 % en el caso de los gastos de mantenimiento de las depuradoras.

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