La Guardia Urbana recibió órdenes de no intervenir durante los disturbios que asolaron el centro de Barcelona a lo largo de la semana pasada, según ha podido conocer Metrópoli Abierta de fuentes internas del Ayuntamiento. Estas fuentes confirman que desde la cúpula del cuerpo policial se envió un correo electrónico a la escala de mando de los distritos diciendo que este cuerpo “no intervendrá en el dispositivo de orden público”. La orden fue comunicada luego a los mandos operativos.
En realidad, la ausencia de operativos de la Guardia Urbana durante los disturbios no era normal. Mientras los Mossos d’Esquadra y la Policía Nacional se veían desbordados, la Policía local brillaba por su ausencia. “No hay duda de que la orden fue política, ya que el mando de la Guardia Urbana no hubiera enviado por propia iniciativa el correo en cuestión, y más sabiendo la naturaleza del Cuerpo como policía judicial”, explica una fuente de la oposición.
COLAU NO QUERÍA LA FOTO
Otras fuentes políticas explican que “la alcaldesa, Ada Colau, no quiso que se viese la fotografía de la Guardia Urbana empleando la fuerza legítima. Tenía horror a que se viese esa foto”. De ahí que no moviese ni un dedo a la hora de desplegar efectivos. Pero ese posicionamiento es un arma de doble filo. Como agentes de la autoridad, los policías locales están obligados a intervenir en el caso de que vean violencia o, de lo contrario, “podrían haber cometido un delito de omisión del deber”.
Eugenio Zambrano, dirigente de CSIF, señala a este diario que hubo una distribución de agentes para regular el tráfico en ubicaciones estáticas. “Se mandan dos efectivos a una esquina. Pero si llegan quince o veinte chavales, no pueden hacer nada si se ponen a cortar el tráfico. Lo normal hubiese sido que se reforzase la presencia de la Guardia Urbana con más agentes o con algún vehículo de nuestros antidisturbios. Pero si a un agente le envían a una esquina y le dan órdenes de no moverse de allí, tiene que obedecer. Y eso es lo que pasó”.
FALTA DE INTERÉS DEL AYUNTAMIENTO
Si el consistorio hubiese tenido interés en controlar la situación, hubiese movilizado a más plantilla. “Se trata simplemente de que vean que hay más fuerza. Y si le pides la identificación a unos cuantos, con el aviso de que si hay follón se instruirán diligencias, la cosa cambia y puedes prevenir situaciones incómodas o incluso violentas. Hay mecanismos para acabar con situaciones complicadas”, resume Zambrano.
Es cierto, no obstante, que la Guardia Urbana necesita más refuerzos de personal y de material técnico. En realidad, Colau ya quiso disolver la Unitat de Suport Policial (USP), que son los antidisturbios. Poco antes de acabar la legislatura tenía preparado incluso un decreto para materializar dicha disolución. Sólo pudo cambiarle el nombre por el de Unidad de Refuerzo para las Emergencias y la Proximidad (UREP), y dejarla como unidad florero, ya que prohibió que, contrariamente a lo que dice la Carta de Barcelona (una ley específica para la ciudad de Barcelona), la policía local no oficiase como garantizadora de orden público.
LOS EPISODIOS MÁS VIOLENTOS DE LA HISTORIA
Y de aquellos lodos, estos barros. Las críticas a la inacción de la policía local durante los graves disturbios tras la sentencia fueron comunes. Lo cierto es que jamás se había visto una violencia tan desatada en Barcelona como la ejercida durante toda la semana por comandos de violentos que llegaron a lanzar cócteles molotov a los agentes de la Policía o a tirar fuegos artificiales al helicóptero de los Mossos.
“Es la primera vez que se ve tal grado de terrorismo urbano. Nunca se habían visto 150 barricadas a la vez en una ciudad española, solamente para crear el caos. Ni en el País Vasco en la época más dura de la kale borroka se vivieron episodios como los vividos en Barcelona la última semana”, explican fuentes policiales a este diario. Tampoco tienen parangón las durísimas manifestaciones de los mineros o los astilleros, en las que no se iba a la caza del agente como en Barcelona.