La pandemia está golpeando con dureza a los bares y restaurantes de Barcelona. Tras unos meses cerrados, solo pueden acoger el 50% de la clientela y muchas peticiones para conseguir terrazas extraordinarias se estancan en la burocracia o bien se deniegan directamente. En este contexto una multa de 1.500 euros tampoco ayuda a salir a flote. Es lo que le ha ocurrido a la cervecería de Henk Cortier en el barrio de Sant Antoni. En pleno agosto, el Ayuntamiento le ha notificado la sanción relacionada con la visita de dos inspectores el pasado 29 de enero.
"Nos dejaron una nota por tener un elemento no autorizado en el espacio público, pero no nos dijeron que nos multarían. Quitamos la pizarra y no la volvimos a poner", se queja Cortier, dueño de Lambicus, un negocio de cervecería artesanal abierto el 2014. Su mujer, Maria Presas, no entiende que el consistorio les sancione ahora, cuando la restauración intenta sobrevivir en un clima de incertidumbre constante por las medidas sanitarias que tanto afectan al sector.
UNA PIZARRA DE 50 CENTÍMETROS
"No es el momento de multas, está fuera de lugar y es desorbitado", critica Presas, que considera que la administración debería tener un poco de "manga ancha" con los bares. La pizarra en cuestión, de unos 50 centímetros de superficie estaba en el suelo, apoyada con un caballete y promocionaba los eventos del local como las catas de cerveza que organiza este barcelonés de origen belga.
El Ayuntamiento de Barcelona considera que la presencia de la pizarra es una infracción "grave" porque vulnera el artículo 64e de la ordenanza de terrazas, que sanciona la instalación de elementos no autorizados en las terrazas. Por ello multa con 1.500 euros al establecimiento, la sanción máxima contemplada en una infracción grave.
IRREGULARIDAD
La pareja denuncia que al tratarse de la primera inspección que ha tenido el local, la sanción no puede superar los 750 euros. "Lo que están haciendo es ilegal", exclama Cortier. Si pagan antes de 10 días, la sanción se reduce un 65%, eso es, 525 euros. En ese caso, sin embargo, la pareja se queja de que no tendían derecho a recurrir la sanción.
Cortier explica que deberá recuperar el coste de la sanción haciendo horas extras. El bar, ubicado en la calle Tamarit, estuvo tres meses cerrado, y ahora sirve a sus clientes cervezas de importación con todas las medidas de seguridad exigidas por las autoridades sanitarias. Desde su negocio, el dueño hace un llamamiento para que el Ayuntamiento sea más "flexible" en estos casos.
SIN TERRAZA EN VERANO
La casi desaparición del turismo este verano tiene una repercusión directa en bares como el Lambicus, en el centro de Barcelona. En su caso, el consistorio aceptó el pasado 10 de agosto –dos meses después– la solicitud para sumar dos mesas más a la única mesa que tenía en la terraza.
Sin embargo, explica el empresario, hasta que la administración no obligue a retirar los coches aparcados en el espacio autorizado para poner las mesas y ponga unos bolardos, la ampliación no será efectiva. "Nos han dicho que hasta el 30 de agosto no podremos poner las mesas. Habremos perdido todo el verano", se resigna Cortier, que reprocha la "mala planificación" del gobierno municipal de Ada Colau.