Celia y Mimi son dos jóvenes que han sufrido una experiencia similar en Barcelona durante las útlimas semanas. Ambas han sido agredidas por agentes de seguridad en Plaza Catalunya, en las estaciones de los servicios de FGC y Rodalies respectivamente, y los dos casos han acabado en denuncia. Tan siquiera son sucesos que hayan tenido lugar en un largo periodo de tiempo: estas dos historias cuentan con menos de una semana de diferencia.
SORPRENDIDA POR LA ESPALDA
Cuando Celia compró una T-Casual en la estación de metro de Liceu el pasado 31 de mayo, no imaginaba que su trayecto finalizaría tan pronto. Esta joven francesa afincada en Barcelona se desplazó en el suburbano hasta Plaza Catalunya, donde optó por hacer transbordo a FGC. Con su billete recién comprado, intentó validarlo sin éxito hasta en tres máquinas de los ferrocarriles que no leían el título y, como consiguiente, no le dejaban acceder al andén.
Ante esta situación, Celia acudió al único agente de seguridad que se encontraba en la estación, quien le negó el acceso pese a contar con un billete recién adquirido, por lo que optó por acceder al andén junto a otra chica que, con el mismo problema que ella, consiguió abrir una de las puertas.
Cuando la joven ya se encontraba en el interior del tren, se dio cuenta que el vigilante de seguridad le había seguido hasta el convoy, momento en el que éste la comenzó a "insultar y amenazar", lo que significaría el principio de la pesadilla.
DEL VAGÓN AL HOSPITAL
Lejos de atender a razones, la pasajera explica que éste fue el momento en el que se inició la agresión. "Me coge del pelo, me saca del vagón, me arrastra por todo el vestíbulo bajo insultos, amenazas y golpes", relata, a lo que añade haber recibido "tantos golpes en la pierna" que tenía lesionada que se le llegó a salir "el zapato".
La violencia del vigilante hizo que Celia encendiera la cámara de su teléfono móvil para contar con pruebas de la intervención del agente, en las que también quedó registrado el número 28133, identificador del empleado. Al darse cuenta de la filmación no dudó en volver a hacer uso de la fuerza: "Me estrangula, me coge por el pelo, me empuja con violencia y esconde su placa para no ser identificable", asegura, tras lo que el agente intenta destruir las evidencias de lo sucedido. "Rompe el móvil contra el suelo, tenía la intención de destruir pruebas", explica Celia, quien también afirma que posteriormente hizo lo propio con su ordenador portátil.
Como resultado de estos hechos, la joven acabó pasando la noche en el hospital, donde elaboraron un parte de lesiones que sirvió para la posterior denuncia interpuesta al día siguiente en la comisaría de los Mossos d'Esquadra en Gràcia al presentar secuelas físicas y psicológicas, así como daños materiales tras la agresión.
CONTROL EN RODALIES
Mimi fue vícitima de una agresión en un control establecido en la salida de Rodalies de la misma estación. Le sucedió el pasado 5 de junio, a las 12 del mediodía, cuando se dirigía al trabajo. La joven, que contaba con billetes diferenciados para los servicios de Renfe y de TMB, confundió el tiquet en el control, entregando el billete de metro en lugar del de Rodalies.
Advertida de una posible multa en caso de no entregar el billete correcto, Mimi se desplazó ligeramente para no entorpecer el control mientras buscaba su tiquet, lo que una agente de seguridad interpretó como un intento de huida. "Me agarra con fuerza y me dice que no me mueva ni un milímetro", explica la joven.
Según relata, la agente le apretaba el brazo "cada vez con más fuerza", a lo que se le añadió una amenaza por parte de la vigilante: "Como te muevas, te engrilleto". En ese momento, presa de un pánico acrecentado por la claustrofobia que sufre esta pasajera, el dolor en su brazo y ante la negativa de diálogo y actitud desafiante de la trabajadora, Mimi salió corriendo en "defensa propia" al sentirse amenazada.
DURA AGRESIÓN
Como explica la joven, la vigilante echó a correr tras ella, la alcanzó y comenzó una dura agresión. "Me agarra de los pelos, yo le clavo las uñas por defensa propia y, entonces, me pega un puñetazo en los labios", relata.
Tras estos actos violentos, Mimi denunció a la agente, que hizo lo propio con la pasajera, una acción habitual entre agentes de seguridad para protegerse en un futuro juicio.
SIN JUSTIFICACIÓN
Celia y Mimi coinciden en la falta de justificación por parte de los agentes para hacer uso de semejante violencia. La joven francesa lamenta que, tras haber vivido anteriormente en Francia, Estados Unidos, Argentina y Brasil, nunca se había encontrado en esta situación. Pese a las secuelas físicas, psicológicas y los daños materiales sufridos, el caso de Celia se está investigando, tan solo, como un delito leve. La joven también lamenta que haya quien la acusa de ser una "carterista", cuando en la actualidad ostenta el puesto de "responsable internacional en un gran grupo cosmético", y asegura que se ha sentido agredida "como mujer y como extranjera".
Por su parte, Mimi sigue sin explicarse lo sucedido, remarcando que su caso no le parece una "justificación para esos malos tratos" y, en ambos casos, reclaman que se haga justicia.
Preguntadas sobre estos sucesos, ninguna de las dos compañías ferroviarias han ofrecido respuesta alguna a Metrópoli Abierta.