Sin duda, existe un amplio abanico de competencias que los niños irán adquiriendo durante la vida escolar. Algunas de ellas son imprescindibles, como es el caso de la comprensión lectora, competencia lingüística que debería asentarse correctamente durante los primeros años de escolarización para facilitar al máximo la posterior adquisición de aprendizajes.
La comprensión lectora es la capacidad de entender lo que se lee. Los niños que presentan dificultades en este ámbito, aun pudiendo leer con normalidad, no comprenden el significado de los textos. Se trata de uno de los síntomas del Trastorno Específico de la Lectura (la dislexia).
Los niños con este trastorno tienen muchas dificultades con la lectura y la escritura: hacen mala letra, escriben con faltas de ortografía, leen lento y a veces no entienden lo que leen; les cuesta resumir y quedarse con la idea principal. Estas dificultades afectan al rendimiento en todas aquellas materias que requieren leer, escribir o memorizar contenidos. También tienen dificultades para resolver problemas y les cuesta mucho hacer cálculos, por lo que las mates también se ven afectadas en algunos casos. Todo ello repercute en el bienestar emocional del niño, afectando a su autoestima y generando sentimientos de inseguridad, frustración y tristeza, que pueden desembocar en conductas disruptivas, dificultades para dormir, somatizaciones, etc.
¿Por qué es tan importante actuar cuanto antes? Por supuesto, por la salud y el bienestar del niño, para ayudarle a llevar una vida académica lo más normalizada posible y para que pueda sentirse a gusto con sus diferencias. Hay que tener en cuenta que en la escuela se transmite una gran cantidad de información mediante textos y, en consecuencia, la mayoría de los aprendizajes se realizan a través de este canal. Sin embargo, estos niños necesitan formas alternativas para aprender, sacando el máximo partido de sus fortalezas. ¡Porque no solo se aprende leyendo y escribiendo! Estos niños tienen otras muchas capacidades que pueden usar para aprender, como sus habilidades visuales y espaciales, la creatividad, etc.
En memociono aconsejan realizar una buena exploración, evaluación y diagnóstico para poder actuar de la manera adecuada. “Una vez identificado el problema, podemos hacer muchas cosas para ayudar a estos niños y niñas, favoreciendo un progreso adecuado en la escuela y haciéndoles sentir bien”, apunta Laura Almà, psicóloga infantojuvenil de memociono. El abordaje es siempre global, interviniendo tanto en las áreas de aprendizaje y rendimiento, como en las dimensiones psicoemocional y conductual.
“Ahora es el mejor momento para acudir al especialista y garantizar un acompañamiento continuado del niño, desde los primeros días de clase, para plantar cara al nuevo curso con garantías de éxito académico, pero, sobre todo, para su cuidado emocional”, nos animan desde memociono.