El origen del nombre de la calle Hospital, en pleno centro del Raval, es evidente: allí se construyó, en el siglo XV, el primer gran centro hospitalario de la ciudad. Por decisión del rey Martín El Humano, la construcción del hospital tenía como objetivo reunir en un mismo recinto a los seis pequeños hospitales con los que por aquel entonces contaba la ciudad: Hospital d’en Desvilar o de l’Almoina; el Hospital d’en Marcús; el Hospital del canonge Colom; el Hospital del canonge Vilar o de Sant Macià; el Hospital de Santa Eulàlia; y el Hospital de Sant Llàtzer o de Santa Margarida.
Se escogió para ello una zona que en aquellos años estaba extramuros de la ciudad, en una zona conocida como el arrabal de la ciudad y que empezaba a ser urbanizada La construcción del hospital empezó en el 1401 y acabó en 1450, aunque en el edificio fue sometido a varias ampliaciones y remodelaciones en lo largo de los siglos, hasta que en 1926 dejó de ser un centro hospitalario. Entonces fue adquirido por el Ayuntamiento, y en la actualidad alberga la Biblioteca de Catalunya, el Institut de Estudis Catalans, la escuela Massana, la Reial Acadèmia de Farmàcia y dos bibliotecas públicas.
El recinto es de visita obligada, sobre todo su magnífico patio interior, con una columna salomónica culminada con una cruz de siglo XVII, o un pozo de agua coronado por una estatua de Sant Pau. Destacan igualmente las dos escalinatas señoriales que llevaban a las salas en las que se alojaban los enfermos y actualmente a la Biblioteca de Catalunya y a la Reial Acadèmia de Farmàcia.
Tampoco se debe olvidar mirar hacia arriba en la fachada, donde las gárgolas vigilan día y noche el transitar de los transeúntes desde hace siglos.
TEATRO
El nombre de la calle se ha mantenido pese a la desaparición del hospital. Recorrerla desde la Rambla hasta la Rambla del Raval, aunque la calle continúa hasta la plaza del Pedró, permite conocer buena parte de lo que es el barrio. Su pasado y su presente.
Así, cerca de la Rambla se encuentra el teatro Romea, un centro cultural de primer orden de la ciudad. Inaugurado en 1863 en un local que estaba ocupado por el Casino d'Artesans y una sociedad llamada Tertúlia Progressista, el teatro nació con el nombre, como no, de Teatro Hospital, nombre que apenas le duró 10 años, cuando, en honor al admirador actor Julián Romea, cambió su nombre de forma definitiva.
En su escenario se han representado obras de los mejores autores, entre los que destacan Frederic Soler 'Pitarra', Josep Maria Arnau, Josep Feliu y Codina, Eduard Vidal y Valenciano y Àngel Guimerà, Josep Pous i Pagès, Carles Soldevila, Josep Maria de Sagarra. 'Pitarra' se convirtió en empresario y su fama hizo que, a su muerte, en 1895, en el vestíbulo del teatro se instalara su capilla ardiente, por la que pasaron miles de ciudadanos.
A lo largo de su historia, el Romea ha pasado por momentos difíciles y otros de enorme éxito, como los ciclos de Teatro Latino, las temporadas de actores como Joan Capri o de los espectáculos infantiles de Cavall Fort, etc.
Pero el Romea no fue el primer teatro de la calle Hospital. En el edifico que alberga el Hotel San Agustí estuvo, en el siglo XIX, el teatro Sant Agustí, que en 1859 pasó a llamarse Odeón. Tras una corta temporada de éxitos, en 1887 se convirtió en la fonda San Agustí, que con el tiempo se convirtió en el hotel.
COMERCIOS
Como otras calles del barrio, Hospital se ha ido llenando de comercios de todo tipo, aunque todavía se puede encontrar algún comercio con solera.
Es el caso de la sastrería Transwaal, probablemente el comercio en activo que más años lleva abierto en esta popular travesía. El local en el que se encuentra ha sido incluido en el catálogo del patrimonio arquitectónico, histórico y paisajístico de los establecimientos emblemáticos de Barcelona.
El comercio fue abierto en 1888, ya con el nombre que todavía mantiene, en honor a la provincia sudafricana en la que los ingleses se enfrentaban a los boers. Aunque el local ha sufrido diversas modificaciones, su aspecto actual guarda el sabor de antaño, de los comercios en los que la madera era protagonista y confería un color especial a los locales.
Entrando desde la Rambla, los comercios se distribuyen a ambos lados de la calle y aparece a la derecha una pequeña callejuela, la calle de las Cabres, a la que se accede pasando por debajo de una arcada.
Más adelante, se abre a la izquierda la plaza de Sant Agustí Nou, en la que se ecuentra un convento construido en el siglo XVIII, cuya fachada centra la atención del paseante. El edificio se ha visto afectado por episodios como la desamortización y la guerra civil, en la que desapareció una de sus alas, la que hoy ocupa la calle Arc de Sant Agustí, en la que aún pueden verse los arcos que daban paso a una de las naves de la iglesia.
Luego, la calle se abre al sol cuando atraviesa la rambla del Raval, aunque recupera su aspecto habitual mientras se encamina a la plaza de Pedró, donde da paso a la calle Sant Antoni Abad.