El Casal dels Infants del Raval nació en 1983 de la mano de unos vecinos que, de forma voluntaria, ofrecieron una educación a niños y niñas del barrio que no iban a la escuela. Con el tiempo fue creciendo y, además de seguir transmitiendo conocimientos a más menores de la zona, tendieron una mano a jóvenes y familias enteras. La meta que hoy persigue esta ONG no difiere demasiado de la que tenía 36 años atrás. Y su actual directora, María José García, es testigo de ello. “Nuestra meta es estar presentes en los barrios más desfavorecidos para contribuir a la igualdad de oportunidades en la infancia y juventud”, dice a Metrópoli Abierta García, que al mismo tiempo indica que la ONG también cuenta con centros en Badalona, en la zona de Besòs-La Mina, en Salt y Santa Coloma de Gramanet.
Ella lleva cinco años presenciando como la complejidad del barrio y las circunstancias personales de cada uno pueden desencadenar facetas llenas de luces y sombras. Desde que un acompañamiento adecuado haga que la vida de muchos niños den un giro de 180 grados, a mujeres extranjeras encontrando su lugar en la ciudad tras expresarse, al racismo resurgir en Barcelona como consecuencia del miedo y la intolerancia y hasta a jóvenes extranjeros abandonando el sistema para vivir en la calle. Entrar en el Casal dels Infants del Raval significa encontrarse con una multitud de historias y experiencias escritas desde El Raval.
¿Qué les aportáis a los niños del barrio?
Gracias al trabajo de 45 trabajadores y 150 voluntarios atendemos a 150 niños a la semana. Nuestro grueso de servicios está en los centros abiertos, donde a través de actividades lúdicas trabajan varias competencias, como aprender a expresarse en grupo, hábitos alimentarios, también pueden hacer refuerzo de matemáticas y lengua y hasta les hemos enseñado la declaración de derechos de los niños. La forma de construir un espíritu crítico y que, además, tengan constancia de que son ciudadanos con derechos.
¿Qué perfiles suelen venir?
Para muchos es su segunda casa. Son niños y niñas que suelen tener alguna escasez parental, como dificultades para pagar el alquiler, vivir en domicilios muy precarios o estar a la espera de un desahucio… Nunca criminalizamos a los padres. Ponte en la situación de si tendrás la comida asegurada para toda la semana, si te cortarán el agua en cualquier momento o cuándo te notificarán el desahucio...
Lleváis 33 años en el barrio, pero recientemente denunciasteis que dos años atrás empezasteis a apreciar un aumento de agresiones racistas. ¿Qué me puedes decir sobre ello?
Hay personas que siempre han tenido esta mentalidad, pero antes no eran conscientes o no se atrevían a manifestarla. Este antes y después lo detecté después de los atentados del 17A, cuando había gente que comenzó a verbalizar: “mira el inmigrante”. Ahora VOX lo ha reforzado y, además, el procés ha dado pie a que se expresen posturas extremistas, tanto de un lado como del otro.
"El procés ha dado pie a que se expresen posturas extremistas"
¿Puedes hablar de algunos de los efectos que este odio desencadena en ellos?
Los ataques racistas han tenido sobre todo lugar en salidas que hacíamos en verano fuera del Raval. Eso hace que algunos nos salgan del barrio, que es donde se sienten seguros. Algo que, a lo largo de la historia, ha contribuido a la creación de gethos en diferentes lugares del mundo.
Volviendo a la labor del casal, ¿de qué forma promueve la integración en el barrio?
Por ejemplo con el proyecto Vincles, que nos permite atender a madres, sobre todo, de origen paquistaní o bangladesí, que tienen hijos de 0 a 3 años. Aquí conocen a otras mujeres que atraviesan circunstancias similares, comparten sus inquietudes por los hijos, aprenden catalán y hablan de su situación como mujeres. Muchas han venido por reagrupamiento familiar y han estado asiladas desde entonces. Aquí pueden escribir su línea de vida y contar qué las trajo hasta aquí. “Mi marido me dijo que viniera”, dicen algunas.
¿Qué cambios percibís en ellas?
Una transformación brutal. Un empoderamiento que les hace plantearse: podría llevar a mi hijo a la guardería y hacer planes por mi cuenta.
Y en cuanto a los jóvenes, ¿cuál es el principal reto que trabajáis con ellos?
Con los que tienen de 16 a 21 años tratamos de evitar el abandono escolar prematuro. Suele darse a los 16 años y coincide con el momento en que dejan los casals o cuando el acompañamiento externo desaparece.
"Tratamos de evitar el abandono escolar prematuro entre los jóvenes de 16 a 21 años"
¿Les implicáis de alguna forma en la vida del barrio?
Les animamos a que inviten a jóvenes sin hogar o a menores extranjeros no acompañados (menas), que algunos pasan los días en los jardines de Sant Pau del Camp, a practicar deporte con ellos. Muchos jóvenes extranjeros han salido del sistema y viven en la calle. Nosotros intentamos que los jóvenes del casal puedan hacerles de guías.
¿Y a nivel cultural o festivo?
Les alentamos a que participen en la castañada o los caps grossos. También implicamos a padres y niños en fiestas del barrio, ya que cuando las familias ocupan los espacios públicos se evitan otras dinámicas. Se trata de ocupar, ocupar y ocupar. Por ejemplo, ocupamos mucho la plaza de Folch i Torres, donde desde hace años ha habido problemas de convivencia, y la verdad es que el panorama ha mejorado.
¿Puedes darme ejemplos sobre cómo vuestra presencia ha repercutido en el barrio?
Promovimos la presencia de dinamizadores en la plaza de Salvador Seguí, donde está la Filmoteca, y en los Jardins de Sant Pau del Camp. Ha sido un éxito. Dijimos al distrito de Ciutat Vella que hacían falta profesionales en esta zona y han absorbido nuestras peticiones.
¿Qué es lo más valioso que has aprendido durante estos años?
Lo importante que es el acompañamiento emocional, que somos personas sociales que necesitamos a las personas y que, solo con sentir que somos importantes para alguien, se pueden dar efectos reparadores. A cada día que pasa reafirmo más este pensamiento.