S.O.S de los bares de la Vila de Gràcia: la mitad podrían cerrar
Los bares y restaurantes denuncian que el 95% de las solicitudes para poner terrazas han sido denegadas
19 agosto, 2020 00:00Noticias relacionadas
Por primera vez en muchos años la Vila de Gràcia no vibra. Las barras llenas de cervezas y sangrías que sirven cada agosto las asociaciones de la Fiesta Mayor de Gràcia y los bares han desaparecido. Los bailes, la música y los escenarios también. Los pocos adornos montados lucen tristes en unas calles desiertas. Podría decirse que el verano está de huelga en el céntrico barrio del distrito de Gràcia. Es la realidad que ha traído una crisis sanitaria que durante las fiestas más atípicas recuerda el golpe letal que sufre uno de los sectores económicos más diezmados por la pandemia: los bares.
La renacida Associació de professionals de bars i restaurants de Gràcia, que acoge a 140 negocios, ilustra la agónica situación del sector de la restauración en toda Barcelona. "El 50% de los asociados podría cerrar antes de terminar el año si no nos permiten poner terrazas, suben el aforo o se aplican otras medidas", advierte Alberto Barros, portavoz de la entidad. Las licencias extraordinarias de terrazas, pactada entre el Gremi de Restauració y el Ayuntamiento para intentar mitigar los efectos de la pandemia, se ha revelado como un fracaso en la Vila de Gràcia.
SOLUCIONES CON EL AYUNTAMIENTO
Los trámites para la ampliación o bien la instalación de terrazas en bares que no tenían empezaron a finales de mayo. En el caso del barrio de Gràcia las licencias aceptadas se pueden contar con los dedos de una mano, explica Barros. Casi la totalidad de los bares, un 95%, han visto rechazadas sus propuestas de servir comidas y bebidas en la calle.
"El Ayuntamiento ha ido a la fácil. El técnico hace su trabajo y quizá es más fácil denegar las terrazas, pero la parte política debe trabajar para encontrar soluciones. Debemos sentarnos con el regidor de Comercio y analizar cada una de las denegaciones. Se pueden adaptar los espacios, poner dos mesas en lugar de cuatro...", reclama este pequeño empresario al que también le han denegado una terraza en su bar de la calle Torrent de l'Olla.
DESCONCIERTO
Los bares no entienden el criterio del consistorio a la hora para denegar permisos. En las redes sociales denuncian que en calles similares deniegan y aceptan permisos por igual. También critican que sí tengan espacio las sillas fijas instaladas en el cemento –una de las estrategias del llamado urbanismo táctico que ejecuta el gobierno de Ada Colau– pero que no haya cabida para sus negocios, cuyo futuro, dicen, depende de ello.
Barros también señala a un fuerte movimiento vecinal organizado que ejerce "mucha presión" al Ayuntamiento y que provoca que la administración sea reacia a otorgar más terrazas, incluso en este contexto excepcional.
Un pequeño estudio realizado sobre 86 bares (algo más de la mitad de los 140) indica que el aforo de clientes con la Covid-19 se ha reducido a la mitad. De 3.191 personas por turno, ahora los establecimientos solo pueden acoger un máximo de 1.706. Las terrazas extraordinarias sumarían 716 clientes más, subiendo a los 2.400 comensales, una cifra que se acerca más al total de clientes que lo locales podían absorber antes de la pandemia.
PERSIANAS ABAJO
En pleno agosto muchos locales han cerrado. La poca clientela que se acerca no resulta rentable para abrir las persianas. Pero hasta hace unos días, los bares aguardaban con expectación y preocupación el comportamiento de la ciudadanía a causa del formato de las fiestas decidido por el ayuntamiento.
La decisión de hacer unas fiestas en formato 100% virtual, pero manteniendo la decoración en la calle inquietó a los bares que hicieron un manifiesto transmitiendo su angustia por un posible efecto llamada y una acumulación de gente que los bares no podrían haber absorbido. "Creemos que no cancelar la fiesta, sin tener una capacidad suficiente de aforo regulado y seguro pone a todo el barrio en riesgo de contagio", explican en el documento hecho público hace una semana.
Pero los barceloneses, de vacaciones o aletargados por un contexto que impide o dificulta cualquier encuentro social, han esquivado la Vila de Gràcia. "Por otro lado ha sido un descanso. No estábamos preparados, ya que tenemos a muchos trabajadores en ERTE, no teníamos los contratos preparados", cuenta Barros.
MANIFESTACIONES
El pasado 12 de agosto los bares se manifestaron en la plaza de la Vila de Gràcia, delante de la sede del consistorio. A última hora de este martes la entidad espera la autorización para repetir la protesta este miércoles en el mismo lugar.
En pocas semanas, unos 140 bares se han ido sumando a esta entidad que reunía a unos pocos negocios. Compañeros de profesión se han agrupado para defender su futuro, en grave peligro. Los datos de hace unos días señalan que de los 448 trabajadores de 86 bares, 209 se encuentran en ERTE, un 46% de los empleados. Teniendo en cuenta que ahora la entidad agrupa a casi el doble de locales, casi 150, los negros pronósticos auguran que unas 400 personas podrían quedarse sin trabajo en unos meses.
Los dueños tampoco se atreven a vender y se encuentran en una parálisis inquietante. "Lo último que hará la gente es cerrar porque no podrían traspasar los locales. Si el negocio antes valía 100.000 euros, ahora vale 0", describe el restaurador subrayando la infinita incertidumbre a la que se ven abocados los bares y restaurantes.