“Pensaba que me iba a morir”. Así es como Ibrahim Ben Ouiguemane recuerda en una conversación con Metrópoli Abierta la noche que cruzó el Estrecho en una patera. Arriesgó su vida porque asegura que ser bereber en Marruecos le vetaba casi todas las posibilidades de tener un futuro próspero. Pero los cinco meses que lleva en España le han demostrado que el país vecino no es cómo creía. Cuando el pasado 12 de mayo cumplió 18 años, desde el centro de menores de Calella que lo había acogido le dijeron que tenía una semana para marcharse.

Ahora, está a la espera de que el Consulado de Marruecos en Barcelona le envíe el DNI y el pasaporte que solicitó el 22 de marzo y, por el momento, el único lugar de la capital catalana al que puede llamar hogar es la Casa Okupa Cádiz, donde lleva más de dos meses viviendo y cuenta con el apoyo del activista que lidera este proyecto ocupa, Lagarder Danciu.

Ibrahim es uno de los 1.500 menas que han cumplido o cumplirán 18 años a lo largo de 2019 en Cataluña. Un dato procedente de la Conselleria d’Afers Socials que probablemente aumentará con todos los que lleguen en lo que queda de año. Para gran parte de estos jóvenes, convertirse en adultos significará no poder alcanzar las metas que se propusieron antes de venir a España: trabajar, estudiar o, simplemente, buscar una vida mejor.

UN ESCENARIO EN COMÚN

Según la Ley de Extranjería, solo pueden trabajar en España aquellos migrantes que consigan un contrato de un año a jornada completa. El panorama es aún más lúgubre para los jóvenes que se encuentran sin pasaporte ni DNI.

No solo les resulta imposible encontrar un empleo legal y obtener el permiso de residencia, “tampoco cuentan con indicios de que la administración les de prestaciones económicas o una vivienda. Me da igual si tiene pasaporte o no. Creo que todo joven que haya pasado por DGAIA debería tener acceso a estos derechos”, cuenta el abogado social i presidente de la Asociación Noves Vies, Albert Parés, que acto seguido, añade: “Llevo el caso de un chico a quien le han denegado las ayudas por la misma razón y voy a presentar un recurso, a ver cómo responden”. El testimonio de Parés confirma que hay otros exmenas en Cataluña que atraviesan circunstancias similares a las de Ibrahim.

El joven insiste que le sobran las razones parar luchar por su documentación: quiere estudiar mecánica o cocina para poder “vivir tranquilo”, enviar dinero a Marruecos para sus padres y nunca terminar en la calle. “Tengo amigos que han cogido otro camino. Se pasan el día fumando porros en plaza Cataluña y robando móviles. Yo no quiero eso”, dice al hablar de una realidad que lleva a Danciu a recordar que muchos jovenes migrantes extutelados se exponen a la posibilidad de vivir en riesgo de exclusión social.

“Si no les das una oportunidad, un soporte, es normal que algunos acaben delinquiendo. No quiero imaginarme cómo estarían los tres menas que ahora viven en Casa Cádiz si nunca nos hubiésemos encontrado”, dice sentado en el salón de una casa que acoge a jóvenes migrantes, sintecho, pensionistas y otras personas que se encuentran en una situación vulnerable. Esta opinión también la comparte el educador social David Román, que alega que "sin trabajo, sin posibilidad de formarse, sin permiso de residencia y sin ninguna ayuda, estos chavales tienen opciones de acabar en la marginalidad, la delincuencia y mendicidad. No les queda otra".

Ibrahim juega con Ronnie / METRÓPOLI ABIERTA

Ibrahim juega con Ronnie / METRÓPOLI ABIERTA

SIN PASAPORTE

El 22 de marzo, Ibrahim solicitó al Consulado de Marruecos en Barcelona su DNI y pasaporte. Al no recibir ninguna respuesta, en las dos últimas semanas ha acudido casi cada día al ente para reclamar su documentación y no ha logrado que nadie le explique por qué aún no ha llegado. Una situación similar a la que se encontró Metrópoli Abierta cuando la secretaría del mismo Consulado dijo que supuestamente Ibrahim había efectuado la solicitud, pero que desconocían cuánto tiempo comportaba dicho trámite porque “eso depende de cada caso”. 

Parés desconoce los motivos de esta demora burocrática que priva a Ibrahim de mirar a Catalunya como un lugar estable. Pero supone que hay dos posibilidades. “Hay la opción de que España y Marruecos hayan llegado al acuerdo de retrasar el envío de pasaportes para que nuestro país o la DGAIA tengan menos responsabilidades de ofrecer una residencia o una prestación económica a los jóvenes que se encuentran en la misma situación que Ibrahim”, apunta y, agrega: “Otra razón podría ser que estén haciendo muchas comprobaciones para identificar al joven”. 

Por su parte, el educador social indica que solicitar un pasaporte dos meses antes de cumplir la mayoría de edad "es muy justo". "Piensa que el volumen de peticiones que tienen en el consulado es descomunal. Creo que se tendría que hacer el trámite seis meses antes como mínimo". Es por eso que evoca los casos de algunos menas que han pasado meses fuera del centro y, por ejemplo, una semana antes de cumplir la mayoría de edad, han pedido a DGAIA que les tramite la documentación. "Del mismo modo que estos chavales tienen derechos, tienen obligaciones", indica. Aunque para Parés, a veces también se da la problemática de que estos jóvenes viven entre "una carencia de información brutal".

A LA ESPERA

Ibrahim y Lagarde han enseñado a este medio un documento dirigido a Ibrahim en el que la delegación del Gobierno Central en Catalunya “ha archivado la solicitud de la autorización de residencia temporal por desistimiento del interesado”. Algo que, como indica el jurista, “se debe a que seguramente le solcitaron el pasaporte y, como no pudo entregarlo, le denegaron la autorización”.

Ahora Ibrahim pretende revertir la posibilidad de convertirse en un migrante irregular interponiendo un recurso a la Delegación del Gobierno. Mientras espera una respuesta, seguirá pasando los días en Casa Okupa Cádiz, donde ha hecho de su vía de escape cada uno de los momentos que juega a pelota con el perro de la casa, Ronnie. “Echo de menos a mis padres. Me gustaría ir a verles a Marruecos. Pero hasta que no tenga los papeles no me voy a ir”, sentencia.

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