Cada vez hay más armas en las calles de Barcelona. "Es así desde hace unos años para acá", detallan fuentes policiales de distintos cuerpos consultadas por Metrópoli Abierta. "La situación es muy preocupante", dice un agente de los Mossos con una amplia experiencia. El número de homicidios en Barcelona --16 en lo que va de año-- es muy grave, pero todavía lo es más el aumento del número de armas que se hallan o decomisan y el incremento de peleas en la vía pública y de robos con violencia e intimidación, 1.900 más que en Madrid, según el último balance del Ministerio del Interior. En ocasiones, subraya el agente, que la persona fallezca o, simplemente, resulte herida o sin daño alguno es cuestión de suerte, "de un detalle". Un ejemplo, explica, podría ser la desgraciada muerte de la joven de 26 años apuñalada en el Port Olímpic a principios de septiembre.
En los últimos dos años es muy habitual que los policías que trabajan en la calle en Barcelona se encuentren armas blancas de todo tipo y condición, navajas y cuchillos de distintos tamaños y tipologías entre las que figuran algunas armas prohibidas, según el catálogo de la Guardia Civil, y aparecen en las imágenes de esta información. Un guardia urbano explica que las armas las llevan, por lo general, hombres jóvenes. En barrios como el Raval, el Port Olímpic y Poble-sec, las armas se han intervenido, en muchos casos, a ciudadanos extranjeros, entre ellos marroquíes. En otras zonas de la ciudad, como Nou Barris, Sant Andreu y la Zona Franca, el perfil cambia y los armados son tanto foráneos como españoles, aunque predominan los jóvenes sudamericanos y de etnia gitana.
DESTRUCCIÓN DE LAS ARMAS
En líneas generales, el protocolo de los distintos cuerpos establece que las armas hay que depositarlas en las comisarías. El agente tiene que rellenar un acta con el nombre de la persona a la que se ha confiscado. Cada caso es un mundo, explican desde la oficina de prensa los Mossos d'Esquadra. "Dependiendo de donde se haya encontrado el arma y si se ha cometido un delito con ella, ésta acaba en el juzgado. En otras ocasiones, el arma se queda en las comisarías a la espera de que el propietario pase a recuperarla, si no se trata de un arma prohibida, y pague la sanción correspondiente". En la mayoría de casos, las armas acaban siendo destruidas.
Los policías encuentran las armas en controles, registros y otras situaciones inverosímiles, como en el suelo de un parque o en una acera donde un grupo de agentes pueden estar haciendo una actuación. En estas ocasiones en las que "nadie lleva encima las armas" cuesta mucho o resulta imposible imputar la navaja o el puño metálico a alguien. "Nos hemos encontrado un grupo de jóvenes haciendo botellón en un parque y, casualmente, aparece un arma junto al banco en el que están", subraya un policía. En estos casos, en los que el arma no tiene propietario, algunos cuerpos policiales piden a los agentes que se deshagan de las armas ellos mismos, tirándolas al contenedor, por ejemplo.
Sin embargo, este forma de actuar no siempre se cumple y la armas, a veces, se las acababan quedando los agentes. Es más habitual de lo que pueda parecer. Algunos policías dicen que un arma tirada en una basura puede acabar en malas manos y hay agentes que optan por guardarlas en casa. Metrópoli Abierta ha conocido a algunos de estos miembros de las cuerpos de seguridad que tienen decenas de ellas en casa. Algunas son lo que la Guardia Civil define como "armas prohibidas".
ARMAS PROHIBIDAS, SEGÚN LA GUARDIA CIVIL
La página de la Guardia Civil establece, entre las armas prohibidas, "armas de fuego que sean resultado de modificar sustancialmente las características de fabricación u origen de otras armas, sin la oportuna autorización de modelo o prototipo; armas largas que contengan dispositivos especiales, en su culata o mecanismos, para alojar pistolas u otras armas; pistolas y revólveres que lleven adaptado un culatín; armas de fuego para alojar o alojadas en el interior de bastones u otros objetos, y armas de fuego simuladas bajo apariencia de cualquier otro objeto", reza el listado de la Benemérita.
También están prohibidos los bastones-estoque; "los puñales de cualquier clase y las navajas llamadas automáticas --se consideran puñales a estos efectos las armas blancas con una hoja menor de 11 centímetros, de dos filos y puntiaguda--; las armas de fuego, de aire u otro gas comprimido, reales o simuladas, combinadas con armas blancas; las defensas de alambre o plomo, los rompecabezas, las llaves de pugilato, con o sin púas, los tiragomas y cerbatanas perfeccionadas, los munchacos y xiriquetes; así como otros instrumentos especialmente peligrosos para las personas", informa la Guardia Civil.
Para evitar que los agentes les intercepten las armas, los delincuentes llegan a inventar todo tipo de artilugios que la hacen practicamente indetectable. Recientemente, policías de Barcelona decomisaron un puñal que estaba escondido en un plástico que simulaba ser una tarjeta de crédito. Otras armas que se han encontrado las fuerzas de seguridad son pequeñas pistolas disfrazadas de paquetes de tabaco.
OBJETOS PELIGROSOS
En ocasiones, los policías acaban también requisando objetos que si bien no son armas, en determinadas circunstancias, pueden utilizarse como tales. Agentes de distintos cuerpos acaban poniendo el mismo ejemplo: un bate de béisbol. "No es lo mismo que lo lleven, un domingo por la mañana, un padre y un hijo que pueden ir a practicar béisbol que encontrar el bate en el maletero de un vehículo de madrugada en el Port Olímpic", explica un agente. En estos casos, los objetos acaban en comisaria y la persona propietaria tiene que pagar una sanción para recuperarlo. Casi nunca sucede. El bate se suele destruir.
A veces, las armas son de electricistas y otros instaladores que llevan una navaja para pelar cables o para el desayuno y que, cuando han acabado de trabajar, se la olvidan en el coche. En una ocasión, una de estas personas se fue de botellón con el cuchillo en el maletero. Probablemente, no tenía intención de hacer un mal uso, pero el arma acabó en comisaría y le fue devuelta diás después a su propietario sin coste alguno.