Antonio Centeno, responsable del proyecto Asitenciasexual.org y codirector del documental Yes, We Fuck!, tiene diversidad funcional desde los 13 años. Cuenta a Metrópoli Abierta que en su adolescencia y juventud no tuvo ningún apoyo que le permitiera conocer su cuerpo, ni por tanto, la totalidad de ese universo donde uno puede conocer qué le hace vibrar de placer. “Sé lo innecesariamente difícil que es vivir el desarrollo de tu sexualidad sin saber qué te gusta”, señala Centeno al hablar de la razón por la cual lleva años contribuyendo a que las personas con diversidad funcional tengan acceso a la asistencia sexual.

ASISTENCIA SEXUAL

Desde el otro lado del teléfono, Centeno indica que el asistente sexual no es una persona con la que tener prácticas sexuales, sino una que ayuda a dos personas a tener relaciones sexuales o a una sola a experimentar placer con su propio cuerpo. “Es un apoyo instrumental que te permite hacer las cosas a tu manera con las manos de otro, pero a partir de tus propias decisiones”, indica sobre una realidad que permite a uno tener autonomía en el terreno de la sexualidad.

Antonio Centeno en una imagen de archivo / CEDIDA



A pesar de que Centeno insiste en que la asistencia sexual responde a la misma necesidad que cubre el asistente personal, que proporciona autonomía a las personas a la hora de realizar tareas cotidianas como lavarse o vestirse, recuerda que aún es un tabú en algunos sectores sociales. ¿La razón?  “Cuando hablamos de placer pueden surgir los problemas”, sostiene y añade: “La figura del asistente personal está reconocida como un derecho en la Ley de Dependencia, pero la asistencia sexual no tiene ningún reconocimiento”.

CONTROL SOBRE EL PROPIO CUERPO

Cualquiera que lea estas líneas seguramente podrá hablar de por qué es importante conocerse a nivel sexual. Centeno apuesta por explicarlo con una de "las primeras ideas" del feminismo: “sin recuperar el cuerpo, sin que el cuerpo sea tuyo y sin que tu sexualidad sea tuya, es imposible liberarse de cualquier opresión”. De lo contrario, si las personas con diversidad funcional no tienen el control sobre sí mismos, Centeno sostiene que "nos convertimos en objetos donde intervienen médicos, familiares y todo el mundo que cree tener conocimientos sobre nuestras vidas”.  

Hay otros colectivos que miran a la asistencia sexual como una forma de tener relaciones sexuales con otra persona. Para Centeno es importante destacar que, en este caso, se trata de un tipo de prostitución que puede estar especializada. Aunque insiste no tener nada en contra de este tipo de práctica, apunta que es importante recalcar que esta y la asistencia sexual se mueven en diferentes marcos. “Mientras en la prostitución se puede pactar una o varias prácticas sexuales, la asistencia sexual consiste en que un individuo permita a otro conocerse y saber cómo se siente a través de sus manos”, detalla al hablar de un servicio que es una forma de “autoconocimiento vinculado al autoerotismo”.

TRANSFORMAR LA SEXUALIDAD

Ver al otro tipo de asistencia sexual, que consiste simplemente en tener relaciones sexuales, como la única forma que tiene este colectivo de tener sexo, puede desencadenar consecuencias denigrantes. “Se perpetúan esos estereotipos de que las personas con diversidad funcional son indeseables”, comenta sobre una mentalidad que, al mismo tiempo, recuerda cómo hay tópicos que han socavado la sexualidad de muchos a lo largo de la historia.

Centeno recuerda que toda la sociedad, con o sin diversidad funcional, tiene una relación complicada con su cuerpo porque en el imaginario colectivo está instalada la idea de que la sexualidad y las prácticas sexuales solo pueden ser de una manera. Eso hace que “mucha gente” se quede fuera de lo que se considera ‘normal’ – si es que realmente existe la ‘normalidad’–. Pero Centeno tiene claro que, por mucho que desde siempre se les hizo creer que eran diferentes, no van a quedarse a un lado. “Queremos entrar en la sexualidad para transformarla, no para encajar en ella”, sentencia.

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