Los aparcamientos cercanos al Fòrum y cercanos a las playas de Barcelona se convirtieron este domingo a primera hora en un improvisado escenario de botellón en el que centenares de jóvenes participaron a la espera de que comenzase la segunda jornada del Reggaeton Beach Festival. Los bañistas que a primera hora acuden a la playa en vehículo particular se encontraron, así, con el problema de que gran parte de los aparcamientos estaban ya copados por vehículos con los portones y las puertas abiertas, mientras de cada uno de ellos salía la particular música de cada fiesta grupal.

  • Perdón, ¿estáis todavía de botellón desde anoche?
  • ¿Desde anoche? No, es que ahora va a haber festival…
  • ¿Ah, así? ¿Y qué festival es?
  • El Reggaeton Beach Festival. Ayer hubo una fiesta, pero ésta es otra. Hay música los dos días.
  • Pero el botellón se suele hacer después de la fiesta, ¿no? Y todavía no son las 9 de la mañana…
  • No, no. Tiene que ser antes. Al festival hay que ir tajá, sino, no vale…

El interlocutor es uno de los cientos de jóvenes que, apalancados con botellas de ron negro, de vodka o de ginebra y litronas de refrescos o zumos, beben como si tuviesen sed. Algunos se decantan por las cervezas, desde la exótica Desperados hasta otras de nuestra casa más normalitas. Había quien no perdía el tiempo y aprovechaba para zamparse un contundente bocadillo como desayuno antes de pasar a la fiesta propiamente dicha.

Jóvenes de botellón en uno de los párkings de acceso / MA

Jóvenes de botellón en uno de los párkings de acceso / MA

Algunos grupos llevan incluso hamacas o sillas para disfrutar la fiesta sentados y sombrillas para que el sol no moleste. Es el preludio de una jornada que puede ser movida, demasiado movida.

UN ELENCO DE ALTURA

No es para menos. Este sábado, primera jornada del festival (de 10 a 22 horas), pasaron por la capital catalana nombres ya míticos del reggaeton, como Don Omar, Juan Magán, Natti Natasha, Karol G. Farruko, Bryant Myers, Manuel Turizo, Justin Quiles y Mike Towers. Deleitaron a los amantes de la música y demostraron que la mezcla de reggae, dancehall y hip hop ya no es sólo patrimonio de Latinoamérica, sino una moda asumida también por la juventud española.

El domingo, con horario de 12 a 21 horas, el parque del Fòrum reunió a Ñengo Flow y a Rels B, entre otros. Las entradas para los dos días costaban 45 euros, aunque había otra opción de 65 euros en las que entraba merchandising. En el parque, la música era complementada con un espacio lúdico donde se ubicaban espacios para comer y beber, zonas de baño y actividades concretas como charlas, pasacalles, batucadas, clases de zumba o juegos de agua.

En realidad, había incluso 10 puntos dispensadores de botellas de agua fresca, zonas de sombra dotadas con pulverizadores o tiendas con bañadores, toallas, mochilas, camisetas o abanicos. Y también carpas con shisha, estands para poder comer y, para los más pudientes, mesas VIP a precios de 1.000 euros (4 personas), 1650 euros (6 personas) o 2.750 euros (10 personas). Además, los visitantes llevaban una pulsera (pulsera de cashless) con la que, previamente recargada con dinero, se pagaba todo dentro del recinto. Si a alguien le queda dinero, podrá recuperarlo a partir de este lunes sin moverse de casa a través de la web del festival. Y otra entrada de reacceso, para poder salir y entrar en el Parc del Fòrum, era gratuita en el pack de 65 euros, aunque costaba 10 euros comprada in situ.

SOLO UNA EXCUSA

Pero para muchos jóvenes todo ello era sólo a excusa para un madrugador botellón en el que compartir risas alrededor de un coche junto a los amigos. Eso, aleccionado por la prohibición de entrar al Parc comida o bebida del exterior, claro.

Así pues, cada coche, una fiesta.

  • Es imposible aparcar.- se quejaba una familia que llegaba en vehículo particular sin saber la fiesta que se había montado en el recinto.
  • Un poco más allá tiene otro aparcamiento. Paga tres euros, pero allí encontrará sitio seguro.-, le explicaba una parroquiana asidua a las arenas de Llevant.

Pasadas con creces las 11 de la mañana, cuando los bañistas habituales seguían llegando a la playa, el comentario recurrente era la sorpresa por las microfiestas de la juventud (con la impenitente alusión al cubata de buena mañana) y la falta de plazas de parking. “Menos mal que este domingo han eliminado la zona verde y hoy se puede aparcar. Yo he dejado el coche allá arriba”, explicaba un padre de familia señalando genéricamente hacia el otro lado del cinturón del Litoral.

De botellón en el párking

De botellón en el párking / MA

Sobre las 12.30, cuando el festival ya había comenzado a dejar oír sus primeros acordes de la jornada reggaetonera, algunos grupos botelloneros continuaban celebrando sus microfiestas en el aparcamiento, con música a todo volumen y las botellas vacías perfectamente alineadas en el suelo. La mayor parte de los jóvenes habían recogido los bártulos y se habían dirigido ya hacia el Parc del Fòrum, llevando consigo bolsas de plástico con botellas, vasos y latas. Les quedaba una larga jornada de música por delante. Los menos, quedaban apurando los restos del botellón matinal. Y que les quiten lo bailado. Juventud, divino tesoro.

Jóvenes de botellón

Jóvenes de botellón / MA

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