El festival Cruïlla abre sus puertas un año más en Barcelona. Uno de los festivales más importantes de la capital catalana llega a su décimo aniversario con una cuarentena de actuaciones hasta el sábado por la noche. Grupos como Love of Lesbian, Vetusta Morla, Kylie Minogue Foals y Seu Jorge, entre otros, son los encargados de amenizar al público del evento, que se llena de cantidades alarmantes de plástico y otros objetos desechables pese a presumir de ser un certamen comprometido con el medio ambiente.
Con media hora de retraso y tras la actuación de la cantante noruega Aurora, el grupo de música estadounidense Black Eyed Peas salió al escenario ante unos asistentes muy entregados. Vestidos con un estilo urbano y llamativo e intentando hablar en español, el trío americano presentó su repertorio frente a una pequeña multitud de personas, unas 14.000 según fuentes oficiales.
POCO PÚBLICO Y MUY SUCIO
Ambos conciertos reunieron a poca gente. El espacio del Fórum tiene capacidad para 100.000 personas, desde el festival acotaron limitar el espacio en 20.000 personas y el miércoles consiguieron llenarlo hasta 14.000. A pesar de la cifra, los restos que dejaron los oyentes no tiene desperdicio. Centenares de vasos de plástico, botellas y otros objetos quedaron tirados en el suelo, consiguiendo dejar una imagen sucia y poco ecológica del festival.
Frente al escenario principal del parque del Fórum, los asistentes consiguieron batir un récord: tapar el asfalto de la pista con todo tipo de materiales. Sobre las 23:30 horas, cuando acabó el concierto del grupo americano, muchos trabajadores tuvieron que despejar la zona para poder sacar los kilos de basura que el público abandonó.
NUEVAS INICIATIVAS
El año pasado el evento presentó una apuesta pionera entre los festivales de España. El Cruïlla fue el primero en usar vasos completamente biodegradables, elaborados con maíz. La iniciativa se enmarcó en una apuesta por la sostenibilidad, cuyo objetivo era reducir el elevado impacto medioambiental que supone cualquier festival.
Este año, a pesar de la iniciativa, el evento ha quedado retratado. El bio-vaso, un proyecto desarrollado por Estella Damm, ha quedado en segundo plano tras observar las imágenes del final del concierto. Malos olores y recipientes por el suelo han sido la estampa final del primer día del Cruïlla. Y ello a pesar de que el Cruïlla presume en su página web corporativa de querer convertirse en un festival de "cero plástico".
"Ya somos un referente en respeto medioambiental" y "queremos ser pioneros en reducir el plástico de nuestro festival a cero. ¿Nos ayudas?", explican los organizadores en la web. Unos eslóganes incompatibles con la estampa del miércoles, donde el único rastro que quedó tras el concierto de Black Eyed Peas fue el del plástico en el suelo del Fórum, a escasos metros del mar.