Barcelona hace cada día 200 servicios funerarios por la crisis del coronavirus. La cifra se ha multiplicado por cuatro. Antes de la pandemia, el número de muertes era de 40 o 50 servicios al día. El fuerte incremento ha supuesto que los crematorios estén colapsados. La petición de incineraciones ha crecido hasta el 78% de las muertes y obligará, a partir del miércoles, a dejar de hacer una buena parte de las cremaciones. Los cuerpos que no puedan ser incinerados serán enterrados provisionalmente durante dos años.
El presidente de Cementiris de Barcelona, Eloi Badia, ha reconocido que los cuatro hornos de la ciudad no dan abasto. El tiempo medio de espera se sitúa en los siete y 10 días, pero el concejal ha admitido que si no se toman medidas, y con el actual crecimiento de muertes, la espera podría llegar los 30 días. Con la derivación de los servicios a entierros, "se quiere evitar a toda costa llegar al mes para incinerar", algo de lo que ya había advertido el sector funerario. La situación de colapso se ha producido en esta última semana, en la que se considera que han sido los días más críticos de la pandemia, aunque, como informó Metrópoli Abierta en enero, los hornos de Montjuïc ya estuvieron al límite, con un repunte de muertes por la epidemia de las gripe.
"No se puede dar respuesta a todo el mundo. Hay féretros que están esperando para ser incinerados", ha subrayado Badia. Esta situación obligará, a partir del miércoles, a derivar numerosos servicios a entierros. Antes del coronavirus, la demanda de cremaciones era del 54%. Barcelona cuenta con cuatro hornos en Montjuïc. El de Collserola lleva meses cerrado. Lo clausuró la Generalitat por vulnerar la normativa medioambiental y no se ha reabierto a pesar de las demandas del sector. En unos 10 días, Barcelona podría contar con un horno móvil que podría hacer entre 10 y 12 servicios al día.
Las peticiones de las cremaciones diarias se disparan hasta las 150, aunque los hornos de Montjuïc no pueden quemar más de 80 féretros al día. Hasta 1.400 cuerpos de otras tantas familias esperan a que los servicios municipales de la ciudad -que tienen el monopolio de las cremaciones- encuentren una solución al colapso que se vive en los camposantos de la ciudad. El aparcamiento de Collserola se ha convertido en un mar de ataúdes. La imagen de la agencia Efe ha salido publicada en todos los medios de comunicación y da cuenta de la saturación de los servicios funerarios.
ENTIERROS PROVISIONALES
Los fallecidos que no podrán ser incinerados serán enterrados de forma provisional y, dentro de dos años, estas personas serán quemadas sin ningún coste para las familias. "Los asumiremos desde Cementiris". El aumento de entierros obligará a aumentar el número de trabajadores en los cementerios de la ciudad, al igual que las horas de trabajo. Badia ha anunciado que los bomberos de Barcelona colaborarán en estas labores. Los camposantos de la ciudad pueden llegar a acoger 230 servicios, 150 de ellos entierros. El edil ha querido dejar claro que no se trata de fallecidos residentes en Barcelona sino que en la ciudad también se están ofreciendo servicios funerarios a personas muertas en municipios del área metropolitana.
Según el concejal, el aumento de las inhumaciones podría obligar también a tomar restricciones en la asistencia de las familias a los sepelios para minimizar los riesgos de contagios. En primer lugar se prohibió cualquier tipo de acompañamiento, después se permitió que fueran tres personas a las ceremonias y, a partir del miércoles, se podría volver a la situación inicial, es decir que ninguna persona pueda asistir a los servicios funerarios.
UN SERVICIO POR MENOS DE 2.500 EUROS
La crisis sanitaria y el aumento del número de fallecidos ha llevado al Gobierno español y a la Generalitat a decretar unos precios máximos para los servicios funerarios. Badia ha informado que se ofrecerá un servicio básico por debajo de los 2.500 euros, incluida la incineración o el entierro. El servicio funerario, propiamente, costará algo más de 1.900 euros, mientras que el precio de una cremación ascenderá a 550 euros y el entierro a 537. La rebaja de los precios los tendrán que asumir las empresas del sector, ya que el Ayuntamiento se ha negado a bajar los impuestos.